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«¿Quiere que Cataluña sea un Estado? Y en caso afirmativo,¿independiente?»

Artur Mas(C), acompañado de los líderes de ERC Oriol Junqueras, Joan Herrera de ICV; la vicepresidenta y el portavoz del Govern, Joana Ortega (2ºiz) y Francesc Homs (i), respectivamente.
Artur Mas(C), acompañado de los líderes de ERC Oriol Junqueras, Joan Herrera de ICV; la vicepresidenta y el portavoz del Govern, Joana Ortega (2ºiz) y Francesc Homs (i), respectivamente.larazon

El presidente de la Generalitat anunció ayer el acuerdo con los partidos proconsulta para que el 9 de noviembre de 2014 se celebre un referendo soberanista en Cataluña, en el que se preguntaría: «¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado?». Y para aquellos que contesten que sí, la segunda pregunta sería: «¿Quiere que este Estado sea independiente: si o no?».

Ya hay fecha y ya hay pregunta. Pero, ¿hay consulta? Artur Mas inició ayer su viaje hacia ninguna parte tras cerrar un acuerdo entre CiU, ERC, ICV y CUP para someter a votación el 9 de noviembre la siguiente pregunta encadenada: ¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado? Y si es así, ¿Quiere usted que ese Estado sea independiente? El interrogante por apartados –una fórmula atribuida al propio Mas– permitió el pacto entre las formaciones independentistas (Convergència, Esquerra y CUP), confederalistas (Unió) y supuestamente federalistas (ICV). Todos ellos suman 88 de los 135 diputados del Parlament, menos de los dos tercios de la Cámara catalana.

El presidente catalán anunció la pregunta a las 14.04 horas desde la galería gótica del Palau de la Generalitat. Lo hizo acompañado de hasta nueve dirigentes catalanes. Intervino solo unos minutos y regresó a su despacho sin aceptar preguntas. Visiblemente satisfecho, Mas cumplió un objetivo, el de no caer en el «ridículo meteórico» que hubiera supuesto no sellar el consenso en Cataluña. El líder nacionalista, además, eleva su propio listón como el presidente de la Generalista que ha llevado más lejos que nadie el proceso independentista. Y, sobre todo, se garantiza al menos otro año el cargo gracias al apoyo de Esquerra.

Mas explicó que el consenso fue posible después de dos días de contactos al más alto nivel. «Ha sido un acuerdo, rápido y discreto», celebró. Dicho esto, reclamó al Gobierno que tenga una actitud dialogante para acordar la celebración de la consulta, ignorando que el Estado no tiene la menor intención de someter a votación la unidad de España. «Tiempo habrá para que el Estado y las instituciones puedan negociar», resolvió el líder nacionalista sin entrar en más consideraciones sobre un diálogo aparentemente imposible. En todo caso, el presidente continúa suspira por que Mariano Rajoy se convierta en un trasunto de David Cameron y permita un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Convergència y Esquerra se encargaron, a continuación, de llenar de lírica y romanticismo un instante de la política catalana calificado por ambos de «histórico». Nadie quiso expresar ningún temor, ni por la posibilidad de que el proceso soberanista se esté precipitando hacia un callejón sin salida, ni porque la frustración –esa sensación tan extendida en Cataluña desde los tiempos estatutarios– se multiplique con una consulta que, por el momento, sólo cabe en un mundo onírico.

Los no independentistas

Unió e ICV, las formaciones que tienen una postura más ambigua en relación al derecho a decidir, demostraron de nuevo que el proceso le genera incomodidades aunque trataron de llevar el agua a su molino. Con Josep Antoni Duran Lleida fuera de Cataluña, Ramon Espadaler –presidente del consejo nacional y titular de Interior– se encargó de verbalizar la satisfacción de Unió ya que su postura confederalista quedan a salvo votando a favor de la creación de un estado catalán no independiente. En todo caso, Espadaler evitó confirmar que Unió votaría «sí» primero y «no» después con el pretexto de que hoy debe reunirse la ejecutiva de los socialcristianos.

Duran, desde Madrid, comentó que el Gobierno «está en su derecho» de frenar la consulta, pero se apresuró a advertir que sería un «despropósito» plantear la suspensión de la autonomía en Cataluña. «Somos serios, responsables y queremos que esto sea legal, pero la legalidad depende de la responsabilidad del Gobierno y de las fuerzas políticas españolas», añadió el líder de Unió.

Por su parte, el coordinador nacional de ICV, Joan Herrera, se recreó comentando la ausencia del PSC en el pacto confiado en seguir pescando electores del ala catalanista de los socialistas. Preguntado por qué opción votaría, Herrera evitó responder y sólo clarificó que votaría a favor de la creación de un estado, pero sin especificar la segunda opción.

Acabado el acto en el Palau de la Generalitat, Mas se regaló un día de sonrisas y felicitaciones a lo largo del resto de su jornada oficial. A pesar de que la consulta «no se va a celebrar» –tal y como dijo Rajoy–, el líder nacionalista se siente en una cumbre que nadie alcanzó hasta ayer.

Un órdago, cuatro argumentos

-Artur Mas (CiU)

El president de la Generalitat se presentó ayer como el artífice de un acuerdo que gusta a todos los partidos defensores del derecho a decidir. A sus socios de Unió y a ICV que querían una pregunta para satisfacer a los federalistas. E incluye la palabra independentista para contentar a ERC y garantizarse así un año más de legislatura.

-Oriol Junqueras (ERC)

Aunque no esconde que la doble pregunta no es la que quería, Oriol Junqueras argumentó pensando en sus parroquianos que ERC ha aceptado esta fórmula para tener una acuerdo mayoritario y conseguir movilizar al máximo número de catalanes el 9 de noviembre de 2014. Si gana el «no» a la independencia acatará el resultado, pero seguirá su batalla.

-Joan Herrera (ICV)

Joan Herrera compartió con ERC que la doble pregunta acordada asegura una «inmensa mayoría para cambiar las relaciones con el Estado». ICV, que de cara a la galería apuesta por el federalismo, hizo un llamamiento al PSC para que se sume al acuerdo porque «no tiene argumentos para no estar en un pacto» que abre las puertas a la popular tercera vía.

-David Fernández (CUP)

Fiel a su estilo, la CUP criticó la falta de claridad de la doble pregunta acordada para la eventual consulta. Pese a que acepta la propuesta, anunció que iniciará un proceso de «debate y reflexión», porque no ha tenido tiempo de consultar la pregunta con las bases de las organizaciones ni con la ciudadanía. Se mostró satisfecha de que recoja la «independencia».