Opinión

Revenío

"Lo vimos en la capilla ardiente de Concha Velasco, con Marisa Paredes. Una actriz (como muchos otros, no todos gracias a Dios) pancartera contra la opresión"

Marisa Paredes en la capilla ardiente de Concha Velasco en el Teatro de La Latina a 02 de Diciembre de 2023 en Madrid (España).CONCHA VELASCO;CAPILLA ARDIENTE;FAMOSOS;ACTRIZ;TANATORIOÁngel Díaz Briñas / Europa Press02/12/2023
La actriz Marisa Paredes en el funeral de Concha Velasco Ángel Díaz BriñasEuropa Press

No hay cosa más molesta y desagradable que comerse un alimento revenío. Ese hojaldre con textura, en apariencia, crujiente que uno espera sentir el crocante al probarlo y tras el primer bocado notar que está gomoso y rancio por el tiempo a causa de una peroxidación lipídica. Algo similar le pasa a la izquierda de hoy.

Ofrece crocante de convivencia, diálogo y buen rollo para que parezca factible la cohabitación común con los independentistas que, evidentemente, no quieren cohabitar, y asumible una amnistía intolerable que pide perdón a los autores del "procés". Es un buen rollo que nace revenío por los propios ingredientes que ya están oxidados. Una falacia para manipular a un tonto o justificar a un revenío.

El revenío, reblandecido de odio, lo vimos en la capilla ardiente de Concha Velasco, con Marisa Paredes. Una actriz (como muchos otros, no todos gracias a Dios) pancartera contra la opresión, las intolerancias, a favor de la igualdad y la convivencia. Una actriz antifranquista, una vez muerto Franco, una actriz antifascista por su creencia en la libertad, que se enfurece, fuera de sí, cuando escucha vítores a favor de la presidenta de la Comunidad de Madrid a su llegada al tanatorio, conocedora, supongo y si no lo es, que pida perdón, de la amistad que unía a Concha Velasco con Isabel Díaz Ayuso.

Una libertaria inconsciente e inconsistente que con su actuación dictatorial pone en entredicho su idiosincrasia y oscurece la notoriedad de la pérdida que todos los españoles hemos sentido con el fallecimiento de una actriz con la que hemos crecido, madurado y envejecido. Con la que hemos sido chicas yeyés y en algún momento hemos querido ser artistas.

Concha Velasco es mucho más que la muchachita de Valladolid que nos dibuja Óscar Puente. El arte no debería estar revenío ni debería permitirse oxidarse por agentes podridos, malolientes y rancios.