Política

El desafío independentista

Rajoy nombrará un mando único de la comisión técnica que aplicará el 155

El perfil del responsable puede ser el de un ministro. El sábado un Consejo de Ministros certificará la toma de control de la Generalitat después de su aprobación en el Senado

Mariano Rajoy
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El perfil del responsable puede ser el de un ministro. El sábado un Consejo de Ministros certificará la toma de control de la Generalitat después de su aprobación en el Senado.

Cada ministerio tiene la orden de Mariano Rajoy de dedicar esta semana a perfilar las primeras decisiones con las que pondrán en marcha la parte que les afecta de la intervención en Cataluña prevista con el artículo 155. El presidente del Gobierno coordinará los trabajos hasta el sábado, que es cuando, previsiblemente, se reunirá el Consejo de Ministros para certificar la toma de control de la Generalitat, después de que el Senado apruebe el próximo viernes el acuerdo del Gobierno. Pero Rajoy está buscando un candidato, el perfil puede ser de ministro o más técnico, está en debate, para que asuma el mando único del órgano que reunirá a representantes de todos los ministerios que reciben competencias de las consejerías de la Generalitat. Esa comisión, a la manera de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos o de la comisión de subsecretarios, estará integrada por un equipo de perfil más técnico, pero luego en el día a día Rajoy estudia que haya un coordinador directo. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría y el jefe del Ejecutivo se quedarán en el plano más político.

La aplicación del artículo 155 conllevará también un importante desgaste en Cataluña incluso en el caso de que todo salga bien. Las últimas encuestas publicadas coinciden en señalar que la mayoría de los catalanes no quiere declaración unilateral de independencia, pero tampoco la aplicación del artículo 155. Interpretan, aunque el Gobierno lo niegue, que es una injerencia en la autonomía y en el autogobierno catalán. Y por amplia que sea la labor pedagógica en ese sentido, incluso revirtiendo la situación de TV3 con la destitución de la dirección política, por delante queda una tarea «muy complicada» y «llena de obstáculos». En medios populares lo señalan sin dobleces: «No hay alternativa, pero más de uno puede quemarse si no se hacen bien las cosas, y aun haciéndolas habrá desgaste en Cataluña». Lo que viene mal allí puede sumar fuera de esa comunidad autónoma porque la tensión introducida por el independentismo ha enardecido el sentimiento españolista. Pero hoy en día la crisis soberanista ha deteriorado aún más la imagen del PP catalán y también la del presidente del Gobierno en Cataluña. Con eso juega Albert Rivera en su estrategia por precipitar las elecciones. Y hasta dentro del Gabinete popular hay quienes ven en esta crisis y en su lejanía con la gestión directa de la misma una ventaja para sus intereses personales y para empujar a rivales en la eterna carrera por suceder a Rajoy, en la que sigue sin haber plazo para el pistoletazo de salida.

Sobre el alcance de las decisiones, el eje conductor es frenar el boicot soberanista a la intervención, explican fuentes gubernamentales. Y esto explica la contundencia del desarrollo del artículo 155 y también permite anticipar que ningún cargo público, de designación política, que ocupe una responsabilidad «seguirá al frente de ella si no demuestra su lealtad a la Constitución y al Estatuto y colabora en las medidas que adopte el Gobierno».

Por cierto, Rajoy está muy satisfecho con la colaboración del PSOE, y cuenta con Pedro Sánchez para las dificultades del camino que queda por recorrer. Mantienen la fluidez en los contactos y la voluntad de pactar cada decisión. La negociación no acabó el pasado viernes con el acuerdo del Consejo de Ministros. El jefe del Ejecutivo sabe que no puede contar con el jefe de la oposición para mantener la estabilidad de la legislatura, para hablar de Presupuestos, ahora que falla el PNV, ni para desarrollar en líneas generales el acuerdo que firmó con Ciudadanos (Cs). Pero en el Ejecutivo reconocen al PSOE que «se está comportando como un partido de Estado», con la responsabilidad propia de quien ha asumido tareas de gobierno y seguirá haciéndolo en el futuro. No piensan lo mismo de la formación de Rivera, aunque no habrá ningún gesto público que lo deje notar.

La información que manejan en el Gobierno sostiene la idea de que el independentismo «está destrozado», «profundamente dividido» y sin claridad en la estrategia para evitar «la caída segura de sus principales referentes». Aunque hagan «trampas, eso no evitará ya la aplicación del artículo 155». El todavía presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, es el que está más decidido a seguir adelante con el «harakiri» y «obedecer» la estrategia de la CUP, según esa información que llega al Ejecutivo. Y en este marco esperan que esta semana pasen cosas y haya movimientos en el soberanismo. Pero igual que la política tiene todo preparado para tomar el control de Cataluña a partir del próximo sábado, también la Fiscalía está en alerta para responder a una concreción de la amenaza de declaración unilateral de independencia.

Ahora bien, la debilidad del independentismo no es argumento suficiente como para que en el bloque constitucionalista no haya temores. «No basta con tener de nuestra parte toda la fuerza del Estado y de la legalidad. Podemos hacer las cosas, pero si no se explican bien, si no llegan a la ciudadanía, plantear elecciones en menos de seis meses es una locura, por mucho que Rivera sueñe con que las gana», sentencian en la dirección popular.