Crisis en Podemos

El pulso de Bescansa

El consenso contra ella es total pero a la cofundadora de Podemos tendrán que echarla. También está dispuesta a dar la batalla

La diputada de Podemos Carolina Bescansa en el Congreso
La diputada de Podemos Carolina Bescansa en el Congresolarazon

El consenso contra ella es total pero a la cofundadora de Podemos tendrán que echarla. También está dispuesta a dar la batalla.

Una organización política, siempre y cuando tenga aspiraciones de gobierno, tiene imposible mantener a la vez sin resquebrajarse el discurso de Pablo Iglesias, el de Iñigo Errejón, el de Ada Colau, el de Teresa Rodríguez,... el de Carolina Bescansa... Ninguna formación es capaz de sobrevivir a tanta ensalada interna. Sólo Bescansa ha conseguido poner de acuerdo a todos los demás. El consenso contra ella es total.

En política, sólo hay dos formas de “morir”: Que te echen o que te vayas. A la cofundadora de Podemos, la misma que fue una pieza esencial del engranaje morado y durante unos años casi único rostro femenino asociado a la dirección nacional, tendrán que echarla. Las maniobras podrán multiplicarse, lo harán, pero ella también se pone las pilas. “Pablo se ha creído que esto es suyo”, ha empezado a difundir entre propios y extraños como parte de su relato. Y su complot es ya vendido como una aspiración legítima a la Secretaría General del partido identificando la convulsión interna como muestra de autoritarismo del pablismo.

En el fondo, el ardor de la cúpula –tachando a Bescansa, siempre entre bambalinas, de “traidora” – resulta, cuando menos, un signo de debilidad. Si una “compañera”, que no puede ser ahora candidata a nada, recibe toda suerte de improperios por evidenciar su anhelo, ¿qué quedaría de ella si llegara a presentarse en Vistalegre III? Carolina Bescansa gusta enredar, nadie lo niega, pero los acontecimientos dejan meridianamente claro que en Podemos tampoco existe posibilidad alguna de ejercer democracia interna. Llegado el caso, Iglesias ya tiene en mente entregar los bártulos sucesorios a Irene Montero. Largo me lo fiáis, desde luego, pero el líder morado ha empezado a ofrecer ciertas señales en ese sentido. Huelgan más comentarios.

El caso es que Pablo Iglesias podrá eliminar a Carolina Bescansa de todas las cuentas en las redes sociales que distribuían los mensajes de los referentes de las siglas, cortar todos y cada uno de los canales directos de comunicación, y ahondar en su arrinconamiento por tierra, mar y aire. Sin embargo, debería actuar con pies de plomo. Enseñar la puerta al discordante y sacudir a quien propone una senda distinta a la que a Iglesias conviene, puede suponer a todas luces un camino contraproducente para aumentar su base social. El pulso, por parte de Bescansa, despojada de sus cargos y su influencia, también está servido.