Universidad

Sobretitulación «política»

Se criban los historiales con el cedazo más fino. Hay trabajo por delante. Sólo el 3% de los diputados no cuenta con estudios universitarios

Sobretitulación «política»
Sobretitulación «política»larazon

Se criban los historiales con el cedazo más fino. Hay trabajo por delante. Sólo el 3% de los diputados no cuenta con estudios universitarios.

Son tiempos complicados para los políticos con responsabilidades. Aquello tan berlanguiano de «ponga un máster en su vida» está pasando factura y a unos cuantos les ha pillado con el paso cambiado. Los currícula se blanquean con urgencia estos días. Han entrado las prisas. El perfil del dirigente de turno se somete a un ciclo de lavado rápido. Limpia, fija y da esplendor, como la RAE. Para muchos, España está enferma de «titulitis» y la clase política es una variante de esa patología social. Puede que esta lectura sea una conclusión simplista y desde luego acelerada. En otros tiempos, los lamentos llegaban por la insuficiente formación de la ciudadanía y hoy por la sobrecualificación bajo sospecha.

El caso es que los diputados españoles pueden presumir de una preparación académica notable, según los datos oficiales de la Cámara. Sólo 11 de las 350 señorías que se sientan en el hemiciclo carecen de estudios universitarios. Hablamos de porcentajes del 97% frente al 3%. En los principales parlamentos europeos no llegan a tanto con una relación similar en la que los licenciados rozan el 90% y el resto sobrepasan por poco el 10%. Estamos pues a la cabeza. Entre las titulaciones más frecuentes, lo cierto es que los juristas se llevan la palma en todas las Cámaras, pero muy especialmente en la española, con 131 parlamentarios con la carrera de Derecho, a mucha distancia de los 40 que estudiaron Economía.

¿Es el Congreso el reflejo de la sociedad en el campo que analizamos? Hay una relación, claro, si tenemos en cuenta que el 41% de los españoles cuenta con educación superior, prácticamente en la media de los estados de la OCDE y de la Unión Europea. Las preferencias de los estudiantes españoles coinciden con sus señorías en el Derecho, aunque el ránking lo encabeza Dirección y administración de empresas. Por tanto, ¿debemos preocuparnos por el volumen de afluencia de los españoles a la Universidad? No lo parece. Más bien nos debería inquietar la influencia o poso de la Universidad en los españoles o, lo que es igual, si salimos lo suficientemente preparados o damos por cumplido el objetivo en cuanto tenemos el título entre las manos. Se trata de perseguir la excelencia o al menos de interiorizar la cultura académica de la superación.