Política

Helsinki

Pablo Casado y Mariano Rajoy se reúnen tras la salida de Cospedal

Génova enmarca el almuerzo dentro de la «normalidad» y lo desliga de la dimisión de la ex «número dos». La dirección busca compatibilizar una imagen de sintonía con el ex presidente y la ruptura con la corrupción de la etapa anterior.

Casado, Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno, ayer, en una reunión sobre la organización de la Convención Nacional del PP
Casado, Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno, ayer, en una reunión sobre la organización de la Convención Nacional del PPlarazon

Génova enmarca el almuerzo dentro de la «normalidad» y lo desliga de la dimisión de la ex «número dos». La dirección busca compatibilizar una imagen de sintonía con el ex presidente y la ruptura con la corrupción de la etapa anterior.

El almuerzo que ayer mantuvieron el líder del PP, Pablo Casado, y el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy se situó oficialmente dentro de la «normalidad» de la relación institucional entre los dos. Génova lo desvinculó también oficialmente de la polémica por la filtración de conversaciones grabadas entre la ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal y el ex comisario José Villarejo, así como de otras polémicas que han aparecido en los últimos días como la que afecta a la investigación judicial sobre el presunto uso de fondos reservados por el Gobierno del PP para recuperar información comprometida que supuestamente se había llevado el ex tesorero Luis Bárcenas.

No obstante, la de ayer fue la primera conversación que Casado y Rajoy mantienen después de que esta última crisis, por hechos del pasado, haya amenazado con desestabilizar los cimientos del nuevo PP y se haya llevado de la política en activo a la ex secretaria general y ex ministra de Defensa. Durante la gestión de esta crisis, que se precipitó al aparecer la alusión «al jefe» en una de las conversaciones de Villarejo con el marido de Cospedal, lo que se sobreentendió como una alusión a Rajoy, la dirección popular y el ex presidente no habían intercambiado explicaciones sobre los hechos conocidos por estas filtraciones.

Génova afrontó a ciegas la polémica después de una primera conversación con Cospedal, que no aclaró los hechos que en días posteriores fueron conociéndose a través de las grabaciones, entre ellos el plan para espiar al entonces «número tres» del partido, Javier Arenas, por su relación con Bárcenas. También al hermano del ex ministro Alfredo Pérez Rubalcaba.

Génova señaló ayer que el almuerzo entre Casado y Rajoy estaba fijado en la agenda antes de que estallara esta crisis, y que el objeto, por tanto, de la comida no fue, en principio, abordar la crisis abierta por Villarejo ni la salida de Cospedal del Comité Ejecutivo y del Congreso de los Diputados.

Durante estos días, el único pronunciamiento que había hecho Rajoy había sido a través de su entorno y para hacer constar su malestar con la información que le apuntaba a él, «al jefe», como si estuviera al tanto de los negocios de Cospedal y su marido con Villarejo. No obstante, el ex presidente del Gobierno sabe que estas informaciones han generado una gran controversia dentro de su organización política y afectan también a la imagen con la que deja el partido después de toda una trayectoria política ocupando cargos de gran responsabilidad en el mismo. Desde 2004 ha sido el presidente nacional en ejercicio.

Con Cospedal y la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría fuera de la política, el «marianismo» se apaga como fuerza influyente en el nuevo PP. En un momento en el que la nueva dirección quiere mantener la imagen de que está en buenos términos con Rajoy –con quien, según confirma Génova, Casado habla con mucha regularidad sobre temas de Estado y otros asuntos europeos– y también con José María Aznar, pero rompiendo a la vez la sensación de que están bajo la tutela de alguno de ellos. Esta decisión de mantener una relación cordial con Rajoy explica que la pasada semana Pablo Casado diera oficialmente la cara por él, al asegurar en Helsinki (Finlandia) que tenía «plena confianza» en Rajoy y sostener que estaba seguro de que éste no toleraría una práctica que se apartase de «la ejemplaridad». Pero, en paralelo, en un difícil equilibrio, el líder popular también ha convertido en eje principal de su mensaje de estos últimos días la idea de que el nuevo PP no tiene nada que ver con el pasado ni reeditará la manera en la que se gestionaron los casos de corrupción que afectaron a sus siglas. Su lema es que no va a permitir ningún comportamiento que no se ajuste a la máxima de «ejemplaridad, transparencia y rendición de cuentas».

Pocos días después de ser elegido presidente del PP, en el Congreso extraordinario celebrado el 21 de julio, Casado recibió a sus tres antecesores en su despacho de Génova: Rajoy, Aznar y Antonio Hernández-Mancha. Y públicamente el líder popular ha transmitido su deseo de que tanto Rajoy como Aznar asistan a la Convención Nacional que el PP celebrará en enero, y en la que la dirección popular pretende renovar el proyecto del partido para afrontar las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Ayer Casado analizó la organización de esta Convención con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo y con el presidente de la Fundación Concordia y Libertad, Adolfo Súarez Illana. Encuentro al que se sumó el candidato del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, después de una conferencia en el Club Siglo XXI.

Por otra parte, la dirección nacional sigue impulsando la reunión constitucionalista que ha convocado para mañana en el Congreso. Casado sí asistirá a ella, pero fuentes de Ciudadanos anticipan que están valorando a quién envían en representación de sus siglas en lugar de que lo haga Albert Rivera.