Criminalidad
¿Es posible un atentado como el de Trump contra una personalidad en España?
Con los actuales protocolos, resulta difícilmente imaginable un francotirador que pudiera actuar con tanta facilidad
El intento de atentado para acabar con la vida de Donald Trump en los Estados Unidos plantea la pregunta de si es posible que en España se puedan cometer este tipo de magnicidios, con la actuación de un francotirador a una distancia que permitía al asesino, con un mínimo de experiencia, alcanzar su objetivo.
Aunque las medidas de seguridad en torno a las personalidades, como el Rey o el presidente del Gobierno, se mantienen, lógicamente, secretas, la pregunta se puede contestar, con las lógicas precauciones, de forma negativa. Una de las medidas que adoptan, precisamente, las Fuerzas de Seguridad está destinada a detectar y anular la presencia de francotiradores en los recorridos que realizan las personalidades o en los actos que se celebran en zonas abiertas.
Con los datos conocidos sobre lo ocurrido en Pensilvania, lo que se atisba es un tremendo fallo de los dispositivos de seguridad que, en el caso de España, con los protocolos existentes, resulta difícilmente imaginable. El Servicio Secreto de los Estados Unidos, encargado de dar seguridad a Trump como expresidente, van a tener que dar muchas explicaciones porque no se entiende un fallo tan estrepitoso, sobre todo cuando varios asistentes al mitin habían advertido de la presencia de un individuo sospechoso armado en el tejado desde el que disparó.
Volviendo a España, nunca se puede despreciar a los terroristas o delincuentes que puedan actuar por encargo u otras motivaciones, ya que en el caso de los primeros, actúan en muchos casos con fines criminales sabiendo que se van a suicidar, en lo que ellos llaman “sacrificio”. Los servicios de seguridad lo saben y también existen protocolos al respecto.
Es verdad que coches blindados, agentes especializados y esos protocolos de seguridad protegen a los líderes políticos, religiosos o culturales de todo el mundo en sus desplazamientos y apariciones en público. Pero la experiencia demuestra, desgraciadamente, que, a veces, los criminales se salen con la suya.
En cualquier caso, algo de lo que pocos hablan cuando se encierran en protocolos es en la importancia de los servicios de información. La mejor manera de evitar un magnicidio es contar con datos previos sobre los planes de los malos y abortarlos. Es, sin duda, complicado, pero nuestros agentes lo han logrado en muchas ocasiones. Asunto del que no se suele hablar demasiado porque las informaciones llegan a veces a través de fuentes que deben permanecer en el anonimato.
Como regla general, lo importante es tener claro que toda precaución es poca si se tiene en cuenta que las personalidades objeto de magnicidios multiplican por mil los efectos publicitarios si el crimen se llega a perpetrar.
Si repasamos la historia, han sido muchos los magnicidios que se han consumado, algunos tan sencillos como acercarse por la espalda a un político sin escolta y descerrajarle dos tiros en la cabeza. Eran otros tiempos. De cada hecho criminal, se aprende y se adoptan las medidas para evitar el siguiente. Los criminales cuentan con el factor sorpresa y las Fuerzas de Seguridad, con su creciente experiencia y profesionalidad. Una lucha sin cuartel.
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