El desafío independentista
Portazo a la ANC
Voluntarios secesionistas promocionan la consulta «puerta a puerta» y se quejan del poco éxito obtenido: «Sabemos que están, pero no abren»
Los sábados, persuasión independentista. Badalona dio ayer el pistoletazo de salida a la campaña puerta a puerta dirigida por Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural para llevar a todos los catalanes las buenas nuevas secesionistas. Con la proclama «Ahora es la hora. 9-N por un país nuevo», pretenden realizar una «gigaencuesta» en todo el territorio sobre el país que quieren todos los catalanes. Para ello, no dudan en recurrir a falsas premisas. Y es que la realidad es que intentan trasladar sus ideas separatistas a quien no piensa como ellos. 2.000 voluntarios se dieron cita en la ciudad, según los organizadores, para «construir nuestro país», como explicó Josep Rull, diputado de CiU en el Parlament. Sus proclamas separatistas provocaron aplausos sin fin entre los congregados en la plaza Pompeu Fabra. Mientras, aquellos curiosos que se encontraban por la zona y que se sienten españoles miraban aquel esperpento con cierta vergüenza ajena. Sin embargo, los partidarios del adiós a España no cabían en ellos de gozo. Mirando a un lado y a otro parecía que en cualquier momento iban a romper a llorar, de alegría, por supuesto. Otros, pocos, de pena.
El que no está acostumbrado se sentía extraño ante este acto secesionista. En todo momento se aludía a «nuestro país» en referencia a la comunidad autónoma. La presidenta de ANC, Carmen Forcadell, se mostró convencida de que el 9 de noviembre votarán. «Al final saldremos», dijo, como quien está preso en una celda. «El Tribunal Constitucional no decidirá nuestro futuro, el Gobierno español no decidirá nuestro futuro. Sólo nuestro Parlamento y nuestro Gobierno, de la mano», añadía Forcadell. Ella, con esperanza, instaba al coraje y la valentía de los que no se consideran españoles, porque «unidos, jamás seremos vencidos. Y demostraremos nuestra dignidad al mundo».
Los cánticos independentistas se sucedían en el preludio del puerta a puerta de acoso a quien piensa diferente. «Visca Catalunya», se oía. Pero esta vez ya no respondían todos al unísono «visca». No, ahora la respuesta es «Llibre» –libre-. Al primer acto de esta peculiar campaña acudieron personas de todas las edades. Entre ellos, destacaban los niños, que también portaban indumentaria independentista. Y es que a muchos, desde pequeños, les graban a fuego el nacionalismo. Incluso les pedían fotos a los líderes de la secesión con la misma ilusión que otros niños lo hacen a Messi.
Los grupos organizadores intentan captar a 100.000 voluntarios para que vayan puerta por puerta a promover el separatismo. No obstante, apenas superan los 40.000 inscritos una vez empezada la campaña. De hecho, ayer tuvieron que asistir voluntarios de otros lugares hasta Badalona por la falta de «personal». A la vorágine secesionista se apuntan muchos. La independencia está de moda. Todo aquel artista, político o periodista relegado al segundo plano han visto en esta campaña una gran oportunidad para volver a la palestra. En concreto, a Badalona, el acto más multitudinario de los 57 que tuvieron lugar en el día de ayer en diversos puntos de la geografía catalana, acudieron personajes como Karmele Marchante. Ella venía vestida para la ocasión con diadema y pendientes convertidos en señeras. Y el discurso aprendido de casa: «Los catalanes deben decidir si quieren votar». También hizo de voluntaria, aunque sólo mientras la Prensa hizo acto de presencia, al igual que otros rostros conocidos congregados allí.
Bolígrafo y carpeta en mano –con un mapa de las casas a las que tenían que acudir–, ya estaban listos para partir, aunque no sin antes dar unos consejos: «Empiecen siempre el cuestionario en catalán, si ven reticencias, entonces se puede hablar en castellano», decía un miembro de la organización. En parejas, comenzaban su camino a los edificios asignados con una media de 60 casas a las que tocar el timbre. El calor apretaba como si de agosto se tratase, pero «no importa, todo por nuestro país», comentó una voluntaria. LA RAZÓN acudió con varias de estas parejas a los pisos correspondientes. Ellos tenían la premisa aprendida: lo importante es que se queden con el panfleto. «No me interesa. No voy a votar», decía una señora con la puerta entreabierta. «Pues hay que votar para cambiar las cosas», respondió el voluntario, que se encontró con la puerta en la cara. Pero no pasaba nada, otra vez será. «No quiero hacer ninguna encuesta. Ni tampoco quiero ninguna información», explicó otra mujer, alzando la voz.
Pocas puertas se abrían para recibir la proclama independentista. Así lo confirmaron los propios organizadores. Y es que muchos sentían el acoso al disidente. «Se acercan a las mirillas, sabemos que están, pero no quieren abrir», indicaba con tristeza una voluntaria. Sin embargo, la jornada acabó con alegría, ya que en la plaza Pompeu Fabra se esperaba a todos los voluntarios a mediodía para disfrutar de un piscolabis donde no faltó la cerveza para recuperar sales minerales tras la agotadora jornada. Además, una batucada independentista cerró el acto. Pero no sólo tocaban los tambores, también bailaban. Un pasito para adelante y dos para atrás. Muy en la línea de Artur Mas. «Tras el puerta a puerta secesionista de ayer, hoy nos tocan los testigos de Jehová», señala, entre risas, un vecino. Los primeros llevan la palabra de Mas, los otros, la del Señor. Amén.
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