Alianza
El PSOE asiste con preocupación a la guerra Podemos-Díaz: “Nos la jugamos todos”
Los socialistas se preparan ya para la ruptura y apuestan por dar oxígeno político a la vicepresidenta
La recomposición del espacio a la izquierda del PSOE se sigue con máxima atención por parte del Gobierno. Los socialistas se debaten entre la debida discreción, argumentando que no “se pronuncian sobre los procesos internos de otras formaciones políticas”, y los llamamientos en público y en privado a “la unidad”. Aunque de manera tangencial, son una parte concernida en el proceso y su resultado final. En Moncloa y en Ferraz son conscientes de que su suerte está ligada indisolublemente a la de sus socios y asisten con preocupación a la guerra indisimulada que se está librando entre Podemos y Yolanda Díaz. “Nos la jugamos todos”, asegura un cargo socialista, que advierte del “riesgo electoral” que supone dinamitar todos los puentes.
“Pueden caer gobiernos”, alertan sin paños calientes, exponiendo que, aunque el PSOE aguante la posición en los próximos procesos electorales, si los morados –que en algunas plazas están al límite del 5%- desaparecen, no habrá suma posible para retener el poder. “Tienen que entender que esto nos hace daño a todos”, resuelven, dando la puntilla: “Nosotros perderemos gobiernos, pero ellos caerán en la irrelevancia. Se juegan el ‘ser o no ser’”. En Moncloa siempre han recelado de la estrategia de corrosión interna que despliega Podemos, “haciendo oposición al Gobierno desde el propio Gobierno”. Una estrategia que perciben también ahora en su relación con Yolanda Díaz.
Si bien las fuentes socialistas consultadas entienden que los morados exijan cierta cuota de poder, por ser la fuerza más representativa del espacio y con mayor implantación territorial, comprenden que Díaz imponga sus condiciones. En este contexto, en el PSOE recalculan ya su estrategia ante la eventualidad de un escenario de ruptura entre Podemos y la vicepresidenta por la falta de entendimiento. Creen que, si las hostilidades de los morados siguen elevándose, esto puede acabar generando rechazo en el votante progresista y provocar un efecto rebote: una corriente de voto útil hacia el PSOE y Sumar, a quien identifican como socio prioritario.
La hoja de ruta del Gobierno para las generales ya se avanzó en la moción de censura y pasa por cultivar el ticket Sánchez-Díaz, una reválida de la coalición, frente al tándem Feijóo-Abascal. El presidente se ha deshecho en sus últimos pronunciamientos públicos en halagos y promesas de continuidad de la actual fórmula de gobierno, si consigue la confianza de los españoles para una legislatura más. En el Ejecutivo creen que la dupla con la vicepresidenta es una fórmula virtuosa en la medida que permite incluir en la ecuación contraria a Abascal. En un pulso mano a mano con Feijóo, Sánchez puede tener más dificultades para imponerse al líder del PP, pero consideran que dando entrada a los socios –necesarios- la balanza se decanta del bloque gubernamental. Esto se suma a que la verdadera batalla por la Moncloa se librará por la tercera plaza, no tanto en la pugna bipartidista, sino quién consiga ser tercera fuerza –Vox o Sumar- y apuntale al partido mayoritario de su espectro ideológico.
Por ello, Sánchez no duda en dar oxígeno político a Díaz cada vez que tiene oportunidad. Los grandes acuerdos se cierran con ella y se les dota de la máxima institucionalidad, foto oficial incluida. El último fue el del paquete de medidas anticrisis por los efectos derivados de la guerra de Ucrania y el próximo, ya se anticipa, será el de la Ley de Vivienda. Tampoco se ahorra en foco mediático para la vicepresidenta segunda, que comparece tras los Consejos de Ministros –para rentabilizar medidas estrella como la última subida del salario mínimo- y tuvo su espacio propio en la moción de censura, cuando hilvanó uno de los mejores discursos de la jornada.
Este papel protagonista genera recelos en Podemos, que ven como sus aspiraciones de ocupar también un espacio propio, se ven cercenadas por quienes promocionan a Díaz. Moncloa despachó rápidamente su propuesta de que intervinieran las ministras de Podemos en la réplica a Ramón Tamames y minimiza su presencia pública en Moncloa. Irene Montero no compareció el 8-M y Belarra se quejó el pasado martes de que no le permitieran defender la aprobación, en segunda lectura, de la ley de Familias. Los morados entienden que, mientras se pone “alfombra roja” la vicepresidenta segunda, a ellos se les trata de invisibilizar y que, con esta actitud, Moncloa está interfiriendo de facto en la interna de Podemos y en su proceso de integración en Sumar.
Desde la parte socialista niegan cualquier intento de opacar a Podemos, porque son conscientes de que necesitan que el espacio resista, pero también les advierten que su estrategia de boicot interno “no se puede sostener”. “Equivocan al enemigo”, repiten, apuntando a que el verdadero rival es el PP y que si se enredan en cuestiones de “trinchera ideológica” los que sufrirán las consecuencias serán los ciudadanos. “Si se pierden las elecciones, todas estas leyes que hemos puesto en marcha en la legislatura acabarán en el trastero”, recuerdan.
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