ETA

Ortega Lara: Regreso al zulo 20 años después

LA RAZÓN visita la nave donde estuvo encerrado 532 días el funcionario de prisiones. Hoy es un almacén donde hay juegos infantiles arrumbados

1 de julio de 1997. Un Guardia Civil mide con los brazos la húmeda celda donde Ortega Lara sufrió su inhumano cautiverio: 3 metros de largo, por 2,5 ancho y 1,80 de alto fue el espacio que tuvo el funcionario durante año y medio
1 de julio de 1997. Un Guardia Civil mide con los brazos la húmeda celda donde Ortega Lara sufrió su inhumano cautiverio: 3 metros de largo, por 2,5 ancho y 1,80 de alto fue el espacio que tuvo el funcionario durante año y mediolarazon

LA RAZÓN visita la nave donde estuvo encerrado 532 días el funcionario de prisiones. Hoy es un almacén donde hay juegos infantiles arrumbados.

Las imágenes que la prensa difundió horas después de la liberación de Ortega Lara nos mostraron un edificio pegado a zona boscosa y aparentemente apartada de Mondragón. Pero lo cierto es que la lonja en la que le mantuvieron cautivo 532 días, si bien es cierto que se encuentra en una calle cortada no dista más que unos metros de la concurrida carretera hacia la zona de los polígonos industriales en los que se ubican las grandes empresas coperativas de la localidad guipuzcoana.

También nos podemos hacer una idea de las dificultades que tuvieron los agentes de información de la Guardia Civil para seguir durante meses a los integrantes del comando en sus idas y venidas, accediento a horas no habituales y con bolsas de comida que aparentemente no consumían, sin ser detectados. La presencia de coches o de personas merodeando por la zona no pasa precisamente inadvertida y lo podemos corroborar en nuestra visita a la nave 20 años después en la que tampoco dejamos de ser observados por los habituales del lugar. Sólo hay un acceso por carretera a la derecha de la entrada porque el edificio linda a la izquierda con el cauce del río Deba. Una cercanía que supuso un auténtico calvario para el funcionario de prisiones ya que tuvo que vivir en un espacio minúsculo y con las pareces rezumando agua por la humedad que se filtraba en el interior del zulo.

El taller mecánico anexo a la inhumana cárcel etarra sigue manteniendo su actividad pero la planta baja de la lonja, donde se encontraba la empresa Jalgi C.B. -la tapadera empresarial del comando- parece abandonada y con el camino cubierto por la vegetación y con las ventanas rotas. Sólo al acercarnos nos percatamos que su propietario le ha dado un nuevo uso como almacen y que en su interior se pueden ver elementos que parecen conformar un parque infantil desmontado. La placa con el nombre de la sociedad utilizada por los terroristas ha desaparecido de la fachada pero ha dejado la marca de que una vez estuvo allí. En 1987 el comando etarra alquila la nave de Mondragón que tiene como principal actividad la fabricación de piezas de repuesto. Un año después, según se recoge en las diligencias judiciales posteriores a la liberación de Ortega Lara, comienzan a excavar el suelo de la nave en principio para acondiciar el espacio como almacén de armas y explosivos. ETA les encarga meses después hacer un segundo espacio en el subsuelo para preparar el secuestro del funcionario de prisiones. José Luis Erostegi Bidaguren, Javier Ugarte Villar, y José Manuel Gaztelu Otxandorena fueron junto al ya fallecido Josu Uribeetxeberria Bolinaga los cuatro miembros del comando encargado de la custodia del funcionario de la prisión de Logroño. Fue precisamente la pista de Boligaba, alias “Boli”, la que condujo a la Guardia Civil hasta la nave de Mondragón gracias a un apunte contable aparecido en una libreta de un etarra detenido en Francia.

Con la ayuda de los que días después pudieron visitar el zulo, su humedad y sus reducidas dimensiones, nos hacemos una mejor idea del lugar en el que los miembros de la Guardia Civil descubrieron la entrada a recinto subterráneo, hacia la tercera columna de un espacio que ahora luce diáfano sin las pesadas máquinas para metales que ocultaban la entrada al lugar en el que retenían a Ortega Lara, pero no se llega a atisbar ningún rastro del acceso a los cubículos en los que los etarras retuvieron a Ortega Lara y almacenaron armas, granadas y explosivos. Dado el mal estado de los huecos que conformaban el zulo – con tres espacios, el de acceso, uno intermedio con la puerta y trampilla que utilizaban para dar de comer a Ortega Lara y la estrecha y húmeda cámara en la que le mantuvieron recluído- a buen seguro que no habrá aguantado el paso de los años optando por sellarlo.

Pero los agentes de la Guardia Civil que tuvieron acceso al recinto durante meses dejaron fiel constancia en documentos de todas y cada una de las medidas y elementos que se toparon el la improvisada cárcel del terror etarra. El Memorial de las Víctimas del Terrorismo que actualmente se construye en Vitoria ya ha confirmado que contará en sus instalaciones con un zulo a escala que reproduzca fielmente el espacio en el que estuvo empadedado Ortega Lara durante su largo encierro. Una caja inmunda de 3 metros de largo por 2.5 metros de ancho y 1,80 de alto.

Con el paso del tiempo hemos ido conociendo también gracias a los propios agentes de la Guardia Civil que participaron en la operación informaciones que nos ayudan a conocer mejor la angustia que se vivió en el interior de la nave industrial hasta que descubrieron gracias al tesón y a la buena fortuna el mecanismo que daba acceso al zulo subterráneo. Testimonios que siguen estremeciendo porque la posibilidad de que la operación terminase con los cuatro arrestados en libertad y Ortega Lara abandonado a su suerte pudo ser una triste realidad ante la negativa de los etarras a delatar su presencia.

La emoción del rescate

El 1 de julio de 1997 no iba a ser un día cualquiera. A las redacciones ya había llegado el rumor la noche anterior de que había que estar preparados para una noticia de alcance. Y esa noticia llegaba al filo de la una y media de la madrugada cuando la Ertzaintza localizaba al empresario Cosme Delclaux atado a un árbol en una zona rural del municipio vizcaíno de Elorrio. Minutos antes ETA llamaba al diario Egin para anunciar la liberación de Delclaux y señalar el punto en el que se que ponía fin a 232 días de cautiverio no sin antes lograr el pago de un millonario rescate. Los medios de comunicación nos centrábamos en la noticia de la liberación de Cosme Delclaux y dábamos por buena la idea de que esa podía ser la noticia esperada aunque sin descartar que la operación para liberar a Ortega Lara pudiera ya estar en marcha. Las próximas horas serían especialmente intensas.

Como muchos otros compañeros que realizan labores informativas en los matinales de las emisoras de radio, la mañana del 1 de julio acudí a la redacción de Onda Cero en San Sebastián para preparar las ventanas de programación local. Pronto los compañeros de Vizcaya acapararon toda la atención de la cadena a nivel nacional para informar de la liberación del empresario, pero pasadas las siete de la mañana la actualidad comenzó a girar hacia la vecina Gipuzkoa.

El pasado viernes Onda Cero decidia emitir por internet la programación íntegra del 1 de julio de 1997. Carlos Alsina, actual conductor del espacio matinal de la emisora era también el responsable del programa informativo de la mañana. A las siete de la mañana Ortega Lara era liberado y en minutos la información llegaba a la emisora. El entonces director de informativos de Onda Cero, Félix Madero, confirmaba en antena la noticia de la liberación citando fuentes oficiales. Un teletipo de la desaparecida agencia Vasco Press, referente del periodismo vasco en las épocas más convulsas, daba más detalles de la operación y la localizada en una nave industrial de Mondragón.