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Núñez Feijóo: «No se puede juzgar al PP de Casado en cien días. Eso es un prejuicio, no un juicio»

Foto: Pepe Ferrín
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¿Por qué no remonta el nuevo PP en las encuestas?

¿Se refiere a la encuesta del CIS?

Podemos empezar por ahí.

La encuesta del CIS está hecha a la medida del Gobierno. Dice, por ejemplo, que el PSOE saca diez puntos de ventaja al PP en Galicia, y eso no se lo cree nadie. En las últimas autonómicas tuvimos 30 puntos más que el Partido Socialista. Si la encuesta del CIS es la suma de las encuestas que se hacen en todos los territorios, sólo con ese dato ya podemos hacernos una idea de cómo han hecho la suma de resultados.

Las encuestas privadas, todas, tampoco constatan una mejoría sustancial desde que ustedes cambiaron la dirección del partido.

A cien días desde que se celebró el Congreso, es muy razonable cómo se ha comportado el partido. Claro que hay que seguir mejorando, pero hemos demostrado que hay PP más allá del gobierno, y estamos intentado hacer ver que hay una alternativa sólida frente a un Gobierno tan inconsistente. Además, todas las encuestas han dado siempre al PP por debajo de sus resultados, y lo que importan son los resultados.

Usted pide tiempo, pero dentro del partido ya han empezado a escucharse críticas a la nueva dirección y a la estrategia.

Juzgar a un equipo a los cien días de tomar posesión no es propio de un partido moderado y reflexivo. Si comparamos el PSOE después de la salida de Zapatero y el PP de Pablo Casado en estos primeros cien días, es evidente que éste es un partido mucho más sólido. Hay que darle tiempo al tiempo. El presidente del partido ha acreditado que tiene una sólida vocación política, que tiene profundas convicciones y que es un gran orador dentro del Congreso. A partir de ahí, tenemos que seguir trabajando.

No está en cuestión su buena oratoria.

Insisto, juzgar cuando sólo han pasado cien días es un prejuicio, no un juicio. Además, siempre que el PSOE tiene un problema, y el PP lo denuncia, la estrategia de defensa es traer a colación el fantasma de la derechización del PP. Yo era presidente de Galicia antes del Congreso del partido, sigo siéndolo, y dudo de que alguien dentro de mi organización pueda decir que ha cambiado en algo la política que hago. No hay ninguna instrucción para que cambie nada desde que se celebró el Congreso.

Pero sabe que se dice que el PP nacional se ha derechizado en la nueva etapa.

No comparto esa afirmación. Centenares de presidentes locales, provinciales y autonómicos, decenas de alcaldes y alcaldesas, y miles de concejales siguen teniendo las mismas inquietudes y los mismos planteamientos. Somos el partido de más arraigo en toda España, un punto de confluencia de millones de ciudadanos que comparten valores y objetivos. Si dejásemos de ser esto, dejaríamos de tener un papel preponderante, nos empequeñeceríamos y cometeríamos un grave error.

¿Quiere decir que si el PP se mueve hacia la derecha para buscar votos no volverán a La Moncloa?

El PP ha ganado cuando ha ampliado su espectro, no cuando lo ha limitado.

¿No deben competir con Vox?

Es bueno que la gente sepa lo que es Vox, y que ahí no van a encontrar lo que buscan en el PP.

¿En qué se diferencian? Porque Aznar elogió a su líder, Santiago Abascal.

Nosotros estamos satisfechos con lo que hemos hecho durante estos 40 años y creemos que la democracia hay que protegerla en su concepción original. Hay que cerrar el modelo de Estado después de estos años, y garantizar mejor su presencia en las comunidades, pero no planteamos una enmienda en su totalidad a la Constitución ni al Estado de las Autonomías. Ni tampoco una recentralización de las competencias autonómicas. Aquí no ha quebrado el Estado autonómico sino la lealtad institucional básica que debe regir en un Estado descentralizado. Ha fallado la deslealtad de los dirigentes de alguna comunidad autónoma y también fue un fallo que en la etapa de Rodríguez Zapatero se descuidara el papel de la Administración General del Estado en garantizar la igualdad y la solidaridad de los españoles. Este modelo funcionó con González, Aznar y Rajoy.

Que a su partido se le identifique de nuevo con el «aznarismo», ¿le molesta?

Si yo fuera presidente del partido y Aznar me invitara a la presentación de un libro suyo también habría ido.

Bueno, en tiempos de Rajoy no iban. Y no es sólo la presentación de un libro. Hay más gestos de complicidad entre Génova y Aznar.

Yo ejerzo la misma responsabilidad que antes del Congreso de julio. Sigo haciendo la misma política. Y cuando hablo con compañeros, alcaldes o presidentes provinciales, nadie me habla de si nos estamos derechizando o de si ha vuelto el «aznarismo».

Pero sí se habla de eso en los medios de comunicación y es la percepción que puede llegar a la opinión pública.

Todos hemos aprendido lo que hicimos bien con Aznar y con Rajoy. A partir de ahí, ellos deciden su presencia. Rajoy ha decidido dejarlo y es fácil de entender su posición porque acaba de salir del Gobierno y quiere hacer una descompresión. Pero la presencia mediática de Rajoy y Aznar tiene que ver con su propia actitud, no con la del partido.

¿Qué tienen que hacer para recuperar el voto que se les ha ido a Ciudadanos una vez que ya tienen una nueva dirección que no se vincula con la corrupción del pasado?

Tener la ambición de hacerlo.

Eso se presupone que lo tienen.

Esa ambición es irrenunciable. Somos un partido que nació después de la Constitución y tenemos la mayor implantación territorial. Nuestra obligación es no perder de vista lo que somos y no dejar de tener presente que Ciudadanos es un partido muy parecido a Podemos, unipersonal y con un hiperliderazgo. Sin el líder, el partido no resistiría 24 meses funcionando. Y eso no tiene nada que ver con el PP, que está por encima de los equipos del momento y que ha sido convocado por los españoles a gobernar cada vez que ha habido problemas. No somos improvisación ni nacemos como consecuencia de la crisis económica o de la crisis territorial que han provocado los políticos catalanes.

¿Qué sería un buen resultado para el PP en las elecciones en Andalucía?

Tenemos que invitar a los votantes de Ciudadanos a reflexionar porque se trata de elegir entre lo de siempre o el cambio. Y el cambio sólo lo puede ofrecer el PP porque Ciudadanos ya firmó un acuerdo de gobierno con el PSOE después de las elecciones generales de 2016 para investir a Pedro Sánchez como presidente y hasta hace unas pocas semanas estaba apoyando el Gobierno de Susana Díaz. Es un partido acomodaticio y unipersonal.

Si fueran mal las elecciones generales para el nuevo PP, ¿tendrán otra oportunidad?

Con Aznar ganamos a la tercera. Y con Rajoy, también. Por tanto, el camino se hace día a día. Nuestra tarea es intentar ser útiles a los españoles cada día desde donde estemos ejerciendo la política.

Le pregunto porque las malas lenguas dicen que si fracasa Casado, usted sí podría entonces coger el tren del liderazgo nacional aunque lo dejara pasar en el Congreso de julio.

A las malas lenguas nunca hay que hacerles caso.

¿Dejará la política cuando acabe su mandato en Galicia?

No puedo contestarle a esa pregunta porque no sé la respuesta. Pero cuando digo una cosa, harían bien en creerme. Nunca dije que estaba preparando el salto a la política nacional desde la Presidencia de la Xunta.

Los primeros que no le creyeron fueron los de su partido.

¡Espero que ya sí me hayan creído! Lo que he dicho es lo que he hecho. Voy a aprobar un Presupuesto el 1 de enero de 2019, posiblemente el único, hemos vuelto a bajar los impuestos con tres nuevas rebajas fiscales, equilibrio presupuestario, sin déficit público, y somos la comunidad que menos hemos incrementado la deuda desde 2009. Ahora mismo mi tarea es presidir una nacionalidad histórica y ofrecer estabilidad a los gallegos. Y ése es mi sitio hasta 2020. Sobre lo que vendrá después, no hay decisión.

¿Le preocupa que el PP desaparezca en el País Vasco y en Cataluña?

Un PP sin presencia en estas dos comunidades sería un problema enorme. El PP vasco está haciendo un buen trabajo y ha sido muy generoso con el Gobierno vasco, pero éste ha preferido el acuerdo con Bildu. En Cataluña, en las últimas elecciones hubo un voto útil en favor de una muy buena candidata, como era Inés Arrimadas, que fue muchísimo mejor candidata que jefa de la oposición. Volverá a haber elecciones más pronto que tarde y el PP tiene que buscar los mejores equipos y trabajar para recuperar la confianza de los catalanes. El PP tiene que tener presencia en Cataluña y en el País Vasco para aspirar a tener iniciativa de Gobierno.

¿Se dan las condiciones para aplicar el artículo 155 de la Constitución de nuevo en Cataluña?

La respuesta exige un ajuste fino. Pero en el trazo grueso hay dos conclusiones claras. Los dirigentes independentistas insisten en su desafío a las instituciones y no hay ni un mínimo gesto en el que reconozcan que lo que hicieron fue un grave error. Por eso creo que el que tiene la responsabilidad de aplicar el 155 debe tenerlo muy a mano.

¿La respuesta política que está dando el Gobierno de Sánchez le parece entonces de momento razonable?

No se puede ser razonable con quienes no son razonables. El problema está en que para poder seguir gobernando en España el Gobierno necesita el apoyo permanente de los que han perdido la razón, y por eso intentan hacernos creer que es posible hacer entrar en razón a quienes siguen estando en el mismo sitio. Su objetivo sigue siendo el incumplimiento sistemático de las normas democráticas y la provocación permanente a la igualdad de los ciudadanos y al Estado de Derecho.

Usted habla de «tener a mano» el 155 por si acaso. La dirección de su partido exige al presidente del Gobierno que lo aplique ya, y le reprocha que no lo haya hecho.

La dirección nacional tiene más información que yo, sin duda. Soy el presidente de una comunidad y de la política nacional me ocupo a tiempo parcial porque mi principal preocupación son los gallegos. Pero no veo que haya contradicción entre lo que dicen en la dirección nacional y mi postura, que es defender que quien tiene que hacer la propuesta del 155 debe tenerla a mano.

¿Comparte también la afirmación de que Sánchez es responsable del «golpe de Estado» independentista?

Es la primera vez que hay un Gobierno que está más preocupado de los partidos que le han llevado a La Moncloa que de los ciudadanos que tiene que representar. El Gobierno tiene deudas previas incluso a la toma de posesión, y deudas de la propia toma de posesión. Si hubo un cambio de Gobierno fue porque los independentistas quisieron que lo hubiera. Nunca hubo un presidente del Gobierno que debiera su cargo a los partidos independentistas y, en cada decisión, está hipotecado. Pero esa hipoteca no se puede pagar porque va en contra de las normas básicas de convivencia.

No me ha contestado si considera que hay un golpe de Estado del que es responsable Sánchez, como dijo Casado.

Yo he escuchado a socialistas históricos hablar de «golpe al Estado». La mayoría de los que dieron el golpe al Estado están con penas privativas de libertad y los que les han sustituido tienen los mismos objetivos que ellos. Es la primera vez que en una comunidad autónoma el titular del Gobierno actúa en representación de otra persona.

¿Sánchez es responsable del «golpe al Estado»?

Hay una sobreactuación del PSOE porque de lo que dijo Casado no cabe deducir ninguna acusación directa. Cuando a uno le molesta un discurso porque el jefe de la oposición ha estado más convincente que el jefe del Gobierno, puede preparar mejor su intervención siguiente o sobreactuar. Entiendo que a Sánchez le moleste que le recuerden que es presidente gracias al apoyo de unos partidos que sí han dado un golpe al Estado.

Cómo presidente autonómico, ¿tiene alguna queja de su relación con Sánchez?

Tuvimos una reunión correcta y cordial. Le planteamos lo mismo que antes habíamos pedido a Rajoy. Lo que le hemos demandado ya estaba encaminado con el anterior Gobierno y, por ahora, en algunos casos tenemos buenas palabras pero no hemos podido constatar el cumplimiento de ninguno de estos asuntos. Espero que se ejecuten y que el Gobierno se comprometa con cuestiones tan importantes como el Xacobeo 2021, que es el principal evento cultural que tendrá nuestro país en los próximos años.