Posicionamiento

Puigdemont cuela al PSOE la agenda previa al «procés»

Los de Junts exigen al Gobierno una interlocución directa con la Comisión Europea para fijar la acogida de refugiados

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Pedro Sánchez, ayer, en la convención del PSOE en La CoruñaEuropa Press

En todos los foros de negociación que Junts tiene abiertos con el PSOE, consecuencia de la investidura de Pedro Sánchez, los de Carles Puigdemont están enfocando sus exigencias y prioridades desde la perspectiva de blindar las bases, en cuanto a competencias y marco legislativo, que consoliden a Cataluña como una nación. Ya sea en financiación, sea en fiscalidad, sea en lengua o sea en control de la migración.

En este último punto, abierto en canal a cambio de que los independentistas no tumbaran los primeros decretos leyes llevados por el Gobierno de coalición al Congreso, los delegados de Puigdemont exigen, por ejemplo, una interlocución directa con la Comisión Europea para fijar el objetivo de acogida de refugiados, sin mediación alguna del Gobierno español.

Por cierto, con la decisión de abrir este debate de la inmigración, sin someterse al patrón de las correcciones políticas, Junts está obligando a la derecha a resituarse en el tablero político, pero también ha abierto un problema interno en la izquierda al ampliar la brecha entre lo que dice su discurso y lo que muchos opinan realmente, de puertas hacia adentro, sobre el alcance de este tema y de su percepción entre la opinión pública.

El PSOE está mucho más incómodo que Sumar a la hora de encararse con el posicionamiento de Junts, que tacharían de xenófobo si viniera del PP o de Vox. Además, la decisión de presentar de la mano de Junts la ley que cederá las competencias en inmigración a Cataluña les plantea otro problema porque es difícil que los términos que acepte Puigdemont sean a la vez aceptados por la vicepresidenta Yolanda Díaz o por Podemos.

La realidad es que en Cataluña cada vez son más los ayuntamientos que dificultan el padrón a migrantes, y que en el resto de España los equipos electorales de todos los partidos ya han metido dentro de su agenda de campaña el análisis sobre cuál es la posición menos arriesgada ante esta cuestión.

Puigdemont ha estado hábil políticamente al recolocarse frente al conjunto de ambigüedades que incluía el programa de Junts a las últimas elecciones generales y recuperar, asimismo, algunos de los puntos que sí iban en el programa de Junts pel Sí, la candidatura electoral a las autonómicas de 2015 que unió a CDC, a ERC y a otras siglas catalanas, y que sí planteaba ya la exigencia de que la Generalitat utilizara el catalán como elemento de integración y dispusiese del control de los flujos migratorios, los permisos de residencia y trabajo, el contingente de trabajadores extranjeros y la contratación en origen. Aquella coalición electoral tenía como objetivo la declaración de independencia de Cataluña.

Con este mismo objetivo como meta final está recuperando Puigdemont algunos de los temas que marcaron la agenda programática de aquella etapa previa a la activación del «procés». A los interlocutores socialistas de Junts no se les ha podido pasar por alto que éste es un punto central de la estrategia de Puigdemont y que está utilizando las distintas mesas de negociación para avanzar, esta vez sí, en la misma hoja de ruta en clave de desarrollo de la Nación catalana que condicionó la relación de Madrid con la Generalitat antes de que explotara el proceso que llevó a la declaración unilateral de independencia. En 2016 Artur Mas, cuarto en las listas de Junts pel Sí en Barcelona y supuesto candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, anunció que no se presentaría finalmente, proponiendo a Puigdemont como candidato a presidente. El hoy prófugo de la Justicia española sabe perfectamente que el programa de aquella coalición por la independencia sirvió de argamasa para que recibiera el apoyo de organizaciones independentistas, como la ANC y Ómnium Cultural. La CUP fue invitada a unirse, pero, finalmente, declinó participar en aquella coalición.

Con Pedro Sánchez permanentemente en la cuerda floja, por su precariedad parlamentaria, Puigdemont y su equipo creen haber visto su oportunidad para tomarle la delantera a ERC y recuperar como si fuera sólo suyo el programa en el que en 2015 también participaron los republicanos de Junqueras, y que éstos, en la pasada Legislatura, dejaron a un lado para apostar por el discurso del pragmatismo, que hasta ahora, por cierto, ha sido más útil electoralmente para el PSC que para ellos.

Puede ocurrir, como sostiene el PSOE, que este programa, un calco del proyecto independentista que abanderaron Junts y ERC en los años previos al referéndum de independencia, no salga adelante, pero, de momento, y con un guion muy definido, es el que dirige la negociación bilateral con los socialistas. Mientras, Salvador Illa busca hacerse un hueco bajo los codazos de ERC y Junts y la decisión de Jaume Collboni de apostar por ERC y los comunes para dar estabilidad al Ayuntamiento de Barcelona.