Ruido interno

El PSOE afila «cuchillos» contra Moncloa para el 29-M

La presión de las urnas agita a los socialistas, que ya miran hacia Page. Movimientos para limitar el papel de Sánchez: «Recuerda a Bildu»

SANTANDER, 22/05/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2d), participa en un acto de campaña del PSOE en el Palacio de Festivales de Santander, este lunes, con candidato a la presidencia de la comunidad, Pablo Zuloaga (2i), y el candidato a la alcaldía de la capital, Daniel Fernández (d). EFE/ Román G. Aguilera
Pedro Sánchez, ayer en un mitin del PSOE en SantanderROMÁN G. AGUILERAAgencia EFE

La lectura que en las filas socialistas hicieron ayer del último sondeo del CIS sobre las elecciones del 28-M no va en la línea de lo que dictó el mensaje oficial de Moncloa. Para el PSOE, el barómetro de José Félix Tezanos confirma, ante todo, que la primera semana de campaña electoral ha sido más favorable para la derecha que para ellos. La presión de las urnas, el miedo a que el domingo se ponga en marcha el cambio de ciclo, se siente ya en las federaciones, donde, además, en las más importantes comparten la misma reflexión: cuanto menos aparezca ya el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en campaña, mejor, porque «recuerda a Bildu».

Moncloa ha impuesto su criterio en estas elecciones contra el parecer de algunos de sus barones, y, en respuesta, en el partido afilan ya los «cuchillos» contra el equipo del presidente del Gobierno para el día después de la votación. Basta con hurgar un poco en las entrañas de estos equipos electorales territoriales para tocar el enfado de las estructuras con cargos concretos del núcleo de más confianza del presidente.

Para Moncloa, la victoria es aguantar, «la victoria de la resistencia», pero desde dentro del PSOE advierten de que lo que resistan en estos comicios será, principalmente, gracias a los «barones», que «tiran» mucho más que la marca de Pedro Sánchez.

Además, en el PSOE dan por hecho que el resultado de las elecciones generales será peor que el de este domingo porque en feudos como Castilla-La Mancha, Extremadura o Valencia, por ejemplo, Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara o Ximo Puig tienen más capacidad de arrastre de voto que el de Sánchez como candidato.

O dicho de otra manera, el PP será más votado en estas comunidades en unas generales que en unas autonómicas, lo que agrava la ansiedad de los socialistas sobre el futuro. Los movimientos que empiezan a notarse en el PSOE apuntan directamente, por tanto, contra la maquinaria electoral de Moncloa, donde creen que deberían, «como poco», hacerse ajustes si en la noche electoral se confirman los malos pronósticos.

Son los «fontaneros» del presidente los que están en la diana del partido, y a quienes se responsabilizará personalmente de los resultados del 28-M. Las quejan van desde que «no escuchan» a que «solo miran por el interés de Pedro». Si hay tropiezo en la noche electoral, la exigencia de que se revise el funcionamiento de la maquinaria de Moncloa se dejará sentir dentro de la organización socialista.

Las federaciones de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón y, también, Valenciana son las más críticas con la gestión estratégica de la campaña.

En el equipo de Sánchez, por su parte, ya están trazando el argumentario con el que quitar trascendencia al hecho de que el PP pueda ser el partido más votado en las elecciones municipales -en lo que coinciden la mayoría de sondeos privados, salvo el CIS. Es una tarea complicada porque exige borrar de la memoria política los referentes del historial demoscópico que confirman que estos comicios de carácter nacional siempre marcan una tendencia con respecto a las generales que les siguen.

En Moncloa cruzan los dedos para que en la noche electoral puedan agarrarse a alguna victoria simbólica a fin de tapar la pérdida general de poder del partido en estas elecciones y sus consecuencias en las próximas generales. El peor escenario sería que una derrota mayor de lo esperado coincidiese con el hecho de que Page logra, a su vez, la hazaña de una nueva mayoría absoluta.

Por otra parte, si el PP ha empezado a sacar de nuevo el runrún de la lista más votada es para ir preparando el terreno para los acuerdos que alcanzará con Vox si tiene opciones de gobierno. Socialistas y populares saben que el eslogan de la lista más votada es un brindis al sol, pero es un camino táctico que al PP le sirve para distorsionar, o intentarlo al menos, el foco de atención, y que, en lugar de apuntar hacia ellos, señale a la dirección socialista por no aceptar su oferta.

Más allá de tácticas y discursos, la estrategia de negociación postelectoral del PP se ajustará a los resultados que haya conseguido Vox en la «plaza» en discusión. El PP no quiere hablar ahora de pactos con los de Santiago Abascal porque hasta que llegue el día de la votación todos sus esfuerzos están dirigidos a seguir trabajando por el voto útil, y después, con los resultados ya en la mano, decidirán el camino a seguir.

El domingo también se mide la relación del PP y Vox, a presente y con derivadas en las generales, así como la capacidad de resistencia de Podemos. Esto último será lo que determine cómo acaba la negociación entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias después de las elecciones. Por cierto, el factor de la participación preocupa en las filas de la izquierda, por temor a un pinchazo, sobre todo del electorado joven.