El desafío independentista

PDeCAT, todo en juego

La Razón
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El 56,5% de los catalanes reconoce que el Tribunal Constitucional acabará impidiendo la celebración del referéndum ilegal. Tan sólo el 34% aún cree en su realización y sólo son mayoría entre los menores de 30 años. Entre los catalanes mayores de 29 años se impone el convencimiento de su no realización. Esta conclusión debería servir al Gobierno regional para desistir. Pero son un kamikaze con piloto automático y sin paracaídas, que buscan en su inmolación el 1-O un lugar entre los mártires del separatismo.

Los favorables a la república catalana independiente van siendo cada vez menos, a fecha de hoy el 41,5% se muestra favorable a la aventura. La irresponsabilidad de éstos alcanza tal grado que el 75,3% de los favorables a la separación, es decir el 3,2% de los catalanes, se separaría de España aunque supusiera la expulsión de Cataluña de la Unión Europea. Tres de cada cuatro independentistas están fuera de la realidad. Con gente irracional e irreflexiva no es posible tomar el camino del diálogo. La solución es aplicar la ley con la contundencia necesaria para que se cumpla. No habrá choque de trenes. A lo sumo una furgoneta intentará embestir un tren de mercancías a plena carga.

La mayoría de los catalanes considera que Puigdemont debería dimitir (53%) y convocar elecciones anticipadas (53,9%) si no se celebra el 1-O. Esta posición de la ciudadanía llevaría a disolver el actual Parlamento de Cataluña y el resultado de las urnas arrinconaría al PDeCAT y daría protagonismo a ERC. Puigdemont y el PDeCAT se la juegan a la carta del 1-O. Es su último cartucho. De hecho el 54,6% de los catalanes cree que la antigua Convergència se aprovecha del sentimiento nacionalista para tapar sus casos de corrupción. En todos los segmentos de edad son mayoría los que creen esto. Incluso se registran porcentajes más grandes entre los menores que entre los mayores. Por lo tanto, PDeCAT luchará hasta el final para conseguir la independencia con el 1-O. De lo contrario le espera un oscuro futuro, procesos judiciales a figuras históricas del nacionalismo y una derrota humillante en las urnas.

Pero PDeCAT y CUP son conscientes del castigo electoral que llevarán en las urnas si hay elecciones e intentarán agotar la legislatura hasta septiembre de 2019. No obstante, todo el actual mapa político que dibuja la encuesta de LA RAZÓN se vería afectado, incluso de modo muy importante, el día 2 de octubre. El despertar de Cataluña de la pesadilla rupturista tras la derrota de los separatistas y la imposición del Estado de Derecho y la prevalencia de la Constitución española hará reflexionar a buena parte del votante catalán que redibujará el mapa electoral hacia la racionalidad.

Existe una percepción mayoritaria, del 57%, que considera que la Generalitat ha descuidado el Gobierno de Cataluña por el proceso separatista. Los problemas de los ciudadanos no se atienen y el deterioro de los servicios públicos administrados por el Govern es notorio. La Generalitat ha dejado de administrar abandonando sus responsabilidades con los ciudadanos y se ha ido de manifestación. El 39,4% de los catalanes se considera tan catalán como español. Es la definición de cinco posibles que se impone a las demás, en términos absolutos y en cada segmento de edad. Otro 10,3% se siente únicamente español o más español que catalán.

Los que sólo se consideran catalanes representan el 20,1%, prácticamente la mitad que los que son tan españoles como catalanes. Pero ni siquiera son el segundo colectivo más importante, son el tercero. El segundo puesto lo ocupan los que se sientan más catalanes que españoles, que representan el 23,6%. El objetivo de los separatistas ha sido durante los últimos cinco años atraer a este 23,6%, que no dejan de sentirse españoles, al lado del separatismo. La suma de estos dos colectivos supondría el 43,7%, prácticamente el porcentaje actual de catalanes que votarían sí a la independencia. Por lo tanto es muy importante separar ambos colectivos y atraer al lado constitucional a ese 23,6% de catalanes que se sienten más catalanes que españoles, pero españoles también.