Política

La Razón de... Jorge Fernández

¡Qué amable encerrona!

La Razón
La RazónLa Razón

El periodismo tiene ese «qué» de encerrona que lo hace apetecible hasta al menos chismoso de nosotros. Nadie da duros a pesetas ni un titular por amor a Kapuscinski. La noticia no se da, se toma, y las palabras, como las muelas, se han de sacar por las buenas o por las malas (y ahí reside la gracia). Existe un prejuicio muy extendido a favor de estos últimos, los llamados «periodistas incisivos», como si sacar una muela a empellones y sin anestesia fuese más profesional que hacer lo mismo con paliativos y, de fondo, hilo musical. Al fin y al cabo, lo importante es la muela: el titular.

En LA RAZÓN han patentado este formato indoloro de encerrona en el que a uno se le invita a casa, se le agasaja, se le rodea de los suyos...y se le sacan sus mil palabras sin que se entere de que nos está haciendo la portada de mañana. La «encerrona» a Jorge Fernández Díaz, tal que la de un José Tomás –ya saben, Interior era hasta hace poco la cartera del gremio– contó además con un aliado de agradecer: la oportunidad. El señor Fernández Díaz está estos días a todo, como ha de estar, por otra parte, un ministro del ramo: entre Ceuta y San Sebastián. Con una agenda de ese calibre, y escoltado por tanta autoridad (civil, militar y religiosa), lo anómalo es irse de rositas como aquella becaria de Grazia –nuestra vecina de la tercera planta– que salía a la par que el ministro entraba. De la segunda planta, el «piano nobile» de LA RAZÓN (la tercera, en los cuentos de Musset, siempre fue la de las modistillas, y aquí viene al pelo) bajaron al alimón las Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Borja Prado, Gil Tamayo, Fernández de Mesa... Pulular de micrófono, estrépito en la sala y un prurito de esquizofrenia para las chicas de Protocolo. Seguimos sumando: Cristina Cifuentes, María del Mar Blanco.....

Si lo noticiable cotizase por metro cuadrado, LA RAZÓN, ayer, sería la esquina de Goya con Alcalá, donde todas las tardes canta un negro muy pinturero –lo habrán visto– su «No, woman, no cry». En la agenda del periodista pintaba con vivos colores este asunto precisamente, el de la inmigración, así como el de ETA y las presuntas tiranteces en el seno del PP. Todo ello (incluido, quizás, lo del PP) bien delimitado ya desde el propio titular escogido por el ministro para su ponencia: «Una España más segura».

...Dan las diez y los chicos de sonido de la planta baja –que siempre fue la de quienes cocinan: ya sea España o la cena del marqués– desmantelan su jaima. Ni ellos ni nosotros sabemos más de lo que queda registrado (que ya basta por hoy). Para los anales del «off the record», lo que hablaran en la intimidad tanto poder fáctico. A nosotros lo que realmente nos importa es que el ministro dio las muelas en nuestra propia casa. Y él siempre podrá alegar que tan bien lo trataron que no sabía a qué venía.