Opinión

"Ripo"

"Eran sacrificados patriotas que merecían un mejor final"

Los nombres de las víctimas del Yak-42, en el monumento en su honor en Madrid
Los nombres de las víctimas del Yak-42, en el monumento en su honor en MadridAlberto R. RoldánLa Razón

José Manuel Ripollés Barros, «Ripo», comandante de Ingenieros; 20 años después de tu muerte en Trebisonda, como pasajero de un avión tan malo como su tripulación, poco queda por demostrar que no se aprecie en las fotos y comentarios sobre el estado de la aeronave que enviaste la noche anterior, barruntando la tragedia. Otros conseguirán olvidar errores y responsabilidades, pero nosotros quedamos condenados a recordar con gratitud el privilegio de los años vividos contigo, querido «Ripo».

Siendo cadetes, ya pudimos apreciar tus tendencias naturales hacia la bondad extrema, a ocupar los puestos de mayor riesgo y fatiga, a la camaradería sin límite y a cultivar un bigote retador, en cuanto los «retras» nos lo permitieron.

Compartimos peripecias académicas haciendo integraciones radio-hilo clandestinas, preparando maratones y formando, bien marciales, para Solar Ferro, otra de las víctimas, en vísperas de la Nochebuena del 83. Como era previsible, te hiciste zapador anfibio, en un curso largo y durísimo, con el profesorado más exigente; pero, «Ripo», nada podía con tu tesón.

Ya de tenientes, nos invitaste a algunos al pabellón militar de tus padres y pude conocerlos a ellos y a tus hermanos; nunca olvidaré esa imagen de todos sentados alrededor de tu padre, que presidía el salón con su bigote revolucionario, marca de la casa. ¡Qué orgullosos estaban tus padres de ti!

Años después, coincidimos en un campo de maniobras, yo con mi helicóptero al ralentí y tú al frente de tu Compañía de Zapadores, cubierto de polvo y, bajo el casco, el bigote embarrado por el sudor pero en perfecto paralelo a tu sonrisa franca y cansada. El siguiente encuentro ya fue en un día gris, en un cementerio de Burgos, con lágrimas mal disimuladas e himnos cantados por gargantas colapsadas por la rabia y el dolor.

Como nuestro «Ripo», otros 61 militares españoles; unos con bigote y otros no, muchos ingenieros y otros no, pero todos sacrificados patriotas que merecían un mejor final. Vuestra muerte de zapador en la alambrada sirvió para salvar la vida a mil que iban detrás. Descansad todos en paz. Pronto estaremos formando juntos de nuevo, compañeros.