Carmen Calvo

Pedro Sánchez: «Estoy potente y resistiré»

El presidente trasladó a su equipo en el Consejo de Ministros que piensa aguantar todo lo posible la Legislatura. En el PSOE no son tan optimistas y ven un escenario muy complicado

Pedro Sánchez: «Estoy potente y resistiré»
Pedro Sánchez: «Estoy potente y resistiré»larazon

El presidente trasladó a su equipo que piensa aguantar todo lo posible la Legislatura. En el PSOE no son tan optimistas y ven un escenario muy complicado

Convencido y seguro. Así vieron al presidente del Gobierno varias de sus ministras, durante el Consejo habitual de los viernes en el palacio de La Moncloa. Entre ellas, la de Economía, Nadia Calviño, y la de Hacienda, María Jesús Montero. Esta última ya sabía el palo parlamentario que se le avecinaba en el Congreso con el rechazo al techo de gasto, imprescindible para los Presupuestos Generales del Estado. Pese a tal revés, Pedro Sánchez mantuvo el tipo y durante el receso de la reunión, trasladó a su equipo que piensa aguantar todo lo posible la Legislatura.

«Estoy potente y resistiré», les dijo sin titubeos. Acto seguido, presidió un Consejo con muchos acuerdos y en el que hablo largamente sobre el cuarenta aniversario de la Constitución, que se conmemora el próximo mes de diciembre con numerosos actos bajo la batuta del Consejo Asesor, creado por las Mesas del Congreso y el Senado, con ponentes de la Carta Magna, diputados, catedráticos y personalidades de la transición.

«Como si no fuera con él y muy respaldado por su agenda internacional», dice un miembro del Gobierno sobre la actitud numantina de Sánchez. El presidente estaba muy contento por su reciente encuentro en Moncloa con el Jefe del Estado Francés, Emmanuel Macron, a quien considera un amigo personal, y habló satisfecho de sus últimos viajes a Bruselas y la visita a Lisboa para verse con el primer ministro portugués.

El convencimiento ministerial de que resistirá hasta el final de la Legislatura no es compartido por dirigentes y diputados del PSOE. «No le queda otro remedio que decir eso», reconocían algunos en los pasillos del Congreso tras el varapalo de la votación. El pesimismo cundió ante el veredicto de los constitucionalistas y letrados de las Cortes consultados por Carmen Calvo sobre una posible modificación de la ley de Estabilidad o un decreto que impida el veto del Partido Popular en el Senado. El criterio jurídico es unánime ante la dificultad de hacerlo, dado que la modificación de cualquier normativa orgánica requiere mayoría en las Mesas de ambas Cámaras parlamentarias.

Consciente de que el obstáculo no es sólo jurídico, sino sobre todo político, Pedro Sánchez ha diseñado su estrategia: resistir, victimismo y el clásico mensaje contra la derecha. «Que viene el coco», dice gráficamente un diputado socialista sobre las órdenes dadas por el presidente y Ferraz contra el PP. Se trata, según fuentes socialistas, de resucitar «el dóberman», aquella agresiva campaña diseñada en su día por el secretario de organización, Cipriá Císcar, y divulgada por el PSOE contra las fauces devoradoras de la derecha. Los primeros mensajes no se hicieron esperar, la misma tarde del viernes la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, advertía de los planes del PP para impedir el estado del bienestar de los ciudadanos y otros dirigentes iban por idéntico camino. La consigna de Sánchez es clara: o yo, o el caos. O conmigo el bienestar, o de nuevo los recortes, «el austericidio» de la derecha más leonina.

De aquí a septiembre, cuando se volverá a presentar el techo de gasto, Pedro Sánchez tiene dos destinatarios a convencer: Podemos y los separatistas catalanes. Pero ambos plantean serios problemas para dar su brazo a torcer. En el caso de los izquierdistas de la formación morada, su apoyo al PSOE les saldría muy caro electoralmente, dado que ya pierden votos a favor de los socialistas y los primeros comicios a la vista, los andaluces, se les presentan complicados. El auge de la anticapitalista Teresa Rodríguez y su total desobediencia respecto a las órdenes de Pablo Iglesias es un cisma en toda regla y «el abrazo del oso» con los socialistas consumaría la escisión. Por el momento, la actitud de Podemos en el Congreso es de rechazo absoluto a las cuentas del Gobierno si no aumenta el gasto y la agenda social, algo muy difícil, casi imposible, por las directrices de Bruselas y las exigencias del déficit. Iglesias lo sabe y pretende «apretar las tuercas» a Sánchez bajo la bandera de la izquierda, aseguran fuentes podemitas.

En cuanto a los separatistas catalanes, el lío es de campeonato. Tras el golpe de mano de Carles Puigdemont, el PDeCAT y su grupo parlamentario en el Congreso están prácticamente roto. Aunque de momento se mantendrá como portavoz al veterano Carles Campuzano, el mando está ya a cargo de Miriam Nogueras, una radical independentista del «núcleo duro» de Puigdemont y ahora número dos del partido. Ello se vio claramente en las votaciones del pasado viernes, cuando Campuzano se tragaba el sapo de acatar las órdenes de Nogueras, la nueva gran dama del secesionismo. Por si fuera poco, la imputación judicial del tres por ciento lanzada por el juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata, contra la antigua Convergencia y el PDeCAT, es otro dardo envenenado. Por no hablar del activismo de Puigdemont, envalentonado y en plena gira radical por toda Europa para vender la independencia y la república catalana. Las cesiones de Sánchez para lograr su apoyo vulneran por completo cualquier orden constitucional.

Otro tanto sucede en Esquerra Republicana, con su líder, Oriol Junqueras, todavía en prisión, y el horizonte de unas elecciones autonómicas al empezar el juicio oral contra el «procés» en el Tribunal Supremo. Es la baza que Puigdemont guarda en la manga, con su radicalismo ascendente por las encuestas que otorgan la victoria a ERC. Por ello, los republicanos verían peligrar esta mayoría con su apoyo al Gobierno, algo que reconoce su vehemente portavoz en el Congreso, Joan Tardá. La libertad inmediata de los presos y el referéndum de autodeterminación son irrenunciables, pero no con su inclusión en la agenda de la próxima comisión bilateral, sino con fecha concreta. El nuevo examen de septiembre para el estudiante Sánchez, como irónicamante advierte Tardá, se presenta con un nuevo suspenso para el Ejecutivo. Por mucho que la titular de Hacienda, María Jesús Montero, apriete los dientes y abronque a los grupos de la oposición en una de las intervenciones más tensas que se recuerdan en el Congreso.

Ante tal situación, los ministros insisten en que Pedro Sánchez resistirá, y que así se lo ha garantizado. Pero muchos socialistas admiten en privado que el escenario es muy complicado. Ese «más allá de lo razonable» que se le escapó a la portavoz gubernamental, Isabel Celáa, puede tener fecha si las cosas se tuercen. El miedo a la derecha, tirar «de chequera», e incluso presentar una moción de confianza en el Congreso que forzara a Podemos y los separatistas a definirse, son las bazas de Sánchez. De momento, los socios que le apoyaron en la moción de censura le han dado la espalda y el horizonte electoral les condiciona. Como admite un destacado dirigente catalán, «contra el PP vivíamos mejor».

Como admite un destacado dirigente catalán, «contra el PP vivíamos mejor».

De aquí a septiembre, Sánchez tiene dos destinatarios a convencer: Podemos y los separatistas catalanes