Cataluña
Otro candidato: la trampa de un «procés» fracasado
La situación requiere mucha «finezza» y un esfuerzo adicional. Es el análisis que hacen en La Moncloa y el PP tras la negativa de la CUP a investir a Artur Mas, que conduce a Cataluña hacia unas nuevas elecciones autonómicas. Las cuartas en cinco años, todo un hito delirante que describe muy bien aquella frase del ex presidente de La Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas: «En política se puede hace todo menos el ridículo». La humillación de Mas, en su propia persona y en la piel de los catalanes, pasará a la historia como un bochorno épico sin precedentes. Las preguntas son ahora muchas y golpean las cabezas de Mas, Convergencia y Oriol Junqueras. ¿Cómo se rompe Junts pel Sí tras este fiasco? ¿Alguien se atreve a poner otro candidato encima de la mesa? ¿Se atreverán ahora los críticos de CDC a salir a la palestra? Y, sobre todo, ¿seguirá Mas como cabeza de lista en los nuevos comicios? Desde Madrid, el entorno de Mariano Rajoy y dirigentes populares observan el escenario con vigilante prudencia. En los últimos días, se sabía el enorme cisma interno de la CUP, pero también la cada vez más imposible salida de una votación a favor de Mas. La imputación de Jordi Pujol y Marta Ferrusola ante la Audiencia Nacional fue la gota que colmó el vaso. «No podemos cargar con esto», decían muchos cuperos sobre los escándalos de corrupción que atenazan a Convergència. Hasta el último minuto las posturas estaban enconadas, pero al final los radicales antisistema lanzaron su gran trampa: sí al «procés», pero con otro candidato. Así lo ven en las cúpulas de los partidos constitucionalistas, PP, PSOE y Ciudadanos, que admiten la sutil decisión final de la CUP: para no cargar con la culpa de un proceso encallado lanzan la piedra de otro nombre sobre la mesa. Cobardes, pero no tontos.
Nadie duda de que la envenenada situación de Cataluña influye enormemente en la política nacional. «Ahora es cuando se necesitan políticos con altura de miras», afirman en Moncloa y Génova trece. Añaden que España necesita un gran pacto de Estado por la estabilidad económica y el encaje territorial dentro de la unidad de España. Es lo que Mariano Rajoy ha ofrecido en sus últimas declaraciones, pero cuyo guante no ha sido recogido por Pedro Sánchez. Sin embargo, el nuevo horizonte electoral en Cataluña, el fracaso de la hoja de ruta secesionista y la profunda división en el PSOE tras la arremetida de los «barones» contra el actual secretario general vaticinan un nuevo horizonte. «Hay partido», dicen en el PP como prueba de que aún existen posibilidades de un gran acuerdo. Lo que está claro, añaden, es el naufragio, el fraude de un «procés» cuyos protagonistas están ya en clara desbandada.
Los despachos políticos de Barcelona eran anoche un hervidero. Desde La Generalitat el pasmo era absoluto, pues hasta última hora pensaron en una victoria por la mínima a favor de Mas. En Convergencia el ánimo era diferente, pues sus negociadores con la CUP se temían lo peor. En las filas de Junts pel sí y la ANC el estupor era grande, con un Raül Romeva noqueado que ha visto su nombre como la peonza que va y viene. Y en Esquerra Republicana no se llevaron sorpresas. Hace tiempo que Oriol Junqueras movía con astucia sus hilos en previsión de cualquier desenlace, dado que unas nuevas elecciones le favorecen. En cuanto al bloque de izquierdas liderado por Ada Colau y las marcas de Podemos nunca estuvieron a favor de Mas tras los buenos resultados del 20-D. A ojos de todos, el único culpable, el gran derrotado de este desastroso espectáculo, es Artur Mas. La semana se presenta de infarto. La trampa de los radicales es clara: proceso adelante con otro candidato. Algo difícil de articular, como también lo es la posibilidad de otra salida que pasaría por celebrar el debate de investidura, conseguir dos votos tránsfugas o nuevos socios que votaran a favor de Mas. ¿Quién le pone este cascabel al gato?, se preguntan muchos dirigentes catalanes. Un líder humillado y humillante para Cataluña presenta un balance tenebroso. Con una hoja de ruta independentista embarrada, el naufragio necesita salvación. «El pescado está ya vendido», admiten con resignación dirigentes de Convergència, dónde se avecinan deserciones. Es hora de la política con mayúsculas, con el salvavidas al hombro.
«Mas necesita ser aforado ante lo que se avecina»
En los partidos constitucionalistas opinan que de momento no tirará la toalla. «Necesita ser aforado ante lo que se avecina». En efecto, el horizonte judicial que le atenaza, sobre todo el caso del tres por ciento, le obliga a mantener el aforamiento para encarar su defensa. Si persiste en su idea de encabezar una nueva lista electoral, los sondeos son muy negativos. Si no lo hace y se va a su casa, quedará en barbecho frente a las causas judiciales. En todo caso, los comicios de marzo serán de malos resultados para Convergencia según revelan las encuestas internas en poder del partido, que pronostican un auténtico «derrumbe» con Mas de candidato. A tenor de estos sondeos, el gran triunfador sería Junqueras como aspirante a la Generalitat, su eterna ambición. Las encuestas vaticinan también un buen resultado para Ada Colau liderando una confluencia de extrema izquierda, algo que prefiere el sector extremista de la CUP.
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