Mesa de Ginebra
Plante de los barones del PP mientras exista la "mesa" de Ginebra: "O negociamos en condiciones de igualdad o habrá lío"
Génova vetará el techo de gasto en el Senado y une a sus comunidades ante la financiación autonómica
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, necesita envolver todo lo que le exige hacer sus acuerdos con el independentismo en una guerra de bloques porque, cuanta más polarización haya, Moncloa cree que la izquierda más se resigna con paciencia a esas cesiones y sigue movilizándose contra el bloque de la derecha. Están convencido de ello sus asesores y en este análisis encajan los anuncios de reuniones y ofertas de pacto de Estado al PP, mientras, por otra parte, Moncloa negocia bilateralmente y fuera de las instituciones con Junts y con ERC. Dicho de otra manera, Moncloa busca el «no» de Alberto Núñez Feijóo a entrar en una rueda que no puede moverse por la alianza del PSOE con Carles Puigdemont y con Oriol Junqueras para agitar ese «no» como señuelo entre su electorado.
Ante esto, Génova ha decidido apostar por una «oposición dura, implacable», en la que el margen de acuerdo con los socialistas es mínimo, por no decir cero, pero sin hablar de muros, bloques o bandos, porque saben que ahí pierden.
El choque en la ley de amnistía, cuya toma en consideración por el Congreso se debatirá esta semana, irá en paralelo a una primera colisión en materia presupuestaria y de financiación autonómica. Desde el Gobierno de coalición están sembrando la teoría de que su propuesta de condonación de la deuda, pactada con los independentistas, dividirá a las autonomías populares, debilitando de esta forma el discurso nacional de Feijóo. Pero, sin embargo, los barones del PP están unidos en el principio de que lo que Moncloa ha negociado con Puigdemont, el perdón de la deuda y el cobro de la recaudación de los tributos en el cien por cien por Cataluña, es la ruptura de la igualdad y de la unidad de España. «O vamos todos al Consejo de Política Fiscal y Financiera y negociamos en condiciones de igualdad o habrá lío», es la consigna que se escucha en las presidencias autonómicas que controla el PP.
Este martes está previsto que Hacienda lleve al Consejo de Ministros el techo de gasto, y los nuevos objetivos de déficit y de deuda, que tienen que ser validados por el Congreso y el Senado. Este es el primer paso imprescindible para construir los primeros Presupuestos de esta Legislatura, pero el PP lo vetará en el Senado, donde cuenta con mayoría absoluta. Ante esta situación, la ley prevé que el Gobierno vuelva a presentar ante las Cortes una nueva senda, y de nuevo someterla a votación, pero la barrera de la mayoría absoluta de los populares seguirá estando ahí. Ya en el pasado el PSOE intentó modificar la ley de estabilidad financiera, pero no lo consiguió y desde Hacienda niegan que intentar otra vez esta reforma sea su objetivo para hacer frente al veto del PP. Hoy está convocado el Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que las comunidades deberán presentar sus propios objetivos de estabilidad, el margen de déficit y endeudamiento al que ajustarán sus propias cuentas.
La discusión de la financiación autonómica no tiene salida mientras el Gobierno de coalición mantenga activas sus negociaciones bilaterales, «clandestinas», según la oposición, con Puigdemont y Junqueras. Y el privilegio de la bilateralidad es condición imprescindible para que Sánchez siga siendo sostenido en Moncloa por el independentismo.
En cuanto al debate sobre si el pacto de Sánchez con Puigdemont invalidará cualquier otro acuerdo entre el PSOE y el PP, discusión que con distintos intereses se mueve en la izquierda y también en un sector de la derecha, en Génova creen que es una «zancadilla”» de Moncloa, pero que también se la hacen a ellos mismos en la medida en que entren en este debate anticipando el previsible «no» a todo que marcará la relación entre los dos partidos en esta Legislatura.
El mensaje oficial es que son un partido de construir puentes, no de levantar muros, como explicó ayer la vicesecretaria de Organización, Carmen Fúnez, en una entrevista en este periódico. La realidad, detrás de este posicionamiento, es que el encaje de piezas que necesita Sánchez para sacar cualquier iniciativa en el Parlamento hace prácticamente imposible que pueda haber ningúnacuerdo, salvo que el PSOE traicione al programa de la coalición en materia económica, principalmente. La ruptura de Podemos con Sumar se lo pone más difícil a Sánchez para ejecutar esa traición y ceder a las presiones que ya está recibiendo para que reconsidere algunos de los puntos de ese documento, especialmente en materia fiscal, ya que los cinco diputados morados aprovecharán su libertad en el grupo mixto para buscar la diferencia de la coalición sobre todo en los temas fiscales, sociales y feministas. La nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, será una de las dianas hacia la que dirigirán sus dardos. Al final es la teoría de la manta: para que esté el PP en la ecuación, Sánchez tiene que destaparse del lado independentista o por la izquierda, y eso supondría una seria amenaza para la estabilidad de su Gobierno. Entonces, la pregunta no es tanto si el PP votará que «no» a todo lo que proponga el PSOE, sino si Sánchez podrá romper en alguna ocasión los yugos que le atan a sus socios de investidura.
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