Cataluña
Rajoy confía en Rajoy
El presidente mantendrá su estrategia pese al mal resultado de las catalanas. Cree que volverá a ganar, que los electores verán al PP como el voto útil. Serán duros con Ciudadanos pero siempre mirando a un posible pacto de futuro.
Mariano Rajoy sigue confiando en la recuperación económica para afrontar las generales. El mal resultado que en las elecciones catalanas sacó el PP no alterará sustancialmente su agenda ni en la estrategia ni en los discursos. La cúpula popular sostiene que Cataluña vive una situación de tensión y de excepcionalidad que crea un marco político que no permite establecer comparaciones ni hacer extrapolaciones a nivel nacional. Rajoy hizo balance de esos comicios ante el Comité Ejecutivo del PP del pasado lunes, en una intervención a puerta cerrada, pero condicionada porque estas reuniones siempre se filtran a los medios de comunicación. Y para tranquilizar los nervios de sus cuadros dirigentes sostuvo que el resultado catalán no es extrapolable al resto de España. Pero en este punto, en el análisis que ha hecho más en la intimidad con su equipo de colaboradores, la conclusión es parecida: que Ciudadanos parte de la mejor posición, pero que a nivel nacional contendrá su ascenso y no alterará el bipartidismo. Hay preocupación, pero no alarma.
En esto justifican en la dirección popular su decisión de no introducir modificaciones en los ejes de la campaña de movilización del llamado voto útil, del que dependen para estar en condiciones de aspirar a mantener La Moncloa. A estas alturas del «partido» hay poco margen para cambiar de apuesta, puntualizan, además, desde Génova. De hecho, en lo que afecta directamente a su estrategia respecto a Ciudadanos, la decisión es mantener el mismo camino que eligieron después del periodo de reflexión que abrieron tras las autonómicas y municipales de mayo. Así, sus ataques los dirigirán contra el PSOE y contra Podemos, bajo la apelación al voto útil para frenar un «Gobierno de la izquierda radical», mientras que con los de Rivera no buscarán intencionadamente el cuerpo a cuerpo y se cuidarán de dejar siempre un margen para un futuro entendimiento. Aunque su argumentario de campaña sí incluirá advertencias a los votantes sobre que apoyar a Rivera no es votar PP, y sí puede suponer abrir la puerta a un Ejecutivo socialista. Internamente, más que un posible meteórico ascenso a nivel nacional de Ciudadanos, que la cúpula del PP descarta a día de hoy, lo que de verdad inquieta es la posibilidad de que este partido se eche en brazos del PSOE y que busque excusas, condiciones inasumibles, para no apoyarles en el caso de que sean la lista más votada tras las elecciones. «La realidad habla, Ciudadanos vota sistemáticamente con el PSOE en Andalucía, y en contra de Cristina Cifuentes en Madrid, cuando en las dos comunidades apoyaron la investidura de sus respectivos gobiernos», sentencian en Génova.
En los dos meses y medio que quedan hasta las elecciones Rajoy exprimirá los mensajes y los actos en positivo. Hará mucha calle, tomando el protagonismo de esta estrategia, mientras el PP multiplicará a su vez los actos sectoriales. A finales de octubre la cúpula del PPE desembarcará en Madrid para celebrar su congreso. Justo en plena precampaña de las generales Rajoy se asegurará en Madrid el apoyo de la canciller alemana, Angela Merkel, o del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Y aunque es previsible que vuelvan a solemnizarse las advertencias sobre las consecuencias de la independencia unilateral de Cataluña, en Moncloa dan por descontado que esta cumbre europea servirá de altavoz del discurso de la recuperación económica española. Justo el que va a seguir siendo el argumento central de la campaña de las generales de Rajoy. Este cónclave europeo coincidirá, por cierto, con el anuncio del presidente de la disolución de las Cortes Generales.
A Rajoy le están preparando una agenda intensa de actos tanto como presidente del Gobierno como en su papel de presidente del PP. Y él asumirá también el protagonismo en los principales anuncios del programa con el que se presentará a las urnas. Ahí el acento lo van a poner en la política social, el empleo y la economía, en la regeneración y en la cohesión de España. Las lineas maestras serán las que marcaron en la Conferencia Política que el PP celebró en julio en Madrid. Tras cuatro años en el poder, el inconveniente principal es que la gestión limite la credibilidad de algunos nuevos compromisos, lo que el PP combatirá con el argumento de que si hasta ahora no ha avanzado por esos derroteros ha sido porque la situación económica no se lo permitía.
El Gobierno perfila su estrategia electoral sin saber por dónde puede tirar la presión independentista tras las elecciones de hace una semana. Pero están convencidos de que el nuevo Ejecutivo catalán, si llega a constituirse, y el nuevo Parlamento autonómico se dejarán sentir en la campaña de las generales. También en el caso de que la situación avanzase hacia la ingobernabilidad. Pero en este terreno no dejan margen ni para la sorpresa ni para la improvisación. En enero, con las cartas ya repartidas a nivel nacional y catalán, empezará otra partida política, pero hasta entonces Rajoy no cambiará ni una coma de un discurso estrictamente ajustado a la firme defensa de la ley. La bandera española va a estar muy presente en campaña. Con el PP, pero también con el PSOE. Génova afronta estas elecciones siendo muy consciente del desgaste de sus siglas y de la imagen de su «cabeza de lista». «Cuando uno tiene la mochila vacía, porque no ha gobernado nunca, es mucho más fácil caer simpático», dicen en medios gubernamentales, en referencia implícita a Rivera. Ahora bien, el Gobierno se aferra a la tesis de que, como le ha pasado a Podemos, «que desde las europeas ha ido perdiendo tirón, las expectativas sobre Rivera se moderarán también de aquí a diciembre». Se verá. De momento, Rajoy seguirá a lo suyo en campaña, aunque mirando de reojo al líder de Ciudadanos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar