Gobierno de España

Rajoy, cómodo en la «inestabilidad controlada»

Ni una prórroga presupuestaria ni el órdago en Cataluña alterarán su decisión de no convocar elecciones. Lo que más preocupa en Moncloa es que se detenga la recuperación economía

Mariano Rajoy, el viernes pasado en un acto en el Teatro Real
Mariano Rajoy, el viernes pasado en un acto en el Teatro Reallarazon

Ni una prórroga presupuestaria ni el órdago en Cataluña alterarán su decisión de no convocar elecciones. Lo que más preocupa en Moncloa es que se detenga la recuperación economía

El Gobierno afronta la recta decisiva de la negociación presupuestaria con tranquilidad. El acuerdo para sacar adelante las cuentas de 2017 no está cerrado, pero no es algo que descoloque la agenda del Gabinete. «Es muy complicado, pero no imposible», indican en Moncloa cuando se les pregunta por el resultado de una negociación que ya incluye al PNV y a la antigua Convergéncia. Rajoy tiene perfilada su estrategia para este curso parlamentario, y haya o no haya Presupuestos su hoja de ruta no incluye la disolución de las Cortes.

A Rajoy lo que más le preocupa es que la economía aguante bajo el empuje de las reformas impulsadas en la pasada Legislatura. E ir tirando con los «pequeños retoques» que la situación parlamentaria le permita. Mientras se siga creando empleo y se mantenga el crecimiento económico Rajoy entiende que hay una «inestabilidad controlada» que se puede seguir manejando, como explican en Moncloa. El ruido político es intenso, pero no está alterando las condiciones que necesitan los «operadores» para «no perder la confianza». Esto rebaja la presión sobre el Gobierno, aunque haya empezado a prepararse para resistir «el duro empujón» que va a suponer la crisis de los estibadores.

El momento decisivo de la aprobación de los Presupuestos será la votación de las enmiendas a la totalidad, que se producirá a finales de abril o principios de mayo. El encaje más fácil para el Gobierno sería contar con los votos de Cs, PNV y Coalición Canaria. En caso de empate, después de repetirse tres veces la votación la iniciativa de la oposición decaería. En comisión, la proporcionalidad facilita el escenario al Gobierno, y ya sólo le restaría la larga votación del dictamen final para que el proyecto quedase aprobado en junio y pudiese aplicarse en la segunda parte del año.

Si no hubiera acuerdo, la prórroga casi iría acompañada inmediatamente de la preparación del techo de gasto del año siguiente y de los Presupuestos para 2018, y esta prórroga sería una razón que Rajoy acumulará en el cajón de justificaciones para el caso de que la «inestabilidad controlada» se convierta en «inestabilidad descontrolada» y tuviera que convocar finalmente elecciones. Pero aunque la negociación es difícil, el Gobierno no la da por pérdida, y si Rajoy consigue aprobar los Presupuestos de 2017 «esto ya le daría oxígeno para un par de años si todo lo demás sigue aguantando».

Ahí entra Cataluña. Aunque los partidos independentistas siguen elevando el órdago, la presión no hace mella en Moncloa. Rajoy ha optado por gestionar el problema catalán fiel a su apuesta por fijar posición y aguantar el pulso hasta que sus adversarios acaban perdiendo pie, como describe gráficamente uno de sus ministros. Y en el caso catalán, Rajoy espera que los líderes del secesionismo rectifiquen en el último momento antes de poner en marcha un referéndum ilegal que saben que esta vez el Gobierno central no dejará que se celebre. Si no se cumplen estas expectativas, el jefe del Ejecutivo buscará actuar con el apoyo del PSOE y de Cs, informándoles de cada una de las medidas jurídicas y políticas que adopte. Y en Moncloa dan por descontado su apoyo. «Si se llega a una situación excepcional habrá que actuar de manera excepcional y esto obligará a implicar también de manera excepcional a todos los partidos constitucionalistas, en una estrategia de Estado», explican fuentes gubernamentales. Cataluña es un grave problema, pero desde el entorno de Rajoy trasladan el mensaje de que «lo tienen todo controlado». Una vez que han testado la incomodidad que a los dirigentes de la Generalitat les provoca la estrategia de presencia institucional y de contactos con la sociedad civil, la decisión es intensificarla. No produce resultados en la negociación directa con Puigdemont ni Junqueras. «Pero sí está siendo útil para mejorar la imagen del Gobierno y de España en Cataluña y desestabiliza la ofensiva secesionista», sentencian en el Gobierno.

En cualquier caso, ni los Presupuestos de 2017 ni Cataluña son hoy dos argumentos que por sí mismos vayan a romper el calendario de la Legislatura. «La inestabilidad política es mucho más llevable si hay estabilidad económica. Y para que Rajoy dé un golpe en el tablero necesita cargarse de razones. No contar con unos Presupuestos no ayuda a la estabilidad, pero hay que sumar razones», apuntan en Moncloa. Aunque no tenga mayoría, Rajoy no se siente débil, según remarcan en su entorno. «Hay que medirse siempre con los demás. Y nosotros estamos en una posición mucho mejor que los otros para mejorar». Por eso no ha dudado en mantener el pulso que supone sostener al presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, pese a la factura que el ruido de la corrupción le ha pasado al PP.