PSOE
Rubalcaba activa un plan de supervivencia y los barones piden señales de retirada
Valenciano tutelará Organización en detrimento de López, el gran damnificado por la pifia de Ponferrada. Jáuregui se incorpora al sanedrín que negocia las relaciones con el PSC y tendrá más visibilidad
MADRID- Dicen los veteranos que lo que se escucha en los diferentes territorios no son gritos de guerra, sino de supervivencia. Y no les falta razón. Porque el PSOE se divide hoy entre los que piden cambios y los que se resisten a ellos por temor al más aún incierto futuro. Nadie desea el cisma porque aunque el socialismo sigue hoy tan roto como salió del Congreso Federal de Sevilla, tampoco se atisban soluciones a corto, mejor dicho alternativas claras al débil liderazgo actual. No se trata sólo de las divergencias con el PSC, ni del pulso de los socialistas gallegos, ni siquiera de la pifia de Ponferrada... Las sucesivas crisis internas a las que semana sí y semana también se enfrenta la dirección actual responden, según la mayoría, a dos motivos claros: la falta de liderazgo y la indefinición del proyecto. La imagen que transmite el PSOE es la de un partido fuera de control, en permanente estado de desorientación y en el que hasta el último secretario provincial puede desafiar la autoridad del secretario general.
Las crisis catalana, gallega y ponferradina son síntomas de una enfermedad crónica, pero el tratamiento que Alfredo Pérez Rubalcaba aplicará esta semana, cuando el próximo jueves reúna a la Ejecutiva Federal, será como un placebo que carece de valor terapéutico pero se administra con un propósito sugestivo benéfico. El líder del PSOE reforzará, sí, los instrumentos de coordinación interna; pondrá a la vicesecretaria general, Elena Valenciano, a tutelar –como le ha exigido el andaluz José Antonio Griñán– el área de Organización en detrimento de Óscar López, el gran damnificado de la enésima crisis; dará mayor protagonismo y sobre todo visibilidad a un Ramón Jáuregui que incorporará al sanedrín que ha de redactar el nuevo protocolo de relaciones con el PSC; incluso está dispuesto a reencontrarse con las mujeres del PSOE, las más ofendidas por la moción de censura de Ponferrada... Pero, ¿servirá todo ello para sacar al socialismo del desconcierto, la irrelevancia y la debacle general? A juzgar por lo que se respira en las federaciones, la respuesta es un no. Se trata tan sólo de salvar las sucesivas crisis con un plan de supervivencia.
El problema, dice uno de los barones, es estructural, no coyuntural y la dirección «carece de energía para reaccionar y dar paso a una profunda renovación». Lo que propone Rubalcaba «es una tirita para un cáncer, no aborda el problema de fondo y ahondará más en la herida y en el profundo malestar de la militancia». Y no lo hace, admiten, la mayoría de los secretarios generales «ni porque sea incapaz de reconocer el fracaso, ni porque quiera perpetuarse en el poder, ni porque quiera taponar otras opciones». ¿Entonces? «Porque no hay un planteamiento contundente ni un candidato alternativo indiscutido. De haberlo, no hablaríamos de primarias, aclamaríamos a ese mirlo blanco», añade uno de los barones que en esta última semana ha mantenido varias conversaciones con Rubalcaba.
En efecto, el secretario general ha hablado con casi todos los secretarios generales en los últimos días y a todos les ha pedido aportaciones. Ninguno, salvo Griñán, que le ha sugerido un cambio de modelo para que Valenciano tenga la coordinación orgánica y la dirección directa de Organización, Institucional, Municipal y Acción Electoral, le ha dado grandes ideas. Pero de las conversaciones todos tienen claro a estas alturas que hasta el propio Rubalcaba sabe que no podrá volver a ser candidato por el PSOE y que la duda es cuál debe ser la senda y los tiempos a trazar. Lo primero porque si algún día el secretario general tuvo intención –que la tuvo– de tutelar su sucesión con Patxi López, la opción del vasco se desmorona por segundos y por muy diferentes motivos, incluso entre quienes antaño le vieron como una alternativa sólida. Lo segundo porque, con la situación actual, es consciente de que el calendario orgánico que dibujó el pasado enero para no convocar primarias hasta después de las elecciones europeas de 2014 ha saltado por los aires y que la situación actual no aguanta más allá de final de este año.
Así las cosas, hay secretarios generales para todos los gustos y opiniones. Están los que apuntan a un congreso extraordinario, los que piden el adelanto de las primarias y los que no quieren ni lo uno ni lo otro, sino estabilidad interna y coordinación orgánica hasta encontrar un recambio claro. Hay más que apuestan por el segundo escenario que por el primero, por aquello del ejercicio de democracia interna por el que claman los militantes, pero también la ciudadanía, pero sobre todo porque celebrar un cónclave para elegir secretario general y, luego, primarias, podría deparar sorpresas, como la de una bicefalia que nadie desea. En todo caso, como dice uno de los barones con paso en el PSOE, Rubalcaba es quien «tiene la acción de oro, pero en favor de su imagen y su reconocido prestigio tiene que plantear ya una opción». Cuando este interlocutor habla de opción no se refiere a un nombre, sino a «la emisión de una señal que indique retirada». Algo así como la escenificación de una posición de generosidad política en la que anuncie un corto periodo de reflexión para consultar con el partido y los secretarios generales, y abra el plazo para las primarias. Dicen en Ferraz que lo anterior es todo lo contrario a lo que José Antonio Griñán le recomendó no hace mucho: que hiciera un pronunciamiento público para decir que estaba dispuesto a jugar. Rubalcaba lo rechazó de plano, no sólo porque es una opción cada vez menos probable, sino porque consideró que abriría el melón de posibles candidatos y además se desdeciría de su tesis de que este año debía emplearse para la redefinición del proyecto político. «Hay varias fórmulas posibles, pero la militancia y la ciudadanía no tolerarán por más tiempo ver cómo flotamos. Otro constipado más y acabamos con neumonía», avisa otro socialista. Igual el diagnóstico ya es ése, y aún no se han enterado.
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