Opinión
Puigdemont decide
En la cabeza de Puigdemont, en principio, no está provocar un adelanto electoral, pero tampoco ceder en procesos de negociación de cuestiones que dan por conseguidas
Que la legislatura termine anticipadamente no está en la mano de Sánchez, sino en los intereses de Puigdemont. Obtener la investidura sin haber ganado las elecciones tiene el inconveniente de que la estabilidad de gobierno depende de los minoritarios que prestan su apoyo.
En el caso de Sánchez es aún peor, porque el conglomerado de partidos que le han prestado su voto no lo han hecho por motivos ideológicos, sino que han visto la posibilidad de arañar del Estado concesiones impracticables en toda lógica política.
A Puigdemont no le mueve ni la estabilidad política, ni que las instituciones del Estado funcionen bien. Su único objetivo es avanzar en la consecución de la independencia de Cataluña.
Los tira y afloja con los primeros decretos que tuvieron que ser ratificados por las Cortes o el ridículo con la la ley de amnistía, son el órdago que Junts ha practicado al PSOE, indicándole que no van a moderar sus exigencias.
Los separatistas pueden perderlo todo, pero saben que Sánchez también y que, con cualquier otro líder socialista, e incluso con el actual pero en otras circunstancias, sus objetivos se les escaparían de las manos.
En la cabeza de Puigdemont, en principio, no está provocar un adelanto electoral, pero tampoco ceder en procesos de negociación de cuestiones que dan por conseguidas. Salvarse judicialmente es un a priori irrenunciable, pero solo es el principio de una lista de exigencias que se podrían resumir en dos: referéndum de autodeterminación y mayores cotas de autogobierno con financiación incluida.
En tanto, las humillaciones al gobierno se seguirán produciendo a cada ocasión que se preste. Perder una votación para la aprobación de una ley tan sumamente controvertida y que ha llegado a este punto del trámite porque Sánchez rindió el Estado ante un fugado de la Justicia, es inverosímil.
En unos días veremos como el PSOE vuelve a plegarse a las condiciones de máximos que impone Junts, pero todo esto es el anticipo de lo que viene por delante.
Sánchez sabe que convocar elecciones sería su final político personal. Esta vez no hay relato posible que encubra la verdad, el líder socialista ha quedado desnudo ante los ciudadanos en los últimos meses.
La idea de que es capaz de todo por el poder ha quedado instalada en la opinión pública y la próxima vez no funcionará el miedo a Vox que, por otra parte, se está disolviendo como un azucarillo por sus líos internos.
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