Caso Bárcenas

Rosalía Iglesias declara en el juicio al ex tesorero

La esposa del ex tesorero del PP, que insistió en situarle al margen de sus negocios y cuentas en Suiza, declara hoy en el juicio de «Gürtel», en el que se enfrenta a 24 años de prisión.

Rosalía Iglesias, camino de la sede de la Audiencia donde se celebra el juicio
Rosalía Iglesias, camino de la sede de la Audiencia donde se celebra el juiciolarazon

La esposa del ex tesorero del PP, que insistió en situarle al margen de sus negocios y cuentas en Suiza, declara hoy en el juicio de «Gürtel», en el que se enfrenta a 24 años de prisión.

Con el mismo ahínco con el que defendió su inocencia a lo largo de 16 horas ante el tribunal del «caso Gürtel», Luis Bárcenas se esforzó la pasada semana en desvincular completamente a su mujer de las imputaciones por las que el ex senador se enfrenta a una petición de condena de 42 años de prisión por parte de Anticorrupción. El ex tesorero del PP pergeñó la imagen de una esposa ajena a sus negocios e ignorante de sus cuentas en Suiza, donde el ex senador llegó a acumular 48 millones de euros a finales de 2007. Hoy es el turno de Rosalía Iglesias –que previsiblemente sólo contestará a las preguntas de su abogada, Marta Giménez-Cassina– para refrendar ese retrato de esposa completamente ajena a las actividades profesionales de su marido. La Fiscalía reclama para ella una condena de 24 años de cárcel por delitos fiscales, blanqueo, falsedad y apropiación indebida.

Los argumentos exculpatorios de su marido no le evitarán dar explicaciones sobre la cuenta suiza de la que era titular, los viajes junto a su esposo al país helvético o sobre las supuestas compraventas de cuadros con las que Bárcenas justifica un ingreso de 560.000 euros en 2006. Iglesias apuntalará su principal argumento de defensa: carece de formación alguna para liquidar impuestos, decidir inversiones o manejar cuentas bancarias, asuntos que llevaba personalmente su marido, quien incluso dijo al tribunal que firmaba por ella con un «garabato» en las declaraciones sobre la renta.

El ex tesorero presentó a su mujer como una aficionada «al arte y a la restauración de muebles antiguos, sobre todo ingleses», una actividad que, según aseguró al tribunal, «le generaba ingresos muy moderados».

Pero pese a esa afición artística, Bárcenas la situó al margen de sus operaciones de compraventa de cuadros, en las que le inició el ex tesorero de AP Rosendo Naseiro. «Ella no tuvo ninguna participación. Cuando yo compraba un cuadro, se lo regalaba», recordó. Rosalía Iglesias ahondará hoy en esa versión y, aunque reconocerá que el aumento de su patrimonio en 2006 se debió a la venta de cuadros, recalcará que de su gestión se ocupó en exclusiva su esposo.

En esa misma línea, se desvinculará de las cuentas de su marido en Suiza. El ex senador recordó que su esposa le acompañó en alguna ocasión a bancos suizos, pero redujo su papel al de mera figurante. «Me ha acompañado al banco en dos o tres ocasiones, pero no tenía conocimiento ninguno de los ingresos –insistió–. Se quedaba esperando en una salita, donde nos sacaban un café o una coca cola. Jamás ha estado presente en ninguna entrega de dinero».

Respecto a la cuenta suiza a su nombre, la esposa de Bárcenas retomará la explicación de su marido: tenía confianza plena en él y firmaba cualquier papel que le pusiese delante, «aunque estuviese en francés y fechado en Ginebra», como se encargó de recordar el ex tesorero del PP.

«Con mi mujer –dejó claro Bárcenas– no hablaba de negocios». A ella, subrayó, nunca le han interesado esos temas, porque de lo que se encargaba era de «llevar la casa». «Firmaba donde yo le decía –añadió–. Difícilmente conocía las cuentas en España y las de fuera, en ningún caso, porque nunca se lo comenté. Jamás ha visto un extracto de una cuenta en Suiza».

Con semejante panoplia de argumentos defensivos por vía conyugal, a Rosalía Iglesias le queda ahora apenas asentir y repetir, como mantiene su abogada en su escrito de defensa, que «no basta la condición de cónyuge» para tener que responder por una supuesta participación en los delitos que se atribuyen a su marido.