Cataluña
El secesionismo más descafeinado afronta dividido la Diada
Las antes potentes organizaciones independentistas, han optado este año por convocar cinco marchas
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, presidirá su primer 11 de septiembre, Diada Nacional de Cataluña. Illa no ha cambiado el formato institucional que había preparado el Govern de Pere Aragonés pero ha lanzado un nuevo lema: «Una Diada para todos los catalanes». Un lema nada baladí habida cuenta que desde 2010 la Diada era el punto álgido de las movilizaciones independentistas que excluía a una buena parte de los ciudadanos de Cataluña.
Este año nada será igual. La Asamblea Nacional Catalana, presidida por el cantautor Lluís Llach que se mueve en las aguas cercanas a Carles Puigdemont, ha descentralizado la Diada. No habrá una manifestación multitudinaria porque la ANC y Òmnium Cultural saben que la movilización está descafeinada. El Centre d’Estudis d’Opinió, el CIS catalán, decía en su última encuesta que la independencia es apoyada solo por el 40% de los catalanes, la cifra más baja de los últimos años, y este barómetro se nota en la movilización que ha ido disminuyendo desde 2021. La última en apoyo a Puigdemont el día de su retorno-fuga apenas congregó a 3.000 personas.
Por eso, las otrora potentes organizaciones independentistas, han optado por convocar cinco marchas –Barcelona, Lleida, Tarragona, Girona y Tortosa– abandonando la gran manifestación. En Barcelona, la marcha se limitará a bordear el Parlament, desde la estación de Francia hasta el Arco del Triunfo. En las últimas elecciones, los partidos independentistas vieron reducida su representación al 39% de los votos y ahora están inmersos todos en procesos congresuales para definir su posición en un momento de desmovilización y frustración de sus seguidores.
Aun así, el 11 de septiembre será todo un termómetro para conocer la salud de un movimiento que está en fase de resaca. ERC está inmersa en un proceso congresual en el que ya están confirmadas cuatro candidaturas. Oriol Junqueras –Militància Decidim–, Marta Rovira –Nova Esquerra Nacional–, Alfred Bosch –Foc Nou–, y la radical independentista 1 de octubre competirán en una votación a cara de perro el 30 de noviembre. Está por ver si los primeros intentos de alcanzar algún tipo de acuerdo entre las fuerzas mayoritarias acaban cuajando ante el temor de una derrota por la irrupción de las dos minoritarias. En todos los sectores republicanos se respira intranquilidad ante su presencia en las manifestaciones convocadas porque la dura campaña de Junts en redes y en las declaraciones de sus líderes presagian boicots, insultos y amenazas contra los militantes y la dirigencia republicana.
También Junts quiere redefinirse en un congreso a finales de octubre, aunque sería mejor decir para redefinir el papel de Carles Puigdemont. Si bien en privado muchas voces reclaman que vuelva el pragmatismo de la vieja Convergència, movimiento muy bien visto por la patronal catalana Foment del Treball, este viaje es un oxímoron atendiendo a la realidad que dice bien claro que nadie se enfrentará a Puigdemont que es el líder y el alma del partido. Quizá por esta refundación de Junts en el que se definirá el papel de Puigdemont, que en campaña dijo que abandonaría la política si no era elegido president. También la ANC, convertida en su brazo activista, ha anunciado la convocatoria de una asamblea general extraordinaria para redefinir su hoja de ruta y adaptarse a la realidad.
La CUP ha culminado su proceso de renovación tras los diversos fracasos electorales que la han dejado solo con cuatro diputados en el Parlament y fuera del Congreso de los Diputados. Sin embargo, este proceso ha provocado una ruptura que se plasmará esta Diada. Los grupos anticapitalistas agrupados en torno a OJS se manifestarán en Cornellà abandonando a «los sectores derechistas» que han ganado el proceso de renovación. Este grupo premia la revolución social por encima de la independencia y acusa a los dirigentes de la CUP de plegarse a la voluntad y los eslóganes de ERC y Junts.
Por si fuera poco, en torno a la incertidumbre del mundo independentista, avanza con paso firme la xenófoba Aliança Catalana que cada día recibe más adhesiones por su posición ante la inmigración pero también por su radicalidad independentista. Aliança Catalana capitaneada por Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll gracias a los votos de Junts, se quedó a 8.000 votos de lograr tres diputados por Barcelona y su papel en el futuro amenaza con ser importante en el independentismo, pero también para la estabilidad de las instituciones.
La Diada de este 2024 estará descafeinada y más si se compara con la de hace diez años que llegó a sumar a más de un millón y medio de personas. El independentismo sigue existiendo pero está desmoralizado, frustrado y desmovilizado, no desaparecido pero sí descafeinado. La pugna de los diferentes sectores por afianzar su liderazgo se intensificará tras las decisiones congresuales de este otoño. De momento, el objeto de todas las puyas es ERC por consolidar el «gobierno más españolista de toda la historia», según Junts y, curiosamente, también de la ANC.
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