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Terrorismo

Terroristas del Estado Islámico se quejan del trato que sufren en los campos de entrenamiento

Desde el grupo yihadista se corta de raíz cualquier disidencia

Bandera del Estado Islámico Guardia Civil

No es oro todo lo que reluce en el Estado Islámico (Daesh, Isis) y la pretendida unanimidad en torno a su “califa”, al que prestan juramento, se convierte en espejismo en cuanto se plantea un problema. Estos días, se produce un debate en redes sociales de la banda yihadista en la que uno de sus terroristas, que se desplazó a Afganistán desde Londres, se queja del trato recibido en los campos de entrenamiento.

“El año pasado estuve en un campo de entrenamiento en Kurasan (Afganistán) Soy musulmán de Inglaterra. He pasado muchos meses rezando y pidiendo a Alá una respuesta. Es mi deber para con la Ummah (revelación) debo denunciar la corrupción, el abuso, la hipocresía y la apatía en el campo de entrenamiento”.

Inmediatamente, le corrigen desde la ortoxia: “No lo escuchen, quienes están aquí son espías que quieren difundir la mentira”.

El de la queja no se calla y replica: “Alá es mi testigo sobre el asunto. Así que lo juro por Alá. Le imploré a un hermano de confianza que hablara con las autoridades por mí. Me dijo que mantuviera el asunto en privado, pero ya no puedo. Acuso a los emires del campo de entrenamiento Abu Omar y Abu Zar. Abu Zar me intimidó y golpeó a otros. Les ató los pies cuando les pedimos teléfonos para hablar con la familia. Respondieron a mi acusación llamándome mentiroso. Peor aún, acuso de blasfemia a quien me exigió juramento de lealtad. Viniendo de Occidente ¡somos tratados como de segunda clase! La ignorancia que afirma que los hermanos en Inglaterra no hablan dari. Soy afgano y crecí en Inglaterra. Mi lengua materna es el dari. Esta ignorancia es como me trataron en el campo de entrenamiento. ¡Me llamaban SAG SHOYE! ¡Lavadora de perros! Junto con otros extranjeros que no hablaban su idioma, nos pateaban y escupían. ¡Este racismo no es como deberían comportarse los hermanos!”.

“Mi hermano de confianza llevó las quejas a las cuentas de Al Azaim (Canal del ISPK, franquicia del Estado Islámico para Afganistán). Les di mi foto del hotel donde me dijeron que me encontrara. Les pregunto a las autoridades: ¿cómo puedo saber el nombre del hotel Usmania y tener una foto mía si no digo la verdad? Los emires recibieron pruebas fehacientes de mi presencia, pero no abordaron mis acusaciones, como es mi derecho islámico. Esperé un mes entero la respuesta de este respetable hermano. No pude esperar más. Cumplí con mi deber, sangré y me morí de hambre en Baluchistán”.

La narración no tiene desperdicio y recuerda situaciones similares cuando el Estado Islámico mantenía el “Califato” en Siria e Irak. "Me pregunto cómo se gestionan la hégira y los campos de entrenamiento. ¿Cómo es posible contactar así a la Voz de Khurasan (órgano de prensa del ISPK que vende las excelencias de unirse al Estado Islámico) que prometió gloria durante la hégira y luego ignora las verdaderas quejas de un buen musulmán?".

Finalmente, tercian los de la ortodoxia: “hago un llamado a todos los musulmanes aquí presentes que no le escuchen ¡No vean las capturas de pantalla! Está mintiendo sobre los hermanos y tratando de causar confusión”. “Sepan esto: los talibanes apóstatas lanzaron recientemente una campaña de propaganda contra el Califato. Y cualquiera que conozca el asunto sabe que nadie va a un campo de entrenamiento como él lo describió”, concluyen dejando claro que no hay más verdad que la suya.