
Opinión
“No, que yo sepa no”
Que Cerdán no cierre la puerta a la posibilidad de que haya existido financiación irregular del PSOE es una bomba en la línea de flotación de Sánchez

La actividad política, en verano, se rebaja de forma sustancial. Las noticias disminuyen a la tercera parte de lo habitual y las olas de calor y los sucesos ocupan su lugar. En contadas ocasiones, la rutina estival ha sido aprovechada para tomar decisiones de calado como remodelar el Ejecutivo. Felipe González lo hizo en agosto de 1993; José Luis Rodríguez Zapatero, en julio de 2007, y Pedro Sánchez, en julio de 2021.
También en agosto, Santos Cerdán ha salido del silencio de la celda y ha concedido una entrevista. Como era previsible, ha sido cuidadosamente escudriñada por La Moncloa, intentando leer entre líneas el momento anímico y la estrategia de defensa que ha confeccionado.
Independientemente de que su situación procesal sea delicada y de que las respuestas a las preguntas del entrevistador hayan sido previamente consensuadas con su equipo de abogados, es significativo que cuando se le pregunta si ha existido financiación irregular del PSOE, él evite negarlo.
Con el "no, que yo sepa no", Cerdán se aparta del ilícito penal, pero no cierra la puerta a la posibilidad de que haya podido ocurrir. En palabras de un exsecretario de Organización es una bomba en la línea de flotación de Sánchez, máxime cuando uno de los puntales de la defensa del navarro es que no haya aparecido ningún dinero procedente de las mordidas.
Los dos principales miedos del líder socialista son que aparezca su voz o su nombre en algún audio comprometedor y que se inicie una investigación judicial por financiación irregular del partido.
El otoño dirimirá si el caso Cerdán da un giro en torno a eso. Entre tanto, Sánchez necesitará algún golpe de efecto que desvíe la atención y le dé la iniciativa política que hace meses ha perdido.
Sánchez necesitará algún golpe de efecto que desvíe la atención
Ya no hay chistera de la que sacar conejos ni manera de maquillar los pagos que tiene pendientes con el independentismo. La única herramienta a su alcance es una remodelación del Consejo de Ministros.
Haciendo de la necesidad virtud, le serviría para transmitir la idea de que la legislatura continúa con normalidad y, de paso, ajustar, aún más, la sumisión interna de la organización.
Todo se reduce a los tiempos. Sánchez puede pisar el acelerador en algunas cuestiones como modificar la ejecutiva, el gabinete de Presidencia o el Ejecutivo; en otras, como conseguir el apoyo de Puigdemont para modificar los procedimientos penales, dependerá de cuanto está dispuesto a pagar con el talonario del Estado.
Pero lo que no controla son los de los procesos judiciales, lentos pero implacables. Ese es el auténtico problema de Sánchez.
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