Entrevista

Santiago Sánchez Cogedor: «Yo llegué a hablar con las hormigas de la celda. Aquello fue muy duro»

El aventurero madrileño retenido en Irán 15 meses cree que fue víctima de «una trampa, un tinglado que montaron»

 Santiago Sánchez Cogedor aterrizó hace unos días a España después de pasar quince meses detenido en Irán acusado de espionaje. Este vecino de Alcalá de Henares quería llegar andando al Mundial de Qatar, pero todo se truncó al pasar por Irán en octubre de 2022, donde le detuvieron tras visitar y fotografiar la tumba de la joven Mahsa Amini, cuya muerte por llevar mal colocado el velo islámico conmocionó a medio mundo.

Confiesa que en la cárcel los presos le cuidaron bien, «de una forma brutal».

Una vez liberado, el aventurero madrileño repasa en una entrevista con EFE cómo fue su detención, sus experiencias en una prisión iraní, la forma de superar el miedo y la incertidumbre y qué aprendizaje se lleva de todo ello.

Se especula con que su detención está relacionada con una visita a la tumba de Mahsa Amini, la joven iraní que murió bajo custodia policial tras ser detenida por no portar el velo. ¿Por qué le detuvieron realmente?

Todavía no sé muy bien por qué me detuvieron, si fue una trampa que me tendió un chico iraní o qué ocurrió, pero tampoco me interesa, lo quiero dejar atrás. Sé que me detuvieron por un posible espionaje, lo que me podía conducir a una sentencia de muerte. Ahí he pasado quince meses de mi vida, y ahora lo que quiero es disfrutar del momento, de mi familia y mis amigos, y que esto continúa, nada es el final.

¿Conocía a ese chico iraní?

No, yo llegué al país y este chico venía del Kurdistán, del norte de Irak, desde 1.700 kilómetros de distancia. Me pareció muy raro que viniera desde tan lejos a por mí. Fue una trampa, un tinglado que montaron. Me llevó a un pueblo y ahí nos hicimos una foto, luego vino la detención.

¿Qué pensó cuando llegó a la prisión iraní?

En que no nos damos cuenta de lo que tenemos en España, ni lo afortunados que somos por haber nacido aquí, por tener un pasaporte español. Allí es totalmente diferente, otra cultura, otro mundo. No digo que sea mejor o peor, pero de verdad que no sabemos la suerte que tenemos de vivir en Occidente.

¿Con qué se quedaría de su paso por la cárcel?

Lo que más me ha llamado la atención ha sido la hospitalidad del pueblo iraní, y cuando digo pueblo me refiero a la gente de a pie, a los presos que estaban conmigo. Me han cuidado de una forma brutal. Me trataban como uno más y me intentaban ayudar en cualquier cosa, eso es algo inolvidable.

¿De qué forma consiguió lidiar con el miedo?

El miedo y la incertidumbre aminoran con el tiempo. Era muy difícil saber qué ocurría porque allí son otras leyes, no las conoces, y no sabes a qué te puedes enfrentar. Cuando me detuvieron y pasaron 72 horas pensaba que me soltarían, como hubiera ocurrido en España, pero estuve detenido quince meses sin pasar por delante de un juez.

¿De dónde sacó las fuerzas para aguantar?

Es muy probable que me las mandaran personas que no están aquí, sino en el cielo. Son personas a las que, estando en esa celda tan pequeña, las veía y me mandaban fuerzas. Con las personas que se preocupaban por mí desde España no pude hablar, estaba totalmente incomunicado. Yo llegué a hablar con las hormigas de la celda. Aquello fue muy duro.

¿Y qué tal lidió con la pérdida de la noción del tiempo?

Yo no sabía si era lunes o martes. En Irán ahora están en el año 1400 y su viernes es el último día de la semana. Me encontraba totalmente desnortado.

En realidad, llegó a Irán porque quería ir andando desde Alcalá de Henares hasta Qatar para ver el Mundial de fútbol de 2022.

Ese era mi propósito. Mi excusa perfecta. Iba supercontento e ilusionado y me hubiera esperado algún movimiento por parte de la selección española de fútbol. El juez me llegó a preguntar que si era cierto que iba a ver a España jugar el Mundial, cómo era posible que ningún jugador ni nadie del equipo mostrara una camiseta o pancarta en mi apoyo.

La intermediación de Ángel Losada como embajador español en Irán ha sido crucial para su puesta en libertad.

Es mi ángel de la guarda, gracias a él ahora estoy libre. Si no llega a ser por su trabajo, yo seguiría allí recluido. Desde aquí, le agradezco que consiguiera que pasara a disposición judicial, hicieran el teatro de juicio que hacen ellos, porque sabían perfectamente que no soy ningún espía, y semanas después me soltaran.

¿Qué se lleva de esta experiencia?

Me quitaron la libertad, pero eso hizo que tuviera tiempo para hacer un viaje bonito por mi interior, un viaje espiritual por mi propio cuerpo. Todo el daño y el dolor que me han causado me ayudan a ser mejor persona. También he aprendido que hay que disfrutar del momento, que hay muchas cosas que hacer en la vida; no podemos perder ni un solo día.