El personaje

Pilar Llop: En el polvorín de la judicatura

Feminista convencida, experta en violencia de género y cooperación internacional de la Administración de Justicia, la titular de Justicia es una mujer hecha a sí misma

Ilustración Pilar Llop
Ilustración Pilar LlopPlatónLa Razón

Ante una huelga sin precedentes se va de Feria. La frase circula por los pasillos de la Administración de Justicia entre los paros de sus funcionarios y el anuncio de jueces y fiscales de una huelga indefinida convocada por la mayoritaria Asociación Profesional de la Magistratura (APM), la Asociación de Fiscales y APIF si no se atienden sus demandas salariales. En pleno polvorín en los organismos de la Judicatura causó estupor las imágenes de la ministra del ramo, Pilar Llop, vestida de flamenca en el Real de la Feria de Sevilla.

«El Ministerio mira para otro lado y no escucha nuestras demandas», aseguran en estos sectores ante un grave conflicto que paraliza el funcionamiento de todos los procedimientos judiciales. Para colmo también se han sumado a las reclamaciones los abogados del turno de oficio en línea con las exigencias de una adecuación digna de sus honorarios y condiciones laborales. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) apoya las demandas y defiende una revisión retributiva, aunque elude pronunciarse sobre una huelga fijada desde el próximo 16 de mayo, mientras la ministra Llop, de gira por Sevilla, achaca el conflicto a problemas estructurales y advierte sobre las competencias transferidas a las comunidades autónomas.

La situación, lejos de calmarse, se encrespa cada día más ante lo que los funcionarios judiciales califican de «total indiferencia» por parte del ministerio y acusan a su titular de «mirar para otro lado». Tras los paros parciales de los letrados y funcionarios, a las protestas se sumarán el día 16, si el departamento de Llop no lo impide, los jueces, fiscales y abogados del turno de oficio en una huelga indefinida que amenaza con una parálisis total en el mundo judicial. Frente a ello, la ministra afirma que está trabajando «a destajo» por mejorar la equiparación salarial, aunque recuerda que muchos medios humanos y materiales son competencias de las comunidades autónomas. «La justicia es el patito feo de la Administración», denuncian los afectados, mientras Pilar Llop considera legítimas sus aspiraciones, si bien de momento no se ha suscrito solución alguna. Una delegación de vocales del CGPJ se reunirá la próxima semana con representantes de Justicia y Hacienda para intentar un sistema equitativo y estable sobre la dedicación y responsabilidad de jueces y magistrados.

En el Congreso, durante la última sesión de control al Gobierno, Pilar Llop hubo de soportar duros ataque de la oposición. No es la primera vez que se traga «un marrón», aunque esta vez sí atañe directamente a su departamento. Anteriormente, por decisión de Pedro Sánchez, le tocó el sapo de la polémica Ley del «solo sí es sí» y la reforma socialista criticada por los socios de Unidas Podemos. La ministra de Justicia, magistrada de profesión, es una buena jurista, calmada y prudente, pero en esa envenenada ley se convirtió en el chivo expiatorio de Sánchez y el foco de las iras histriónicas de Irene Montero. En su entorno critican que una jueza vinculada toda su vida a la lucha feminista y violencia de género recibiera lecciones de unas podemitas exaltadas, incompetentes, como Montero o Belarra embarcadas en una «pelea de gatas» con la otra ministra y lideresa de Sumar, Yolanda Díaz.

En La Moncloa subyace preocupación por esta huelga en medio de la campaña electoral del 28-M, por lo que se habría instado a Pilar Llop a lograr un acuerdo «in extremis». Las negociaciones prometen ser muy duras, aunque en fuentes del Gobierno confían en que «la sangre no llegue al río», con la intervención de los dos ministros pararrayos del Ejecutivo, Félix Bolaños y María Jesús Montero, tal como sucedió con la ley del «solo sí es sí». De momento la titular de Justicia apuesta por el diálogo, hasta la fecha sin dar ningún fruto. Algunos piensan que el presidente diseña ya su próxima crisis de gobierno para después de las elecciones de mayo y ven a Pilar Llop en el alero, aunque otros afirman que mantiene el apoyo de Moncloa. Fiel a su frialdad, Sánchez se vuelca en la campaña, persiste en sus leyes controvertidas como la de Vivienda y pide calma hasta los resultados del 28-M que marcarán la nueva hoja de ruta hasta las generales.

Experta en violencia de género

Feminista convencida, experta en violencia de género y cooperación internacional de la Administración de Justicia, María Pilar Llop Cuenca es una mujer hecha a sí misma. Nacida en Madrid, hija de un taxista de Barcelona y una peluquera asturiana, siempre tuvo clara su pasión por el Derecho, que estudió en la Universidad Complutense. El último año de carrera lo realizó en Viena con una Beca Erasmus, lo que le permitió perfeccionar idiomas y ser políglota, habla inglés, francés, alemán, italiano y hasta algo de búlgaro, ya que trabajó un año en Bulgaria como asesora de un proyecto de cooperación. Formada en la Escuela Judicial de Barcelona, su trayectoria está ligada a la trata y violencia contra las mujeres. Ascendió a magistrada en 2004, fue letrada del Gabinete Técnico y el Observatorio de Violencia Doméstica en el CGPJ, dónde tuvo como mentora a la también magistrada progresista Inmaculada Montalbán, hoy en el TC.

Su salto a la política se produce de la mano del entonces candidato socialista, Ángel Gabilondo, en las elecciones autonómicas a la Asamblea de Madrid dónde sacó un escaño. En julio de 2018 fue nombrada Delegada del Gobierno para la Violencia de Género, más tarde senadora en las Comisiones de Igualdad y Justicia, y finalmente Presidenta del Senado. En julio de 2021, tras la salida de Juan Carlos Campo, el presidente la nombró ministra de Justicia.

En el plano personal es una mujer culta, afable, que consolidó su carrera profesional a base de becas y trabajo. Casada con Javier Gómez Ramallo, presidente del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos de Sevilla, es madre de una niña. Ahora, de nuevo, le ha tocado lidiar con una espinosa huelga que salpica al tercer Poder del Estado.