El personaje

Patxi López: "Míster y punto"

Desde que estalló el escándalo de «Tito Berni», al portavoz socialista en el Congreso le crecen los enanos.

Ilustración Patxi López
Ilustración Patxi LópezPlatónLa Razón

Le ha tocado afrontar el marrón y calmar las aguas del grupo parlamentario socialista ante el escándalo de «Tito Berni». El balance es penoso y cada vez se acrecienta el malestar entre los diputados cuyos nombres afloran por doquier en un torrente de comilonas, bacanales, orgías, prostitución y comisiones ilegales. Las comparecencias del portavoz en el Congreso de los Diputados, Patxi López, son de nota y tienen atónitos a los informadores. «Pero a ti, ¿qué más te da?», le espeta a uno de ellos cuando le pregunta por la abolición de la prostitución a la que estaban claramente aficionados muchos de sus compañeros. «Eso lo dirás tú», le advierte a otro cuando le saca los nombres de hasta trece diputados y dos senadores asistentes a los almuerzos y cenas amañados por el canario Juan Fernando Fuentes Curbelo y el mediador Antonio Navarro Tacoronte donde corría la pasta sin rubor. «Una cosa es comer y punto», sentencia Patxi López con esa muletilla con la que zanja todas sus comparecencias y ya le ha hecho famoso en la Cámara Baja. Tan es así, que entre los cronistas parlamentarios, el portavoz del PSOE es conocido como «Míster y punto». No hay más que hablar.

Desde que estalló el escándalo de «Tito Berni», cada día con más elementos preocupantes en una trama sórdida de patanes, puterillos, papafritas y cabralocas, a Patxi López le crecen los enanos. La difusión con nombres y apellidos de diputados socialistas asistentes a los ágapes del restaurante Ramsés en Madrid, que se investigan en el llamado «caso Mediador», está tensionando al grupo parlamentario de un modo sin precedentes.

«Nos sentimos linchados», se lamentan algunos de ellos que, además, se sienten mal defendidos por la dirección. «Esto se está gestionando fatal y la división es enorme», admiten estos diputados que sospechan de filtraciones dentro del propio grupo parlamentario, ajustes de cuentas, y vendetas personales.

El sentir general es que el portavoz parlamentario está desbordado, lo que es visto con gran preocupación en La Moncloa, dónde insisten en la rapidez y contundencia con la que se ha actuado. Pero en el grupo parlamentario subyace el temor de nuevas informaciones o imágenes comprometidas que se añadan a la investigación, lo que supone un enorme daño y desgaste ante las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo. Patxi López, «Míster y punto», intenta ser un cortante apagafuegos sin mucho éxito.

De momento, a los trece diputados que han reconocido sus comilonas con los artífices de la trama solo se les ha ofrecido asistencia jurídica, dado que muchos de ellos han anunciado demandas contra su honor. El portavoz Patxi López se suma al argumento manejado también desde La Moncloa y Ferraz de que una cosa es compartir mesa y mantel con alguien y otra bien distinta corromperse.

Pero ya nadie pone la mano en el fuego por nadie ante el temor de que luego salgan imágenes de orgías en hoteles, drogas o prostitución vinculadas al ya exdiputado canario, a quien todos en el Congreso conocían como «Juanbe», un maestro de simpatía y relaciones públicas, y de quien ahora todos buscan destruir cualquier fotografía. El ambiente en el seno del grupo parlamentario es de gran nerviosismo y fuertes suspicacias, mientras la Fiscalía aún no ha autorizado el registro en el despacho de Fernández Curbelos y el PP reclama una Comisión de Investigación, vergonzantemente rechazada por los falsarios de Unidas Podemos, más preocupados por insultar a los empresarios que crean riqueza y empleo en nuestro país.

Y aquí tenemos de nuevo a Francisco Javier López Álvarez, más conocido como Patxi, en el punto de la polémica. Nacido en el seno de una familia socialista vasca, su padre fue el histórico dirigente de UGT Eduardo López Albizu, «Lalo», diputado por Vizcaya y miembro junto con Nicolás Redondo del grupo sindicalista «Los de la Naval».

Aunque comenzó su carrera como ingeniero industrial en la Universidad del País Vasco, nunca la termino y su trayectoria es la de un típico «apparatchik» siempre vinculado al partido. Ingresó en las Juventudes Socialistas de Euskadi y después fue elegido diputado en el Congreso por el PSE en la Legislatura de 1987. Secretario General del Partido Socialista de Euskadi tras la dimisión de Nicolás Redondo Terreros en marzo de 2009, llegó a un acuerdo de investidura con el PP y logró ser investido lendakari del Gobierno Vasco gracias a los votos de los populares vascos. Algo que después pareció olvidar y nunca agradecido bastante.

Tras su salida de Ajuria Enea con la victoria en el año 2012 del PNV y la llegada de Íñigo Urkullu, volvió al Congreso como diputado por Álava. En enero de 2016, merced a un acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos, fue elegido presidente de la Cámara Baja, cargo en el que cesó ese mismo año como consecuencia de la disolución de las Cortes.

Durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo un papel clave en las negociaciones para la disolución de la banda terrorista ETA y, tras el asesinato de su compañero José Antonio Pagaza, hubo de escuchar aquellas duras palabras de su madre: «Patxi, veremos cosas que nos helarán la sangre».

En las primarias del PSOE de 2017 presentó su candidatura frente a Susana Díaz y Pedro Sánchez, quedando en tercer lugar tras el triunfo de Sánchez. Mantuvo su escaño en el Congreso de los Diputados como presidente de la Comisión Constitucional hasta que Pedro Sánchez le rescató como portavoz del grupo parlamentario.

En el trato personal es un hombre afable, aunque cortante y algo tosco, fruto de su carácter vasco. Ahora, le ha tocado lidiar con un escándalo de baja estofa, entre gayumbos, clubs de alterne, bacanales y dinero, que promete un lodazal político.