
Reportaje
Rabat ignora a Moncloa: las aduanas de Ceuta y Melilla siguen cerradas
El sector empresarial denuncia que se trata de una frontera hecha solo «para figurar y no para comerciar»

Dos meses después de que, sin previo aviso ni explicación oficial, las autoridades marroquíes decidieran cerrar las aduanas de Ceuta y Melilla esgrimiendo la incompatibilidad entre la actividad comercial –hasta entonces escasa– y el flujo de viajeros en la fase aguda de la Operación Paso del Estrecho (OPE), que encara su recta final, el tejido empresarial de las ciudades autónomas sigue sufriendo las consecuencias del cierre fronterizo.
Por su falta de colaboración con el Gobierno de España, que prometió la «normalización aduanera» hace más de cuatro años tras la celebrada cumbre hispanomarroquí de Rabat del 7 de abril de 2022 –que parecía garantizar una próspera nueva etapa en las relaciones bilaterales–, las autoridades marroquíes han dado muestras reiteradas de no estar de acuerdo con el establecimiento de sendas aduanas comerciales.
No en vano, desde su cierre en plena fase aguda de la pandemia en marzo de 2020 y hasta los primeros pasos de mercancías a comienzos de este año, tanto el Tarajal como Beni Ensar han permanecido cerrados herméticamente salvo para ciudadanos con permiso para circular en el espacio Schengen o trabajadores transfronterizos con documentación en regla.
Lo cierto es que desde que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, desmintiera el pasado día 14 de julio el cierre definitivo de unas aduanas apenas meses después de su esperada inauguración –reapertura en el caso de Melilla y creación de una de nuevo cuño en Ceuta– y tras haber desmentido que la actividad comercial fuera incompatible con la OPE, ningún miembro del Gobierno central ha vuelto a referirse a cuándo y cómo se recuperará la nueva normalidad en los pasos del Tarajal y Beni Ensar cuando al dispositivo de seguridad y acogida estival le queda ya apenas una semana de funcionamiento.
"Económicamente no es rentable"
Entretanto, los empresarios de las ciudades autónomas siguen lamentando la situación en la frontera más de tres años después de la promesa del Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez. Tanto la patronal de Melilla como la de Ceuta niegan que lo acordado entre Madrid y Rabat sea una aduana comercial homologable.
En este sentido, la presidenta de la Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE), Arantxa Campos, lamenta a LA RAZÓN que los dos gobiernos «han hecho una aduana para figurar y no para comerciar. Por lo tanto, económicamente no es relevante y entre los empresarios no hay interés por la poca fiabilidad que supone».
Además, en una reciente entrevista con «El Faro de Ceuta», Campos pedía que la aduana de su ciudad funcione «como el resto de aduanas del mundo: sin restricciones ni limitaciones arbitrarias y, sobre todo, con reglas claras que ninguna de las dos partes pudieran modificar unilateralmente».
Por su parte, a comienzos de julio, el máximo responsable de la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME), Enrique Alcoba, lamentaba a este medio que «desde agosto de 2018 ha sido un despropósito». «Se han hecho algunas exportaciones de electrodomésticos e importaciones de frutas y verduras, pero no es una aduana comercial». «Esto es lo que Marruecos quiere, abrir cuando ellos estimen oportuno», se quejaba el empresario español.
"Problemas técnicos" sin precisar
De igual manera, los empresarios de Ceuta y Melilla denuncian el incumplimiento por parte de las autoridades marroquíes del régimen de viajeros en la frontera, que permite a las personas, al entrar o salir de estos territorios, transportar una cierta cantidad de mercancías para uso personal, exentas de impuestos siempre que se cumplan los límites establecidos. En la citada entrevista con el diario «El Faro», Campos insistía en que «el mejor ejemplo de la falta de voluntad del Ejecutivo de Marruecos para cumplir esas reglas lo encontramos en el incumplimiento del régimen de viajeros en la frontera del Tarajal, «una norma sencilla, clara y aceptada internacionalmente que Marruecos se niega a respetar, demostrando así que más que avanzar en la normalización comercial, se quiere convertir en un vecino poco fiable».
Hasta el inesperado cierre a comienzos de julio, el camino de las aduanas de Ceuta y Melilla no fue nada fácil. En el principio fue el cierre por parte de Marruecos el 31 de julio de 2018 de la aduana comercial de Melilla, establecida con el Tratado de Fez en 1866. Poco más de un año después, en diciembre de 2019, Rabat lograba terminar con el «comercio atípico» (el contrabando tolerado por ambos países) en la frontera con Ceuta.
Pacto de mínimos incumplido
Aunque la reapertura de las fronteras para personas en el mes de mayo de 2022 parecía marcar la cuenta atrás de las aduanas, hubo que esperar más de dos años y medio hasta que en el arranque de este mismo año empezaran a producirse los primeros pasos de mercancías propiamente dichos. A pesar de las «excelentes» relaciones bilaterales, el Gobierno ha sido incapaz de explicar la naturaleza de los aparentes «problemas técnicos» aducidos en varias ocasiones por ambas administraciones para justificar el bloqueo infinito de las aduanas incluso después de varios «exitosos» ensayos piloto.
Con todo, el pacto de mínimos alcanzado entre los gobiernos de España y Marruecos (ahora, de nuevo, incumplido) no contenta a los empresarios ceutíes y melillenses. Según los medios locales, desde la reapertura parcial de la aduana en Melilla el pasado mes de enero se han registrado 19 cruces de mercancías –de los cuales solo siete tenían como destino Marruecos–, mientras que en Ceuta se han contabilizado 42 cruces, pero solo uno con origen en la ciudad autónoma, como confirman a este medio desde la CECE.
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