Recta final

El PSOE trabaja para que Vox llegue al 4,9% en Galicia

Junts entra en campaña y se declara con «manos libres» para pactar a derecha y a izquierda mientras prepara la «sangría» del PSOE con la amnistía

Alberto Núñez Feijóo interviene en un mitin junto al presidente provincial del PP de Pontevedra.
Alberto Núñez Feijóo interviene en un mitin junto al presidente provincial del PP de Pontevedra.David MudarraPP

Junts también ha encontrado su sitio para jugar en el campo de las elecciones gallegas. Ayer dijo estar con «manos libres» para pactar a derecha y a izquierda, mientras prepara la «sangría» que espera hacerle al PSOE, una vez que pasen estos comicios, para sacar adelante la ley de amnistía.

El PSOE ha puesto toda su artillería a trabajar para alimentar la polémica sobre los contactos del PP con Junts, intentando generar una bomba de humo que sirva para mezclar su negociación de la amnistía con Carles Puigdemont con el hecho de que el PP haya admitido que estudió durante 24 horas esta propuesta y luego la descartó por considerarla inconstitucional.

Los socialistas, ayudados por el error estratégico de la dirección popular, trabajan a dos manos para activar a Vox, a fin de que llegue al 4,9 por ciento de voto, que le dejaría sin representación en el Parlamento gallego (necesita alcanzar el 5 por ciento), pero que supondría la mayor bolsa de votos tirados directamente a la basura para la expectativa de que la Xunta permanezca en manos del PP.

La pinza PSOE-Vox vuelve a funcionar en una campaña más, y Santiago Abascal hace de mamporrero de Feijóo casi más veces al día que el ministro más «hooligan» del Consejo de Ministros, el titular de Transporte, Óscar Puente.

En las filas del PP se nota inquietud por lo que ocurra en la noche electoral, a pesar de que Galicia es un microcosmos con una realidad sociológica poco permeable a algunas de las cuestiones que marcan la agenda nacional, y mucho menos en la Galicia rural que es donde más voto tienen los populares.

Aun así, junto al último barómetro del CIS publicado ayer, y que apunta a un supuesto vuelco político en Galicia, Moncloa ha empezado a hacer circular variopintos rumores para enfangar el terreno todo lo posible y distraer la atención del hecho de que en la política nacional son ellos los que están sometidos al chantaje permanente de Puigdemont. Que si ha habido una entrevista personal de Puigdemong con algún dirigente del PP, que si le prometieron el indulto porque con ellos se llevan mejor los jueces... Expandir este tipo de intoxicaciones es el eje de la campaña de Moncloa, para quien el éxito en estas elecciones reside en que a pesar de que ellos se queden en su peor resultado histórico, el PP pierda la mayoría absoluta y esto afecte a la estabilidad nacional del liderazgo del partido.

Moncloa tiene como principal eje argumental para buscar la salvación de esta campaña gallega el eslogan de que Feijóo habría pactado con Junts lo mismo que ellos han pactado con Puigdemont, una teoría inverosímil, pero a la que han puesto a servir a ministros y a los principales dirigentes del partido.

Mientras se pasa por alto que el BNG, el partido que lidera la alternativa al candidato popular, Alfonso Rueda, se abraza a la vía catalana del reférendum y a la inmersión total en gallego, además del autogobierno financiero y un estatus de nación.

El BNG es el partido más fuerte de la izquierda, el líder de un posible gobierno alternativo al del PP, y en su programa promete el impulso de un nuevo marco político con más y mejor autogobierno y soberanía para decidir.

Si Moncloa concede tanta importancia a estas elecciones gallegas, y está dedicándole tantos recursos, es porque tienen presente que en Galicia se juega también este domingo el futuro de la legislatura.

El presidente Sánchez necesita que la movilización del BNG, el gran adversario del PP en estas elecciones, alcance el nivel necesario para gobernar la Xunta, que Puigdemont acabe cediendo y renunciando a sus exigencias de máximos para la amnistía, y que, al mismo tiempo, en el PP se abra una crisis a nivel nacional que debilite el discurso de oposición de Feijóo y le deje más margen para continuar con el desarrollo de su pacto de investidura con el expresidente de la Generalitat.

Es evidente que si el PP pierde la mayoría absoluta, con la amnistía en el centro del foco, esto provocaría serios movimientos dentro del partido, con resonancia externa, y que, además de afectar a la figura de Feijóo, llevarían a reevaluar la estrategia de oposición.

Pero también se prepara el contragolpe dentro del PSOE. Más de uno está esperando a ver cuál es el resultado de esas elecciones para volver a levantar la mano y advertir a la oganización socialista que se está equivocando dejándose guiar por el sanchismo.

Del domingo, uno de los dos, Sánchez o Feijóo, saldrá tocado, y aunque esto no afecte a la duración inmediata de la legislatura sí que tendrá consecuencias en las próximas decisiones, en cómo avanzan los pactos, en la estrategia de las siguientes elecciones vascas y en la postura que adopte Puigdemont.

Si alguien está siendo coherente es el expresidente de la Generalitat, quien al menos hasta ahora no se ha desviado de los objetivos que se marcó en la votación de la investidura de Pedro Sánchez, aunque el PSOE los haya negado e incluso haya vestido el acuerdo de pacto de legislatura.