Tensión
Puigdemont complica el calendario de Sánchez
El PSOE asume ahora una negociación más lenta y evita hablar de fechas, mientras Turull carga contra el pacto de los socialistas y ERC y endurece el tono. Los CDR y la ANC presionan para frenar la investidura de Sánchez
Carles Puigdemont se adueña del control de los tiempos en la negociación para la investidura de Pedro Sánchez. En el PSOE ya se preparan para un fin de semana intenso de negociaciones con la incógnita de si serán capaces de sortear las complicaciones que se están encontrando en el pacto para presentar la ley de amnistía. La idea que contemplaba el PSOE de cerrar antes de este fin de semana el acuerdo con Junts y evitar dilatar todavía más los tiempos, ahora es una esperanza lejana en Ferraz.
Tanto es así que en previsión de una negociación larga, el Congreso de los Diputados ha decidido habilitar todos los días hasta el 27 de noviembre –fecha límite para la disolución de las Cortes Generales– para que se pueda celebrar la investidura tanto en día lectivo como festivo. La preferencia de los socialistas sigue siendo los días 8 y 9 de la semana que viene, aunque ahora mismo fuentes de la negociación en Bruselas evitan dar fechas concretas. «No nos ponemos plazos ni presión, esta es la única investidura posible», se defienden ante el nuevo embrollo con Junts. De hecho, ahora insisten en señalar el tiempo que resta hasta que se venza el plazo que lleva a la repetición electoral. Incluso en las filas socialistas se empieza a hablar ahora de la posibilidad de una investidura en la tercera semana del mes.
Este viernes era clave para desatascar las conversaciones y para amarrar el «sí» definitivo de los siete diputados posconvergentes, pero, ahora, en el sector socialista imponen prudencia y discreción y evitan ya de hablar de acuerdo inminente. Todo después de una jornada anterior intensa que quedó truncada en el momento que los socialistas llegaban a un jugoso acuerdo con ERC, que acababa encareciendo el apoyo de los diputados de Puigdemont y alejando la idea de una investidura rápida.
La parte socialista volvía este viernes a Bruselas para tratar de desencallar el acuerdo después de que se levantaran de la mesa el día anterior con discrepancias entorno al alcance que debe tener la futura ley en el Congreso de los Diputados. El número tres del PSOE, Santos Cerdán sigue pilotando las negociaciones en Bruselas con los independentistas, aunque durante todo el día las versiones en el PSOE no hacían más que variar. Al principio, se aseguraba que el secretario de Organización socialista se había visto con Puigdemont, después, fuentes de la negociación lo negaron. Algo que deja entrever el intento de proteger al máximo la negociación pero, también, a sus protagonistas.
Uno de los escollos que aparecía a primera hora de la mañana era que Junts había puesto encima de la mesa nombres concretos que debían ser aceptados por los socialistas en la futura ley de amnistía, como el caso Voloh –aún en fase de investigación y con el jefe de la oficina de Puigdemont y su mano derecha, Josep Lluís Alay como implicado– o el de Laura Borràs, entre otros. De hecho, el secretario general de Junts, Jordi Turull, dejaba claro esta mañana que no dejarían atrás a «ningún soldado» y que no estaban negociando una amnistía para «Vips». Fuentes socialistas de la negociación rechazan que en las reuniones que se están manteniendo se estén aceptando nombres concretos. Enfocan las fricciones de la negociación en aspectos más jurídicos. Aseguran que se están manteniendo «discusiones muy complejas» y que requieren de juristas que supervisen los textos que se van avanzando. De esta manera limitan el impacto del choque con Junts a cuestiones jurídicas legislativas. Al cierre de esta edición las reuniones proseguían, sin desvelarse anuncios sustanciales, ni si finalmente Cerdán se vio con Puigdemont.
En Junts el hermetismo sigue siendo casi total. Casi porque esta mañana se conoció la mencionada carta que Jordi Turull hizo llegar a la ejecutiva del partido, adelantada por «La Vanguardia», en la que el dirigente cargó con dureza contra el pacto del PSOE y ERC, un elemento de presión más en la eterna disputa entre los dos partidos independentistas. La batalla por el relato es importante, Junts lo sabe y juega sus cartas desdeñando las cesiones arrancadas por los republicanos. Además, Turull pidió al resto de miembros de la ejecutiva de Junts «calma», no dejarse «arrastrar» y «confianza» en el liderazgo de Puigdemont, negociador plenipotenciario ante los socialistas.
De hecho, Puigdemont está en Bruselas con el propio Turull y con Míriam Nogueras, diputada en el Congreso. Laura Borràs y su entorno volvieron esta tarde a Barcelona, otra muestra más de quién es el núcleo duro y del blindaje decretado en el espacio posconvergente.
Mientras PSOE y Junts siguen sin atar el acuerdo, las presiones del independentismo más radical van "in crescendo": en este sentido, este viernes se han expresado tanto los CDR como la ANC en contra de la investidura de Sánchez. No obstante, visto el precedente de la consulta del Consell per la República, que votó en contra de esa investidura y Puigdemont lo ha desoído, se antoja complicado que surtan efecto estas presiones.
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