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Rajoy cree que el debate constitucional será sólo pirotecnia política tras el 1-0

No se cierra a afrontarlo para preservar ahora la unidad frente al órdago secesionista .

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, interviene en la sesión de control celebrada hoy en el Congreso
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, interviene en la sesión de control celebrada hoy en el Congresolarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@7594fd9f

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, remitió ayer el debate sobre la reforma constitucional a después del 1-O. Volvió a colocarlo encima de la mesa el presidente de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, en la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso, como uno de los puntos que formaba parte, además, del acuerdo de investidura. Y Rajoy dio aire al balón, pero sin comprometerse con nada y dejando bien claro que esta discusión no puede abrirse antes de que se resuelva el desafío del referéndum de autodeterminación que la Generalitat pretende celebrar el 1 de octubre.

Rajoy defendió ante el Pleno de la Cámara que no se cierra a reformar la Constitución, ni a debatir sobre esta cuestión, pero que la prioridad del momento actual es defenderla ante el órdago secesionista.

El PP, sin mayoría absoluta, no puede impedir que se abra este debate en el Parlamento, aunque sí puede condicionar la aprobación de cualquier modificación de la Carta Magna con la mayoría absoluta que tiene en el Senado.

Pero la posición del presidente del Gobierno, a dos semanas de la fecha de la consulta ilegal, no ha cambiado con respecto a la que tenía al inicio de la Legislatura. Rajoy cree que después del 1-0 pueden abrirse distintos escenarios y que la respuesta política dependerá de cómo los líderes independentistas son capaces de gestionar «la frustración generada por el hecho de que no habrá referéndum ilegal». Pero, en cualquier caso, él sigue pensando que la reforma de la Carta Magna no es una solución para el órdago que plantea el independentismo. No cree, de hecho, que ese debate, aunque se abriese formalmente, pueda llegar a ningún resultado material porque no hay consenso «para avanzar en ninguna dirección». Siempre ha dicho que antes de poner en marcha esta reforma debe de haber un consenso mínimo sobre cuáles son los objetivos y qué debe quedarse fuera de la discusión. Para el líder popular, no pueden estar en cuestión, por ejemplo, los principios de igualdad y solidaridad territorial tal y como hoy rigen en el modelo autonómico, ni tampoco caben soluciones que desequilibren el actual Estado de las Autonomías. La política en Cataluña depende, además, de que el PdCat «cambie», y haya una nueva interlocución que no sea la que hoy representan Carles Puigdemont y Artur Mas.

Ahora bien, pese al escepticismo de Moncloa con los foros de debate planteados por el PSOE y Ciudadanos, Rajoy ha optado por no oponerse públicamente a ellos porque «pueden ayudar a dar cierta imagen de normalidad» y, sobre todo, porque su prioridad en estos momentos es que no haya nada que interfiera en la imagen de unidad del bloque constitucionalista.

Rivera insistió ayer en que debe abrirse la reforma de la Carta Magna con expertos y juristas porque el inmovilismo no es la solución, pero, al mismo tiempo, se desmarcó de la «comisión show» sobre el modelo territorial del PSOE. Es decir, que no hay acuerdo de partida ni sobre el foro en el que debería empezar la discusión.