Política

Casa Real

Sin regalos ostentosos y con sueldos a la vista

Sin regalos ostentosos y con sueldos a la vista
Sin regalos ostentosos y con sueldos a la vistalarazon

Desde 2011 la Casa del Rey ha realizado un ejercicio de transparencia inédito en su historia

El fin de 2014 implica el cierre de un trienio que ha marcado un hito en la historia de la Monarquía española. Nunca antes la Corona –desde que la Constitución de 1812 la supeditó a las Cortes y rompió con los valores absolutistas– ha realizado un ejercicio de transparencia por necesidad de adaptarse a los tiempos y mantener la Jefatura del Estado. El «caso Nóos» y la crisis de la imagen de Don Juan Carlos, disparada por un viaje cinegético a Botsuana provocó un desgaste en la Institución que ha llevado, desde 2011 hasta nuestros días, a emprender una serie de medidas que tuvieron su origen en aquel año, cuando por primera vez la Casa decidió hacer públicas sus cuentas, hasta el día de hoy, en que se ha establecido un régimen de control de regalos, o la publicación de los sueldos de los altos cargos.

«La Corona debe preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente», sentó las bases de su reinado el Rey el día de su proclamación, «porque sólo de esa manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones». Si estas palabras las pronunció Felipe VI el 19 de junio, un mes más tarde el equipo de Zarzuela anunciaba una serie de medidas regeneradoras sobre las que ha trabajado hasta que han ido viendo la luz, como una auditoría externa, para que la publicación de las cuentas de la Corona tenga el «testigo» de la Intervención General del Estado además de un interventor interno, así como un asesoramiento jurídico que verifique que la actividad de la Casa «se ajusta a la Ley».

Una de las iniciativas que tuvieron más eco fue la del régimen de incompatibilidades. El Rey ha prohibido que ningún miembro de la Familia Real realice una actividad profesional privada paralela a la institucional. Es decir, que si las Infantas Elena y Cristina siguieran perteneciendo a la Familia Real –y no a la del Rey, como ahora– no podrían trabajar ni en Mapfre, ni en La Caixa en los cargos que han ocupado durante todos estos años.

Otra de las polémicas que han ensombrecido a la Casa han girado en torno a los regalos que han recibido los miembros de la Familia Real, como el barco «Fortuna» a cargo de unos empresarios al Rey Don Juan Carlos, o los dos Ferraris que el primer ministro de Emiratos Árabes le regaló en 2011. La Corona, ajustándose a la Ley de transparencia, publicó el nuevo régimen de regalos al hilo de la norma del Ejecutivo. La Corona divide así los presentes en personales e institucionales –aquéllos que se realicen a la Casa debido a, por ejemplo, una visita oficial, y los que se hacen a título personal– que, en resumidas cuentas, no podrán ser aceptados si superan «los usos habituales, sociales o de cortesía, ni se aceptarán favores o servicios en condiciones ventajosas». Una normativa algo ambigua, ya que no se establece un techo presupuestario y queda al margen de la consideración final del Rey, y que desde la Casa se justifica con un «no podemos ni debemos ir por delante de la Ley».

En lo referente a la propia Ley de Transparencia, fue decisión del Rey Don Juan Carlos unirse a ella. El pasado miércoles, la Casa del Rey publicó el desglose de los sueldos de altos cargos que se puede consultar en la web, así como la ejecución de los 7,75 millones de euros que recibió la Corona de los Presupuestos Generales del Estado, y de los que se ha invertido un 67%, incluido el destino de esas partidas –como los 62.133,50 euros invertidos en analizar las noticias sobre la Casa que se publican en redes sociales y en internet–. Eso sí, aún existen algunos vacíos informativos, como el presupuesto utilizado por la Casa proveniente de diferentes ministerios, tales como el del Exteriores para los viajes realizados al extranjero. La Corona lo ha solucionado con una pestaña en su web para realizar las consultas.

Finalmente, todas estas medidas se enmarcan en un código de conducta a lo «juramento hipocrático» que establece los principios por los que debe regirse todo aquél que trabaje en la Casa del Rey, como no intervenir en negocios que supongan «un conflicto de intereses con las obligaciones de su puesto en la Casa de Su Majestad el Rey». Ni una rémora más en la imagen de la Corona.