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Podemos: Ser decisivo para presionar y aguantar

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Iglesias arrancó la semana tratando de persuadir a los suyos de que el resultado del 28-A no había sido tan malo. La explicación minimiza el hecho de que la formación morada se hubiese dejado 29 escaños –que es el 41% de su representación actual– y 1.316.805 votos –uno de cada cuatro– respecto a 2016. Desmentida la debacle por boca del líder de Podemos, los candidatos a las elecciones autonómicas saben que tienen margen y que su aprobado o su suspenso dependerá de si consiguen la fuerza parlamentaria suficiente que les permita entrar en los gobiernos regionales. Porque Iglesias, aún sin ser candidato, es junto a Pablo Casado el líder nacional que más se juega en esta segunda vuelta ante las urnas. Su objetivo de fondo pasa ineludiblemente por convencer a Pedro Sánchez en torno a la necesidad de conformar un Ejecutivo de coalición con varios ministros morados. Esas conversaciones se retomarán tras las autonómicas y municipales y la posición de fuerza con la que Iglesias se siente en esa mesa dependerá en buena medida de hasta qué punto son decisivas sus bancadas en los parlamentos regionales y en capitales relevantes. «Si Sánchez nos necesita en las comunidades y en varios ayuntamientos para forjar mayorías de izquierdas, se tendrá que repensar si gobierna solo», reconocen en el partido. En este contexto, el examen que afronte Iglesias el 27 de mayo, tanto en lo interno como en su horizonte para controlar ministerios, tendrá tres únicas preguntas: ¿ha logrado Podemos la suficiente fuerza cómo para entrar en el Ejecutivo de un puñado de comunidades?; ¿aboca el resultado de Podemos a Sánchez a transigir con la propuesta de un Gobierno en coalición?; ¿ha logrado Podemos más escaños que el partido de Íñigo Errejón en la Asamblea de Madrid? Si la respuesta es «sí» a estos tres interrogantes, Iglesias podrá respirar y poner en marcha su hoja de ruta para presionar a Sánchez. Y despejar la pelota de un Vistalegre 3. Si no lo logra, las aguas volverán a moverse.