
Política
Sánchez reformará la financiación autonómica esta legislatura
El presidente arropó a Salvador Illa y acusó al PP de ejercitar «dogmatismo puro y duro contra los intereses de los ciudadanos»

Las monjas clarisas volvieron a cumplir con su cometido –las de Horta, porque las de Pedralbes han cerrado el convento– y tras la ofrenda de una docena de huevos velaron porque la Fiesta de la Rosa, el tradicional inicio de curso político del PSC, se pudiera celebrar sin que la lluvia aguara la fiesta. Tras la intervención de Pedro Sánchez, las nubes descargaron sobre la Pineda de Gavà, haciendo mella relativa en los más de 15.000 asistentes que continuaron degustando las paellas y carne a la brasa.
El presidente del Gobierno llegó puntual a las 12 de la mañana. A las 10:30 llegó Salvador Illa, que se dio un baño de masas estrechando manos y dando besos. El secretario general del PSOE supo lo que le esperaba cuando fue recibido con una salva de aplausos y gritos de «presidente». Gemma Badia, alcaldesa de Gavà, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, y Salvador Illa arroparon a Sánchez con un claro mensaje: «Estamos contigo. Esta es tu casa. Vivimos la ofensiva más agresiva de la democracia en una alianza de la derecha y la extrema derecha. No podemos permitir que se salgan con la suya. No todo vale».
Del 5 al 7 de octubre se celebrará en el Parlament el Debate de Política General en el que Junts ha amenazado tanto a Illa como a Sánchez. La encuesta publicada ayer por «La Vanguardia» no tranquiliza a los dirigentes socialistas. El PSC ganará pero la extrema derecha independentista sube a los 19 escaños y Vox adelanta a un debilitado PP con 16 diputados frente a 13, dejando a Cataluña ingobernable. El presidente catalán, consciente del reto que se avecina desgranó los logros de su gobierno, fijó la vivienda como su gran reto, sacó pecho de las inversiones que se están realizando, elogió a los Mossos frente a los ataques de Podemos, que tumbará el posible traspaso de competencias en inmigración esta semana en el Congreso, y advirtió de que «el PSC renovará su compromiso con Cataluña y con España porque sólo el PSC puede solucionar los problemas y garantizar la convivencia. Somos la fuerza de Cataluña». Sánchez, consciente como Illa del problema, le lanzó un salvavidas prometiendo reformar la financiación autonómica esta legislatura, tal y como reclama Cataluña, «para reforzar los servicios públicos». Para el líder de PSOE después de once años de mayorías absolutas del PP, en el que el Gobierno conservador no afrontó esta reforma, «ya toca».
«Ya toca que reformemos, que reforcemos el Estado del bienestar», insistió y advirtió que ya lo ha empezado a hacer con medidas como las transferencias a cuenta a las comunidades autónomas
–300.000 millones de euros en lo que va de legislatura– y la quita de la deuda, impulsada por el Gobierno central tras el acuerdo de investidura del PSOE con ERC. Sin embargo, Sánchez no habló de la singularidad ni detalló pormenores de la propuesta. Solo puso el acento en la necesidad de reforzar el Estado autonómico porque «cada vez más políticas públicas están en manos de los gobiernos autonómicos». Sánchez arremetió en este punto contra el PP, «lo que está haciendo el PP es dogmatismo puro y duro en contra de los intereses de los ciudadanos para los que gobierna» y contra Isabel Díaz Ayuso. Recordó a la presidenta madrileña que «en estos siete años de legislatura, hemos transferido 45.000 millones más de lo que hizo en 5 años anteriores el presidente Rajoy», pero esto no ha redundado en una mejora de los servicios públicos de la región porque «de esos 45.000 millones solo ha destinado el 45% a la financiación servicios públicos, el resto se lo ha dado a los ricos con regalos fiscales, y en Andalucía ocurre lo mismo», remató.
Con este regalo de Sánchez, Illa centró sus críticas en José María Aznar porque «un país no se construye desde el miedo, las amenazas, el rencor y la soberbia», y le advirtió «no sabe a quién tiene enfrente. Tiene a un presidente y a un bloque progresista». Sánchez recogió el guante y se lanzó contra José María Aznar, «de él no esperamos ninguna lección, esperamos disculpas por su guerra de Irak y sus mentiras con el 11M», para añadir que el PP está en manos de las tres A, «Aznar, Ayuso y Abascal», en una clara referencia a la triple A argentina y advirtió «lo que es terminal es el aznarismo».
El presidente se cebó con Aznar a sabiendas de que hacía las delicias de la militancia. Ironizó, «veía armas de destrucción donde no existían y ahora no ve la barbarie de Gaza», y aprovechó para ningunear a Alberto Núñez Feijóo afirmando que «el PP es incapaz de condenar el genocidio, echando leña en la herida que provoca el conflicto palestino en el PP. El alcalde de Barcelona aprovechó su intervención para anunciar que mañana se pone en marcha «Distrito 11», un remake de la propuesta que en su día puso en marcha el alcalde Maragall para apoyar la reconstrucción de Sarajevo y que ahora se centrará en Gaza.
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