El desafío independentista

"Operación diálogo"de Calvo y Aragonès

"Operación diálogo"de Calvo y Aragonès
"Operación diálogo"de Calvo y Aragonèslarazon

Otra vez el juego de descubrir «caras sensatas» dentro del secesionismo: el vicepresident es el «interlocutor educado». Sánchez confía en que la división independentista disipe el «tsunami»

De nuevo asoma la historia de buenos y malos. De razonables y fanáticos. De unos independentistas con los que se puede encender las luces largas y otros con quienes no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. Vuelven a resucitar aquellas imágenes bucólicas de la «operación diálogo» entre Soraya Sáenz de Santamaría y el «hombre de Estado» Oriol Junqueras, hoy condenado a trece años por sedición y malversación. El relato parece copiado, si bien el paso del tiempo y las circunstancias obligan a que los protagonistas sean distintos: en este caso, la vicepresidenta socialista Carmen Calvo y el vicepresidente autonómico de izquierda republicana Pere Aragonès. Pedro Sánchez confía en que la división del bloque independentista ayude al desvanecimiento del «tsunami» en los próximos días. Y el Gobierno juega sus bazas políticas, que pasan por colocar en el punto de mira a Quim Torra. Razones reales no faltan, desde luego, una vez comprobadas las graves consecuencias de que esté el zorro al cuidado del gallinero. Aunque La Moncloa lo haga porque ha olido su soledad, o quizá por eso, tan volátil en política, del divide y vencerás.

El presidente de la Generalitat está preso de una dinámica violenta en las calles que asusta a ERC. Ésa es, al menos, la información que llega a Sánchez a su despacho oficial, por más que pueda tratarse de la necesidad convertida en virtud: algún hueso hay que roer si se desea despejar la sensación de que las turbas han bloqueado al Gobierno español, permitiendo que miles de rehenes no separatistas se sientan solos en Cataluña. Con Torra indudablemente lanzado al monte y dispuesto a enmarañar cuanto más mejor, el vicepresidente catalán, Pere Aragonès, es «la mano amiga» que estrechar, el «interlocutor educado» de Carmen Calvo. Otra vez el juego de descubrir «caras sensatas» dentro del desquiciado secesionismo. Ambos «números dos» comparten una comunicación fluida, señalan monclovitas informados. Convencidos de que el «soufflé» de los durísimos disturbios bajará y la situación se irá reconduciendo, y de que entonces será el momento de abrir una «etapa nueva» tras la sentencia del procés, el equipo de la vicepresidenta cree que «toca profundizar» en el diálogo con Aragonès. Se le presenta como un político pragmático, aunque este mismo sábado haya justificado las acciones de los radicales por la «frustración» de los catalanes ante la decisión del Tribunal Supremo.

El núcleo duro de Vicepresidencia lo contrapone a Torra, «un fanático independentista con un pie en la inhabilitación». Eso, como mínimo, porque hay quienes vaticinan para él incluso la cárcel o la fuga. Quim Torra forma más parte del pasado que del futuro. «Una figura menor a cinco minutos de convertirse definitivamente en un juguete roto», señalan. La ecuación parece clara: La Moncloa admite abiertamente el hilo directo con Pere Aragonés, con quien la vicepresidenta compartió un extenso cara a cara en los recientes Premios Planeta en Barcelona. Ello aunque las jornadas que se están viviendo estén siendo para el Ejecutivo de Sánchez –y qué decir para la sufrida sociedad catalana– un drama con final ignoto. Pero por más que el presidente se esfuerce en transmitir que en ningún caso los graves tumultos pueden conducir a la pérdida de control ni a dar pasos en falso, lo cierto es que gran parte de la opinión pública percibe como inacción el compromiso gubernamental con su idea de «proporcionalidad».

Es el lastre de haber dejado el peso de la respuesta a los lamentables sucesos de Cataluña exclusivamente sobre las espaldas de la sufrida policía que actúa contra el caos creado por la desleal Generalitat que manda los manifestantes.