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Moción de censura

El PSOE pone en duda la “alerta fascista” de Sánchez

Moncloa no convence con su plan de meter miedo con la derecha para recuperar voto de centro que mira al PP. «No tapamos a ERC y a Bildu»

La ministra Isabel Rodríguez participa este sábado en la convención del PSIB de Mallorca
La ministra Isabel RodríguezEuropa Press

Pedro Sánchez ha enfocado la moción de censura que hoy comienza a debatirse en el Congreso de los Diputados como una hipérbole de la amenaza de la derecha para amortizar el coste que tiene entre su electorado más moderado la alianza estructural del PSOE con los independentistas y Podemos. El presidente del Gobierno y el líder de Vox, Santiago Abascal, se utilizarán mutuamente con el mismo objetivo de intentar debilitar al jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. De tal modo que la moción de censura no es sino la excusa para que a derecha y a izquierda se sirvan del Parlamento para ensayar sus estrategias electorales contra el adversario.

La consigna de Moncloa de blindar al líder socialista con la alerta antifascista, esa forzada identificación entre PP y Vox, no convence al PSOE. Dirigentes nacionales y cargos también con responsabilidad en las federaciones territoriales recelan de que sirva para contrarrestar el daño que les hace la suma de intereses con la izquierda radical, ERC y Bildu. Pero Vox ha puesto en bandeja a Moncloa la plataforma que necesitaba para contraponer dos bloques y reivindicar de nuevo su discurso más social.

Todo dirigido a cortar el flujo de votante de izquierdas que, según las encuestas, se está pensando caer en la «tentación» de votar al «proyecto de unidad» que ha convertido en marca electoral el líder popular.

La portavoz del PP en el Congreso, y secretaria general del partido, Cuca Gamarra, aprovechará su turno de palabra para exponer las razones que hay para criticar la gestión de Sánchez y también las razones que hay para no promover en este momento de la Legislatura una moción de censura.

Gamarra, y el PP, se centrarán en la figura del jefe del Ejecutivo, y no en Vox, para insistir en su papel como alternativa al Gobierno de coalición.

Mientras, al PP no le preocupa la moción: cree que el riesgo lo asume Vox. A dos meses de unas elecciones en el PP tienen claro que no pueden unir sus votos a Vox, y que con el rechazo que tiene el PSOE tampoco pueden votar con los socialistas. El interrogante está en cómo puede afectar a la suma de escaños dentro del bloque del centro derecha.

Ninguno de los primeros actores del debate parlamentario considera seriamente que la moción pueda tener mucho recorrido político y electoral. Pero para Vox era la salida para recuperar agenda y foco, y para reposicionarse en el tablero político, eso sí, con el riesgo de que si no sale bien del debate parlamentario se tenga que enfrentar al punto de inflexión de una caída en credibilidad sin marcha atrás. Los gurús electorales de Vox están pensando en el voto indeciso, el que se mueve entre apoyar a Feijóo o Abascal, y ahí es donde se libra esta batalla parlamentaria.

Aunque la moción es contra Sánchez, está pensada para jugarse en el campo de la derecha. Abascal pretende resaltar el mensaje de que son un partido necesario para que el PP pueda gobernar, y clave del resultado de la moción será la capacidad que tenga Vox de imponer un mensaje más moderado y sensato, en vez de incidir en sus elementos ideológicos más disruptivos.

Todo ello con el coro de fondo del pulso dentro de la izquierda entre la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y las ministras de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra, por ver quién se lleva mayor cuota de protagonismo. No es casualidad que Díaz anunciase justo ayer el día en que vestirá de largo su candidatura a La Moncloa.

La moción se disputará en el terreno del centro en cada uno de los bloques, en la parte más moderada del voto socialista, y también en ese espacio fronterizo entre el PP y Vox.

Pero fuera del Parlamento se decidirán variables decisivas en el resultado de las próximas elecciones generales, como, por ejemplo, quién es la tercera fuerza política y quién sale de las urnas con más capacidad para beneficiarse de los «premios» que otorga le Ley D`Hont.

En paralelo a lo que se escuche en el Congreso actuarán las cajas de resonancia de los partidos. Desde Vox, para insistir en ese mensaje de que el PP es un partido «blandengue», aunque sea consciente de que la moderación de Feijóo es la vía más ancha para acercarse a los próximos exámenes electorales.