El desafío independentista

Puigdemont a Torra: «Hay que dejarse querer»

Este fue el mensaje del prófugo Carles Puigdemont a su sucesor, Quim Torra, durante la reunión de ambos en Waterloo

Carles Puigdemont y Quim Torra, en una imagen de archivo / Efe
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Este fue el mensaje del prófugo Carles Puigdemont a su sucesor, Quim Torra, durante la reunión de ambos en Waterloo.

Un auténtico tira y afloja. Los partidos independentistas afrontan una gran división ante los Presupuestos Generales del Estado presentados por Pedro Sánchez en medio de lo que varios dirigentes definen como «un baile de salón». Es decir, mucha oposición por fuera y ganas de apoyarlos por dentro. «Hay que dejarse querer». Este fue el mensaje del prófugo Carles Puigdemont a su sucesor, Quim Torra, durante la reunión de ambos en Waterloo. Es también la tesis de la cúpula del PDECaT y la mayoría de sus diputados en el Congreso, defendida durante un almuerzo celebrado la pasada semana en el reservado de un restaurante cercano a la Cámara Baja, sabedores de que el gobierno socialista les necesita para sacar adelante las cuentas públicas. Las formaciones soberanistas advierten a Sánchez de que su respaldo no se compra con dinero, pero tampoco cierran la puerta a permitir al menos la tramitación parlamentaria, siempre y cuando el presidente español haga algún gesto político vinculado a los presos y el juicio del «procés».

«Te pareces a Pilatos», le dijo Torra a su antecesor que se ha lavado las manos sobre el apoyo a los Presupuestos. El fugitivo es contrario a respaldar los PGE de Sánchez porque entiende que será muy difícil explicarlo a su electorado, máxime con el juicio en el Tribunal Supremo en plena ebullición. Pero traslada la decisión final al grupo parlamentario del Congreso, donde la división es latente.

Los diputados proclives a respaldar a Sánchez argumentan su temor a unas elecciones que ofrezcan un escenario a la andaluza. Es decir, un pacto a tres entre el PP, Ciudadanos y Vox. Añaden que si esto sucede ya pueden despedirse los presos soberanistas condenados a un futuro indulto, algo que sí ven posible con un gobierno socialista. Por el contrario, Miriam Nogueras y el núcleo duro de Puigdemont defienden un rechazo frontal a las cuentas públicas mientras no se facilite el derecho de autodeterminación de Cataluña. Para colmo, en ERC son más flexibles para sostener a Pedro Sánchez, tal y como afirmaron Oriol Junqueras y Dolors Bassa desde la cárcel. Ello provocó una amenaza de Torra para hacer una crisis en el Govern, Su soledad dentro de La Generalitat es patente, toda vez que la número dos, Elsa Artadi, tiene puesta su mirada en el Ayuntamiento de Barcelona, fuera de un gobierno que ve «totalmente quemado».

«Entre el cinismo y la convicción», dicen varios dirigentes sabedores de que les irá mucho mejor con un Gobierno de Sánchez que con otro de «las tres derechas». Mañana lunes, la ejecutiva del PDECaT se reunirá con Puigdemont en Waterloo para definir su estrategia entre quienes apoyan la tramitación parlamentaria de los PGE, y los que se oponen por el juicio del «proces» y la mala imagen que dará ante su electorado con unas elecciones municipales y autonómicas en mayo. Mientras tanto, en Moncloa mantienen la prudencia pero confían en un apoyo, no tanto por querer a Sánchez como por temer a un gobierno de la derecha.

En los próximos días seguirá la ceremonia de la confusión, bajo ese «amagar y no dar» de los independentistas. Pero los partidos constitucionalistas sospechan desde hace tiempo que pese a la imagen pública de tensión y la negativa a respaldar los PGE, el diálogo entre el Gobierno de Pedro Sánchez y La Generalitat no se ha interrumpido y los contactos entre el PSOE y el PDECat son continuos. Así lo confirman fuentes de ambos partidos que, en el ámbito parlamentario, llevan meses negociando en secreto diversos pactos sectoriales. Según las mismas fuentes, los interlocutores entre Moncloa y el Govern son la vicepresidenta Carmen Calvo, junto a los ministros Meritxell Batet y José Luis Ábalos. Por parte del Palau el vicepresidente Pere Aragonés y la portavoz Elsa Artadi. En el Congreso de los Diputados, dos hombres discretos y con gran experiencia, el socialista José Zaragoza y el neoconvergente Carles Campuzano. La reforma laboral, el salario mínimo y un paquete de infraestructuras y tasas financieras han estado en la agenda de estos sigilosos encuentros.

Los esfuerzos de Pedro Sánchez por rebajar la tensión en Cataluña no decaen, a pesar de las declaraciones desafiantes del presidente de la Generalitat, Quim Torra, y el fugitivo Carles Puigdemont. «La crispación se combate con paciencia», reiteran en Moncloa. La postura oficial ante los medios es que el presidente resistirá hasta el 2020, con presupuestos nuevos o con los viejos prorrogados, en medio del juicio al “procés” que vaticina una dura sentencia contra los independentistas presos y la sombra del indulto sobre la mesa.

Así las cosas, las divergencias entre el PDECaT y ERC son cada vez mayores. El plan de Torra es «exhibir músculo ante Sánchez» agitar la calle para tapar las fisuras del independentismo. Pero esta ruptura tiene mucho de apariencia y los contactos entre Madrid y Barcelona se mantienen. Como bien dicen varios dirigentes, en Cataluña «las apariencias engañan».