Terrorismo yihadista
Presos yihadistas en España: 175 en el punto de mira
Cómo se relacionan con otros presos, con sus visitas o con los funcionarios, qué pautas religiosas siguen, cómo se visten o mantienen sus celdas. Prisiones mantiene bajo vigilancia a 175 reclusos islamistas.
Cómo se relacionan con otros presos, con sus visitas o con los funcionarios, qué pautas religiosas siguen, cómo se visten o mantienen sus celdas. Prisiones mantiene bajo la lupa a 175 reclusos islamistas para evitar posibles atentados dirigidos desde las cárceles o la radicalización de los internos, informa Laura Camacho/Efe.
Lo llaman inteligencia penitenciaria y se aplica desde los años noventa. Las diferentes iniciativas emprendidas desde entonces han permitido el seguimiento individual de 1.800 presos extremistas o en riesgo de captación.
A punto de cumplirse un año, la última experiencia de control del terrorismo yihadista puesta en marcha en las cárceles españolas tiene la lupa puesta en medidas muy concretas para detectar y atajar el radicalismo y la captación.
Dirigido a los presos condenados o preventivos por terrorismo yihadista y a quienes están internos por otros delitos pero que tienen conductas afines a este integrismo, el último plan, al que ha tenido acceso Efe, mantiene en la actualidad bajo especial vigilancia a 175 presos, divididos en tres grupos con características definidas y separados del resto.
Al primero hay adscritos 79 reclusos distribuidos en 27 centros. Son los internos procesados o condenados por su vinculación con organizaciones yihadistas.
Su entrada en este grupo no ofrece dudas al existir resolución judicial, aunque su comportamiento se escudriña, señalan las fuentes consultadas, porque sirve de referencia para asignar al resto de presos islamistas a alguno de los otros dos grupos que pueden estar sujetos a variaciones.
En la actualidad, trece presos internos en 12 cárceles figuran en el segundo grupo, bautizado como el de los "captadores"por su gran capacidad de liderazgo, uno de los indicadores fundamentales para situar a estos internos en este colectivo.
No es la única característica. Las fuentes señalan que estos reclusos interactúan con pocos presos, no se "cortan"en demonizar a Occidente ni dudan en cambiar su apariencia si sospechan que están siendo controlados por los funcionarios.
De hecho, se valen de otros reclusos de confianza para seguir su labor de captación y se encargan de que presos brinden ayuda económica a familiares de posibles reclutados, que se integrarían en el último grupo, el más numeroso y en el que están enmarcados 83 presos en 40 centros.
Internos "radicalizables"que por su personalidad puedan ser manipulados. Son personas inseguras, solitarias, proclives al fanatismo y con una visión pesimista de la sociedad, radiografían los expertos, que encomiendan la tarea de observación a los funcionarios de las prisiones porque, en definitiva, la vida de un recluso pasa por delante de los ojos de estos trabajadores.
Por eso, apuntan cualquier cambio de conducta, manifestación o forma de vestir. Todo puede ser indicio de que ese interno pueda estar pasando a otro grupo.
Así, se vigilan y controlan las comunicaciones con otros internos condenados por crimen organizado o con familiares y amigos. Una información operativa de la que también se alimentan las fuerzas de seguridad para seguir la pista a otros investigados o detectar contactos con posibles células.
Una tarea que no resulta fácil, pues estos internos son conscientes de que son observados, además de que si alguno de ellos comienza a radicalizarse, no externaliza a priori su cambio.
Sí hay indicios y pistas para descubrir estos cambios, explican las fuentes consultadas, que ponen como ejemplo que un síntoma de variación en un interno que puede estar adoptando conductas más radicales es despojar de sus celdas de todo adorno o promover dentro de la prisión encuentros y charlas sobre religión.
Semanalmente un grupo de expertos penitenciarios analiza e integra toda la información recopilada, tanto la que llega de las fuerzas de seguridad como la que obtienen los funcionarios de prisiones.
Y es que los especialistas en la lucha antiterrorista lo tienen claro. La cárcel es un entorno propicio para la captación de yihadistas, pues la privación de libertad no significa el fin del extremismo o la pertenencia a una organización.
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