La interminable negociación

¿Puede el acuerdo de Irlanda del Norte entre la UE y Reino Unido influir en el pacto sobre Gibraltar?

Los expertos instan a aprovechar el entendimiento entre Bruselas y Londres para cerrar este último fleco del Brexit que afecta a España

Oficina de Informacioón del Brexit en Gibraltar.
Oficina de Informacioón del Brexit en Gibraltar.Alberto R. RoldánLa Razón

Una fumata blanca se liberó el pasado lunes tras el encuentro entre el primer ministro británico, Rishi Sunak, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el castillo de Windsor, escenario donde se anunció un acuerdo «histórico» con el que se pasó página a dos años de tensiones por el protocolo de Irlanda del Norte pactado como parte del divorcio del Brexit. Se puso punto y final a uno de los flecos todavía pendientes tras la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea . Sin embargo, siete años después de la votación en referéndum de su salida de la UE y tres años después de que se materializase un acuerdo preliminar,sigue sin resolverse el acuerdo con Gibraltar, donde existe la única frontera terrestre entre el Reino Unido y la UE, aparte de la de Irlanda del Norte.

LA RAZÓN analiza con varios expertos si el acuerdo con Irlanda del Norte puede acelerar la firma de un marco definitivo en el Peñón. Hay que recordar que la Comisión Europea aprobó en julio de 2021 el mandato para la negociación, que se dejó como un capítulo fuera del acuerdo de salida del Reino Unido. El objetivo del estatus especial para el territorio es eliminar los controles de personas y bienes en la frontera física, ya que la movilidad es constante –unas 15.000 personas entran cada día en el Peñón para trabajar– y a la vez asegurar la seguridad del mercado y la zona de libre circulación de personas de la UE.

El asunto no es baladí porque en junio de 2016 el 96% de los votantes al otro lado de la Verja se pronunció en contra del Brexit. Los más de 30.000 habitantes que residen en Gibraltar quieren beneficiarse del mercado europeo, sin embargo, de ninguna manera están dispuestos a aceptar a la autoridad española que podría hacer controles en territorio español si se elimina la verja para evitar una frontera dura. El Reino Unido quiere que sea la Policía de control de fronteras de la UE, Frontex, pero el Gobierno español se niega y reivindica su papel.

En este escenario y tras más de doce rondas de negociación entre Bruselas y Londres, el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, sugirió en febrero que el acuerdo estaba cerca: «Estamos muy cerca, pero nada está acordado». Un juego de palabras con el que quiso recordar que España ya ha presentado su plan, que contempla la creación de una zona de prosperidad conjunta, pero Londres todavía no ha movido ficha. «Le toca a Reino Unido decidir si quiere ese acuerdo o quiere otro», dijo entonces. Esta semana, tras conocerse el pacto de Windsor

–que amplía el conocido como protocolo de Irlanda del Norte– subrayó que «es un gran encaje porque con él se salvaguarda todos los engranajes de la UE y permite que el Reino Unido esté lo más cerca posible de Europa». Así las cosas, los expertos consultados creen que este pacto puede ser un revulsivo y acelerar la firma de tratado definitivo respecto a Gibraltar.

Allan Francis Tatham, profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, asegura que «es probable que el reajuste de las relaciones bilaterales tenga un impacto importante y positivo en las negociaciones con respecto a Gibraltar. Al mostrar flexibilidad y comprensión, la UE ha aceptado soluciones novedosas a los problemas de Irlanda del Norte; al mantener esta actitud, la posibilidad de un acuerdo exitoso con Gibraltar ha aumentado».

De la misma opinión es Daniela Serban, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas: «Creo que puede haber cambios para alcanzar un acuerdo sobre este único punto pendiente. Después de tantas rondas de negociación se ha llegado a un punto en el que ambas partes están dispuestas a llegar a un acuerdo».

La discreción y el secretismo con los que se rodean estas negociaciones no hace más que acrecentar la incertidumbre en la que, sobre todo, viven los más de 32.000 gibraltareños, los más de 270.000 vecinos del Campo de Gibraltar, los 15.000 trabajadores transfronterizos que cada día atraviesan la Verja y el enjambre de empresas que interactúan a ambos lados de la aduana. Es por ello que el tiempo apremia.

Ahora bien, estamos ante dos cuestiones con grandes diferencias. Para el profesor Tatham «no es comparable la situación de Irlanda del Norte y Gibraltar». En su opinión, la Unión Europea y EE UU invirtieron muchos esfuerzos para asegurar los acuerdos de Viernes Santo de 1998 y la amenaza del retorno a la violencia debido al restablecimiento de una frontera dura entre las dos partes de Irlanda estaba ahí en caso de que las negociaciones hubieran fracasado. «Hay una atmósfera positiva para negociar entre las partes», asegura. Aunque, añade, «en política, nada se puede excluir, aunque la flexibilidad de la UE para proporcionar soluciones novedosas con respecto a las fronteras exteriores, además de una actitud similar por parte del Gobierno del Reino Unido,podría contribuir en gran medida a calmar los temores en el Peñón».

Además, en este tira y afloja, uno de los factores que puede inclinar la balanza hacia la firma de un acuerdo cuanto antes es la presión de la población afectada. Así lo considera la profesora Serban, que apunta que «el aspecto social se ha tomado muy en cuenta para llegar al acuerdo con Irlanda del Norte, donde se votó mayoritariamente en contra de la salida de la UE», de igual modo que en Gibraltar.

El principal escollo parece ser el control de la frontera por parte de agentes españoles. En este marco, el profesor Allan Francis Tatham sugiere que la asociación de Gibraltar con el área libre de pasaporte Schengen –bajo los auspicios de España– significaría «que su frontera internacional se moverá de la barrera física a su aeropuerto y puerto marítimo, eliminando la necesidad de la barrera». El derribo simbólico de los puestos fronterizos entre Gibraltar y España se convertiría, por lo tanto, en un hito importantísimo. Para tratar de encontrar una solución a la negativa de Reino Unido a que agentes españoles controlen la frontera, el experto propone, «durante un período razonable de implementación», que agentes de ambos países la controlen, algo que parece poco probable que acepte el Gobierno español, que consiguió durante la negociación del Brexit tener la última palabra en este importante acuerdo.

Para la profesora de la Universidad de Comillas también el contrabando en el Peñón supone un problema a la hora de alcanzar el ansiado memorándum. No en vano, Gibraltar se beneficia de los aranceles del tabaco que importa y que luego se vende en parte de forma ilegal en la Península a un precio más bajo.

A día de hoy sobre la mesa está la propuesta de Bruselas, apoyada por el Gobierno español, que contempla la creación de una zona de prosperidad conjunta, que de facto, supondría un impulso a la difícil situación económica en el Campo de Gibraltar, zona que registra los mayores índices de paro de la Península, al tiempo, que para Gibraltar no garantizaría las posibilidades empresariales y comerciales, con las que se benefician sus habitantes, quienes disponen de la tercera renta más alta del mundo, según los datos del Fondo Monetario Internacional.