Elecciones andaluzas
Rajoy deberá revisar su estrategia electoral tras el castigo al PP
El sábado, los ánimos en el «cuartel general» del PP andaluz no llevaban, precisamente, al optimismo respecto a los resultados electorales de ayer. La falta de recuerdo de voto sobre dos de los protagonistas de esta campaña, Podemos y Ciudadanos, exigía la máxima cautela, porque el clima de «confusión» era muy superior al de otras jornadas de reflexión. Pero aun con esa prevención, las perspectivas antes de abrirse las urnas eran más que prudentes. El resultado ha sido malo y no se ajusta a las peores expectativas. Una distancia de más de diez puntos con el PSOE era el listón del descalabro, y de alrededor de cinco, la asumible. Más que la caída, lo grave, según el análisis interno, es la distancia con el PSOE. En porcentaje de votos, se quedan a nueve puntos de los socialistas, y es su nivel más bajo desde el 96. En escaños, pierden hasta 17. Y en el camino deja más de medio millón de votantes.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no va a dedicar su discurso público ni a insistir en la autocrítica ni a lamerse las heridas, pero las alarmas se han encendido en Moncloa y en la sede nacional del PP. Este fin de semana ya le estaban perfilando la intervención que hoy tendrá ante el Comité Ejecutivo, y que intentará utilizar para pasar página del resultado andaluz y para dirigir a su partido hacia la campaña de las autonómicas y municipales.
Aunque el PP asuma en clave interna, está obligado a ello, la derrota andaluza como un importante toque de atención que exige analizar las causas y revisar la estrategia sobre el tablero autonómico, y también nacional, Rajoy defenderá hoy ante su Ejecutiva que, pese a la caída, su partido sigue siendo la única alternativa real al PSOE en Andalucía. Intentará quedarse más con lo positivo que con lo negativo y colocará el acento en agitar a su formación para que se movilice desde ya en la larga precampaña de los comicios de mayo, que es donde él cree que se la juegan de verdad. Se juega ser el partido más votado en las municipales, con la lectura en clave de primarias de unas generales que acompaña siempre a este escrutinio. Y se juega, asimismo, mantener comunidades «fetiche» para el PP como Valencia y Madrid, con sus respectivas alcaldías. Sobre Valencia manda el pesimismo, y en Madrid hay más confianza en retener el Ayuntamiento que la Comunidad.
Rajoy necesita además que el PP andaluz no se paralice con los resultados de ayer y que, por el contrario, mantenga la maquinaria en funcionamiento y se vuelque desde hoy mismo en la siguiente cita electoral para intentar minimizar la caída en las municipales. Hoy el PP ostenta un poder local histórico en uno de los tradicionales feudos socialistas.
Esta coyuntura explica que en Génova sostengan que no hay tiempo para perderse en discusiones o en debates externos cuando quedan dos meses para el siguiente examen electoral. Y explica que la valoración oficial pivote sobre dos mensajes: que el bipartidismo está herido, pero no se está ante su final, y que el PP paga la factura de las difíciles decisiones que ha tenido que adoptar en esta Legislatura para que España saliese de la recesión. En la dirección popular siguen confiando en que la recuperación económica amortigüe su desgaste por la crisis y por la ola general de erosión institucional y de la política tradicional que se ha acentuado en los últimos años, en buena parte instigada por los escándalos de corrupción que están siendo juzgados. Pero en Andalucía no ha sido argumento suficiente, como tampoco el de que solo el PP garantiza la estabilidad.
Desde las filas populares asumen, asimismo, que en el resultado andaluz han pesado también factores exclusivamente regionales. Allí el partido ha estado dos años paralizado, toda la etapa desde que Javier Arenas deja la Presidencia y lleva las riendas Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla. Arenas pasó el testigo después de ganar las últimas elecciones autonómicas en marzo de 2012 con 50 escaños, tres más que el PSOE, pero sin la mayoría absoluta, en los 55 escaños. Se quedó sin poder gobernar pese a ser la lista más votada por el acuerdo de socialistas con IU. Después de dos años de transición, Rajoy intervino personalmente e impulsó la candidatura de Juanma Moreno como candidato y como líder regional en marzo de 2014. «Demasiado tarde», se quejan desde Andalucía. Moreno ha cargado con el coste de la parálisis de la organización y también se ha visto perjudicado por la escasa movilización de muchos alcaldes.
El resultado andaluz coloca al PP en este año electoral ante una dificultad añadida a las que en un principio barajaban: la irrupción de Ciudadanos. La descalificación sin estar bien medida no ha dado resultados, y Génova tiene que equilibrar la crítica con una estrategia a medio plazo que puede exigir en algunas «plazas» buscar el entendimiento con el partido de Albert Rivera.
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