Caso Bárcenas
Rubalcaba une su futuro a Bárcenas con una moción de censura
No presentará programa de Gobierno y usará la moción como un gesto testimonial
Apenas media docena de colaboradores sabían del anuncio. Alfredo Pérez Rubalcaba sorprendió ayer a propios y a extraños al redoblar su pulso a Mariano Rajoy por el «caso Bárcenas». Así lanzó el órdago: «Si el Grupo Popular vuelve a negar la comparecencia del presidente presentaré una moción de censura», anunció de forma solemne en el viejo salón de plenos de la Cámara Alta. Poco más de 50 de los 110 diputados socialistas escuchaban las palabras del secretario general del PSOE, que había convocado a los suyos en el Senado ante la imposibilidad de hacerlo en la Cámara Baja debido a unas obras de restauración. El titular ya corría como la pólvora por las redes sociales cuando el número uno de los socialistas invocaba la «dignidad del Parlamento» para justificar su decisión y aclaraba que no era su pretensión «sustituir al presidente del Gobierno –sé que no tenemos diputados–, sino que venga a la Cámara y podamos votar. No quiero que, en su huida hacia adelante, se lleve la dignidad del Congreso de los Diputados, que es la sede de la soberanía popular». Una cerrada y unánime ovación siguió a las palabras de un Rubalcaba cuya estrategia política y forma de hacer oposición mantenía dividido al Grupo Socialista. A nadie se le escapa que, además de recuperar con ello, la iniciativa política perdida, Rubalcaba busca en al censura su tabla de salvación en el PSOE. Es una operación de riesgo. Si le sale bien, acallará a los críticos y se cargará de argumentos para dar la batalla orgánica; si le sale mal, tendrá más cerca la puerta de salida.
Pero ayer en el PSOE no hubo fisuras. Todas las intervenciones que se escucharon fueron para avalar la decisión. Lo hizo Odón Elorza –el primero y más firme defensor de la moción de censura–, pero también Manuel Chaves y el siempre crítico José María Barreda. Hasta Carme Chacón «bendijo» la decisión en declaraciones a los periodistas. Las bases del PSOE lo estaban pidiendo a gritos, si bien algunos secretarios generales se habían mostrado en contra de la aplicación del artículo 175 del Reglamento del Congreso durante el Comité Federal del pasado sábado por considerar que era una operación avocada al fracaso. Fue el caso de García-Page, de Fernández-Vara o de Patxi López, si bien el propio Rubalcaba amagó con activar este instrumento ese mismo día en su discurso de apertura ante el máximo órgano del PSOE entre congresos. Y esto pese a que es consciente de que la oposición carece de fuerza parlamentaria para cambiar al Gobierno o para forzar elecciones. Por contra, apela a la «fuerza política y moral» para exigir a Rajoy su renuncia, esto es que abandone la Presidencia del Gobierno y deje paso a otra persona porque «creemos que sus hipotecas en este momento le inhabilitan» y porque ha situado al Congreso «en un estado de excepción» al negarse a hablar durante todo este tiempo.
Lo cierto es que hasta ahora, el número uno del PSOE se había resistido –pese a la presión interna– a plantear la moción, y de hecho si algo dejó ayer claro es que lo hace más como «gesto testimonial» para forzar la presencia de Rajoy en el Congreso que para erigirse en candidato a la Presidencia del Gobierno, requisito imprescindible para activar la moción. Dicho de otro modo: Rubalcaba no presentará un programa de Gobierno durante la moción, ni tampoco pedirá para él la confianza de la Cámara, tan sólo hará uso del punto 1 del artículo 175 del Reglamento: «Exigir la responsabilidad política del Gobierno». Sabe bien que ni cuenta con votos para ello ni, probablemente, se entendería en su partido que sin haber sido antes elegido en primarias candidato a la Presidencia se erigiera como tal por decisión propia.
Ahora la fórmula parlamentaria para cuestionar al presidente, que sería la tercera vez que se utiliza en democracia, queda condicionada a que el PP vuelva a bloquear la próxima semana en Diputación Permanente la nueva petición de comparecencia que ha solicitado el PSOE, pero también otros grupos, por el «caso Bárcenas». Si el próximo día 24, el PP vota otra vez «no» –y sería la séptima–, el PSOE registrará la moción de censura como gesto testimonial y en aras de la «higiene democrática». A partir de ese momento, habrá cinco días para que se celebre el pleno, que podría ser en la semana del 29 de julio al 4 de agosto. El Reglamento no prevé ninguna otra posibilidad para sortear la mayoría absoluta del PP y forzar un debate con el presidente, si bien no hay ningún artículo del mismo que obligue a la intervención del jefe el Ejecutivo, ni siquiera a que esté presente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar