Casa Real
El Rey, en Portugal: «Vibra el trasfondo de unas relaciones sin parangón»
Felipe VI muestra su reconocimiento y admiración por «la ciudad invicta»
Se podría decir que, ahora sí, en la ciudad “invicta” de Oporto, la agenda de los Reyes ha despegado después de un año sin ver el sol que ayer iluminaba los estandartes de las banderas española y portuguesa en la plaza de La Libertad.
Se podría decir que, ahora sí, en la ciudad “invicta” de Oporto, la agenda de los Reyes ha despegado después de un año sin ver el sol que ayer iluminaba los estandartes de las banderas española y portuguesa en la plaza de La Libertad. Después del fallido viaje a Arabia Saudí a causa de la muerte de un príncipe saudí, Don Felipe y Doña Letizia llevarán a cabo el primer viaje de Estado tras el desbloqueo político hasta el miércoles.
El que a Portugal siempre se le reserve el “palco de honor” -allí iniciaron los Reyes su gira por los países europeos tras la proclamación de Don Felipe- viene respaldado por los lazos que ambas naciones se encargan de resaltar, y no sólo por vecindad, sino por motivos más especiales para la Corona española, ya que fue el hogar de la Familia Real española durante su exilio y al que ahora Don Felipe vuelve como Rey. Ayer, el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, escogió para ofrecer una cena de gala a los Reyes el Palacio de los Duques de Braganza en Guimaraes, lugar determinante para la historia de la monarquía de Portugal, porque allí nació el primer rey del reino independiente, Alfonso I, curioso fue que el actual duque de Braganza y aspirante al trono, figuró entre los más de 150 invitados a la cena. “En los actos de hoy y en los de los próximos dos días se concreta una relación especial e intensa entre dos países y dos sociedades que se respetan, se quieren y miran juntos al futuro con esperanza”, dijo Don Felipe. Y se refirió a Portugal como una “tierra hospitalaria” hacia la que sus abuelos, los condes de Barcelona, y su padre, el Rey Don Juan Carlos, le transmitieron su “amor”. Don Felipe puso su “granito de arena” en un tono que no es habitual, y es el personal: habló de sus visitas anteriores en el ámbito privado, “tanto antes de mi matrimonio como después”.
A pesar de que en este viaje no esté previsto que se firme ningún acuerdo, sí creará el clima para que se produzcan: según fuentes diplomáticas en la actualidad se celebran numerosos foros de cooperación transfronteriza, para entre otras cuestiones avanzar en el transporte por carretera, la asistencia sanitaria, ampliar el telepeaje a toda España, o continuar invirtiendo en las autopistas de mar. Ambos países trabajan para combatir al yihadismo y a ETA, pero lo prioritario actualmente son las comisarías conjuntas, que tienen entre otros objetivos activar sus unidades para contrarrestrar los efectos de los incendios. “Ratificaremos el brillante presente de nuestras relaciones económicas”, aseguró el Monarca: “Vibra, Señor Presidente, el trasfondo vital de unas relaciones bilaterales diplomáticas sin parangón”.
España y Portugal tienen puesto el foco en las relaciones con Iberoamérica, por lo que Don Felipe destacó la importancia de la celebración de las cumbres internacionales. “En la XXV Cumbre Iberoamericana en Cartagena de Indias hemos podido constatar la vitalidad y el enorme potencial que tiene para nuestra historia común la vocación de seguir jugando un papel constructivo”. El Rey tampoco se olvidó de la cooperación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, o la elección de Antonio Guterres como Secretario General de Naciones Unidas, candidatura que España votó por “proceder de una nación que fue, junto a España, la primera en llevar al mundo unos valores de dimensión universal.
Recibimiento con Honores
Los Reyes llegaron a Oporto a primera hora de la mañana a la plaza de la Libertad, donde esperaban centenares de personas. En un Rolls Royce y escoltados por el Escuadrón de Caballería de la Guardia Republicana, escucharon frente al ayuntamiento el himno de ambos países, tras los que se ha procedido a una salva de 16 cañonazos. Después, el Rey pasó revista a la Guardia de Honor portuguesa, acompañado por el presidente de la República. Don Felipe recibió la llave de la ciudad y firmó en el libro de Honor, por lo que pronunció unas palabras de agradecimiento hacia la ciudad "invicta"-llamada así por su resistencia a las tropas de Napoleón- "y victoriosa en el futuro".
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