El reportaje

Los otros «porqués» del narcotráfico en el litoral gaditano

Desempleo, altos índices de exclusión social y limitaciones de desarrollo alimentan el «caldo de cultivo» para la droga en zonas como Barbate y La Línea

GRAFAND3854. BARBATE (CÁDIZ), 17/07/2023.- Unos jóvenes pescan en el muelle pesquero de Barbate(Cádiz). La falta de pescado en el caladero y el elevado precio del combustible, entre otras circunstancias, han hecho que el acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos que expira este lunes no haya sido rentable para los pesqueros de las localidades gaditanas de Barbate y Conil de la Frontera que lo usan para faenar en las aguas vecinas y que hoy se concentran para expresar la crítica situación en la que se encuentra el sector. EFE/Román Ríos
Unos jóvenes pescan en el muelle pesquero de Barbate(Cádiz)Agencia EFE

El dramaturgo y poeta Friedrich Schiller dijo aquello de: «No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas». Algo así ocurre cuando, mucho más allá de los trágicos y crueles sucesos del puerto de Barbate y tantos otros (más de 20 agentes han perdido la vida en los últimos ocho años en la zona del Estrecho), se intenta comprender (no justificar) la trágica y endémica relación que el litoral gaditano mantiene con el narcotráfico.

Relación que, como refería Schiller, tiene sus «fuentes profundas». Raíces que van más allá de los «condicionantes» geográficos (14,4 kilómetros separan las costas gaditanas de la marroquíes) que sitúan a Cádiz en una de las fronteras más «calientes» de Europa o de la constada y constatable (más aún estos días) desigualdad de «fuerzas» con las que unos y otros, narcos y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, «disputan una partida» de tintes luctuosos, en cuyo horizonte no se atisba indicio alguno de jaque mate al narcotráfico.

Basta con asomarse a las realidades de dos de las zonas más «calientes» del litoral gaditano, La Línea de la Concepción y Barbate, para vislumbrar algunos de esos porqués que convierten a estas localidades en excelente «caldo de cultivo» para comprar voluntades y sumar piezas a un «ejercito» en el que los medios, materiales y humanos, parecen ilimitados.

«Aunque el paro o la pobreza no son excusas para, como pretenden algunos, justificar su pertenencia o la de otros tantos al mundo de la droga (menos aún visto lo sucedido en Barbate)», señala Paco Mena, icono de la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar, «es una realidad que estas redes se refuerzan con cierta facilidad porque contamos con zonas muy deprimidas en nuestro territorio».

[[H2:«Alistamiento continuo»]]

«De hecho, a lo largo de décadas», recuerda, «hemos asistido a un ‘‘alistamiento’’ continuo en algunas zonas de La Línea. Concretamente, en barrios como La Atunara, en el que, permanentemente, se ha tentado a muchas personas, sobre todo jóvenes, con dinero fácil para formar parte de las redes del narcotráfico».

Lo que no estaba en los cálculos «era ver en otros lugares de la provincia situaciones que se vivían en el Campo de Gibraltar en el año 2016», explica. Escenas como la de «la jauría que vimos en Barbate, alentando a la narcolancha a embestir contra la zodiac de la Guardia Civil, me recordó a lo vivido en La Atunara, cuando la gente salía a la calle para enfrentarse con la Guardia Civil con motivo de alguna incautación de droga».

Tal es el arraigo que la droga ha logrado en estas zonas deprimidas que, como ha apuntado en numerosas ocasiones la secretaria de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, Carmen Villanueva, «el narcotráfico se ha convertido en un estilo de vida» para una parte, eso sí, muy pequeña, de la población. «Peones» de la droga a los que, en la mayoría de los casos, se les hace casi imposible recorrer el camino de vuelta.

«¿Cómo convencer a un niño de hoy que es mejor que estudie a que sueñe con ganar en una sola noche más euros que su profesor en un mes?», se preguntaba hace años el escritor campogibraltareño Juan José Téllez. Pregunta que, aún hoy, sigue sin respuesta en un territorio, el Campo de Gibraltar, y una ciudad, La Línea, que siguen soportando niveles de desempleo de auténtico vértigo (en torno al 35%). Realidad que contrasta con lo que sucede un poco más allá, al otro lado de la Verja, donde los gibraltareños disfrutan de casi pleno empleo.

Tal es la situación que rodea a La Línea que, con uno de los peores datos de pobreza de España (poco más de 9.000 euros anuales por habitante de renta), la esperanza de vida más baja del país y sin territorio para poder proyectar su desarrollo, su población, de forma abrumadora, rompió la baraja del bipartidismo para «montarse en el carro» de un formación política, La Línea 100X100, que defendía lo impensable: la «independencia». O, dicho de otra manera, un estatus económico especial como único salvavidas para salir de la situación de ahogo que soporta desde hace años. Partido que, todavía hoy, mantiene la confianza mayoritaria de los linenses.

A medio camino entre las bahías de Algeciras y Cádiz, no pintan mucho mejor las cosas para Barbate, localidad en las que las casualidades tampoco existen cuando se trata de narcotráfico.

Alejada ya de aquellas desgraciadas décadas de los 80 y los 90, en las que, única y exclusivamente, era noticia por la droga, con personajes tan excéntricos como el narco Antón (paseaba por el pueblo con un cachorro de león), la capital de los atunes rojos ha sido y sigue siendo una de las zonas más deprimidas de su comarca, La Janda, y la provincia de Cádiz y Andalucía.

Con una tasa de paro que ronda el 30 por ciento y que, incluso, llegó a superar el 55 por ciento en el año 2012, Barbate pasó de ser una localidad de riqueza y progreso de la mano de la pesca en los 70, a caer en desgracia. Situación que empeoró en los 80 a raíz de los impagos por parte del Ayuntamiento de las cargas impositivas, generando una deuda con el Estado que sigue estrangulando la economía municipal.

Desde aquellos años, Barbate, uno de los entornos más espectaculares de la costa de Cádiz, ha apostado al turismo como gran fuente de empleo y riqueza, si bien, a diferencia de lo que sucede con localidades vecinas (Conil de la Frontera, Chiclana, etc.), sus posibilidades de desarrollo están totalmente limitadas. El hecho de contar con servidumbres (Campo de Tiro del Retín, Parque Natural de La Breña y Acantilados del Barbate y Costas) que afectan casi al 70% de su término municipal, le impide generar grandes oportunidades de empleo y desarrollo.

Asimismo, como ha denunciado en varias ocasiones su alcalde, Miguel Molina, recibiendo, en lo que al Retín se refiere, un trato «ofensivo y discriminatorio», ya que, mientras que no recibe compensación alguna del Estado por dicha servidumbre, localidades como Rota (1,8 millones) y las Bardenas Reales (14) sí lo hacen. Realidades que, tanto en La Línea como en Barbate, dan respuesta (no justifican) a esos otros porqués de la presencia del narcotráfico en la zona.

Y es que como apunta Paco Mena, «hasta que no se entienda que, además de combatir el narcotráfico de modo efectivo, hay que apostar decididamente por poner en marcha planes de formación y empleo para que, sobre todos los jóvenes, tengan una forma digna de ganarse la vida y dejen la droga a un lado, no lograremos avanzar».