Política

Cataluña

Rivera paga sus bandazos: Cs cae 930.000 votos en Cataluña en apenas 18 meses

Los naranjas no aguantan el tirón de las autonómicas de 2017 y se desploman en las municipales; pasan de ser el partido más votado en las ciudades más pobladas a hundirse hasta un 95% en territorios como Badalona

Albert Rivera, en una imagen de archivo / Efe
Albert Rivera, en una imagen de archivo / Efelarazon

Los naranjas no aguantan el tirón de las autonómicas de 2017 y se desploman en las municipales; pasan de ser el partido más votado en las ciudades más pobladas a hundirse hasta un 95% en territorios como Badalona.

Aunque Quim Torra le dijera que lo único que quedaría de su paso por el Parlament es el silencio, la realidad es que Inés Arrimadas consiguió algo muy importante: que Ciudadanos arrasase en votos en las elecciones autonómicas de diciembre de 2017, las primeras después del referéndum ilegal del 1-O y de la posterior declaración unilateral de independencia de Carles Puigdemont. Aunque el efecto se perdió en gran medida cuando su nombre se situó en primera plana para las listas nacionales, los naranjas se convirtieron en su día en la voz de una gran parte de la población catalana, la que se identificaba con el discurso antisecesionista que defendía la que ahora será la nueva portavoz del partido en el Congreso de los Diputados. Arrimadas se convirtió en la líder con más respaldo el pasado 21-D: cosechó el 25,35 por ciento de los apoyos y más de un millón de votos. Pero parece que con su marcha del Parlament se han ido también los simpatizantes de Cs. La sangría empezó el 28-A, cuando los de Rivera no lograron los resultados deseados en el que hasta ahora era su bastión.

Si se analizan los resultados de los comicios municipales del domingo, los números hablan por sí solos: Ciudadanos acumuló tan solo el 5,11% del total de sufragios –el 8,2% si se suman los de Barcelona pel Canvi–. Es decir, la caída del respaldo de los catalanes se cifra en un 67,65%, la mayoría en las ciudades con más población. Esto se traduce en la pérdida de más de 930.000 votos. En las elecciones europeas el panorama no es muy distinto: un 73% menos de votos. La confianza que desde el Comité Ejecutivo habían depositado en la figura de Manuel Valls no para ser su nueva cara visible en Cataluña se ha traducido en un aumento significativo del número de concejales y la región ha dejado de ser el feudo naranja por excelencia. Pero, ¿le compensa a Cs sacrificar su bastión?

Rivera siempre ha presumido de haber nacido en Cataluña y el auge de su partido se ha vertebrado, en gran parte, en su forma de aunar esos sentimientos catalanes y españoles. Los naranjas se hicieron fuertes a medida que se acrecentaba la crisis secesionista y una mayoría de la población catalana se quedaba huérfana de voto. Con un PP señalado por su forma de enfrentar el problema y un PSOE más preocupado de recomponer sus bases desde Madrid, Arrimadas se convirtió en el referente de la lucha contra el independentismo. «Está usted solo. Se ha equivocado de siglo y de lugar», le espetó a Puigdemont antes de abandonar el hemiciclo para no presenciar la proclamación de la República catalana.

A pesar de que parece que esa fórmula no acabó el cuajar el pasado 28-A, entonces el resultado no se hizo esperar. Aunque no pudiera gobernar por la suma de los apoyos de los partidos independentistas, Ciudadanos fue la fuerza más votada en los comicios autonómicos de diciembre de 2017. Se hizo fuerte en las ciudades con más población (ganó en todas): cosechó el 26,5% de los apoyos en Barcelona, el 33,44% en Hospitalet, el 31,16% en Badalona y el 35,08% en Tarragona, y también se impuso en Mataró, Terrassa, Sabadell, Lleida y Reus. Incluso logró el «sorpasso» a ERC en Sant Vicenç dels Horts, el municipio en el que Oriol Junqueras fue alcalde. La «ola naranja» de la que tanto presume Albert Rivera sí fue tal el 21-D.

Pero todo cambió el 23 de febrero, la fecha en la que Arrimadas anunciaba su salto a la política nacional como cabeza de la lista de Ciudadanos por Barcelona al Congreso de los Diputados. Rivera decidió llevarse a Madrid a la líder catalana y confiar en Manuel Valls, ex primer ministro francés, la siempre difícil tarea de ser el referente naranja el Cataluña. Pero el plan ha caído por su propio peso: Arrimadas no ha logrado la «machada» en las generales y, encima, ha lastrado los resultados de Cs en las municipales y europeas.

Uno de los primeros movimientos de Valls fue recibido con sorpresa: no se presentaría al Ayuntamiento de Barcelona con las siglas de Ciudadanos de forma usual. El nombre oficial resultó ser Barcelona pel Canvi-Ciutadans. Los resultados en las urnas fueron en consonancia con una campaña electoral con un protagonismo más bien bajo: seis concejales y solo un 18,4% de los apoyos. El resto del territorio siguió la misma tónica, aunque algunos casos fueron especialmente dramáticos, entre ellos Hospitalet (un 65% menos), Mataró (casi un 80% de caída) y Terrasa (menos del 73% respecto al 21-D). En Badalona, Cs solo se hizo con el 1,78% de los votos, lo que representa una caída de casi el 95% respecto a las autonómicas. Es curioso que el gran beneficiado en este último fuera el Partido Popular de Xavier García Albiol, que consiguió la mayoría absoluta, precisamente porque la última estrategia de Ciudadanos a nivel nacional partía de intentar «robarle» votos a los azules.

Parte de la culpa esa sangría de votos en su lugar de nacimiento puede deberse a este «giro a la derecha» con el que Rivera buscaba ocupar el hueco de Pablo Casado. Aunque en las elecciones generales diera sus frutos en bastiones populares como la Comunidad de Madrid, la estrategia le ha supuesto perder el apoyo de Cataluña, donde los populares nunca han tenido sus mejores resultados.