El desafío independentista
Torra quiere marcar perfil propio ante Puigdemont
Aspira a conseguir el respaldo de los sectores más radicales del independentismo.
Aspira a conseguir el respaldo de los sectores más radicales del independentismo.
Joaquim Torra empieza la semana presidiendo la toma de posesión de las dos nuevas consejeras de su gobierno. Meritxell Budó, Presidencia, y Mariàngela Vilallonga, Cultura. Al final, la remodelación se limita a Elsa Artadi, que se presenta como número dos en Barcelona tras Joaquim Forn, y Laura Borràs, número uno en las generales. Torra no ha salido bien parado en la última semana. La crisis de los lazos amarillos con la Junta Electoral ha acabado evidenciando su soledad. ERC ha marcado distancias y en Junts per Catalunya las voces contra la estrategia de Torra fueron «in crescendo», sobre todo, cuando puso a uña de caballo a los Mossos. Ni siquiera Carles Puigdemont veía con buenos ojos sus movimientos.
Puigdemont hizo llegar su mensaje a Torra. No veía con buenos ojos la estrategia del president porque podía implicar a los Mossos. Sin embargo, Torra desoyó esta advertencia. Rodeado de su equipo de confianza Joan Canals, Pere Cardús i su responsable de comunicación, Anna Figuera, Torra ha planificado el órdago contra la Junta Electoral, como ya planearon la entrega de los 21 puntos a Sánchez a espaldas de su propio Gobierno. La guardia pretoriana de Torra no ve con buenos ojos el papel subalterno del president. No influye en el partido donde Puigdemont mueve los hilos a su antojo, aunque David Bonvehí, el presidente del PDeCAT, saque pecho y diga eufórico que la dirección del partido es la que ha dicho la última palabra en la elaboración de listas, colocando al frente de las mismas a personas de su máxima confianza y también en los puestos clave del PDeCAT arrinconando a la vieja guardia.
El poder de Puigdemont traspasa las fronteras del partido y llega al Gobierno. Las nuevas conselleras son personas de su total confianza, no de Torra. Su poder llega a la elección de los segundos y terceros niveles del Govern. Con este escenario político, Torra quiere marcar un perfil propio para lograr el respaldo «de los sectores más radicales del independentismo», a los que se llama peyorativamente como «los hiperventilados». «Torra, además, tiene una angustia personal. Necesita pasar por el martirologio, quiere pasar a la posteridad», comenta un dirigente independentista que añade que «esta semana todo parece tranquilo, pero es impredecible». Un miembro del gobierno coincide en este análisis: «Todo parece estar bien, pero no me fío. El president puede hacer cualquier cosa».
Sin embargo, la estrategia de Torra no parece darle los frutos apetecidos. Este sábado fue abroncado por un grupo de CDR que le exigía la «implementación» de la República y le censuraba por su posición en la crisis de los lazos. Torra como respuesta les dijo: «Yo soy el pueblo». «La gente está tan radicalizada que hagas lo que hagas no contentarás a todos. Lo que no puede hacer el president es plantear pulsos que no puede ganar. Quedas mal con unos y con otros», analiza un miembro del gobierno del propio Torra.
La crisis de los lazos desembocó en una crisis de los Mossos. Fueron los encargados de retirar los lazos amarillos de los edificios de la Generalitat, incluidos las escuelas. Los sectores más radicalizados pusieron el grito en el cielo criticando con dureza al conseller del ramo, Miquel Buch, una persona muy cercana a Puigdemont y con mando en los restos del PDeCAT. Estos analistas y tertulianos jalearon a Torra en su conflicto con la Junta y ante «el fracaso, la derrota o el ridículo», arremetieron contra Buch, lo que no sentó nada bien en Waterloo. «Puigdemont ya se temía que la estrategia de Torra podía acabar mal. Y acabo mal», sentencia un dirigente neoconvergente.
No parece que Torra ceje en su empeño de marcar perfil propio, lo que genera incertidumbre en sus filas. Incluso en las propias y más en las republicanas. Elsa Artadi, ahora candidata, ha puesto tierra de por medio con Torra. Dos personas de su máxima confianza siguen en el Palau de la Generalitat, Josep Rius y Jaume Clotet, otrora en el núcleo duro de Torra y ahora dedicándose en cuerpo y alma a la campaña electoral de Artadi. La eterna aspirante al liderazgo de JxC en Catalunya espera un buen resultado electoral para reforzar sus aspiraciones a sustituir a Torra.
Muchos le dan por finiquitado en octubre, en la que se supone que podría convocar elecciones. Sin embargo, este escenario se desdibuja. Si no acompañan los resultados de generales, europeas y municipales, se enfriará la posibilidad. «Puigdemont no dará la orden de convocar si no tiene garantías», y de momento, las encuestas tampoco le acompañan. «La incertidumbre de un gobierno presidido por Torra se puede eternizar. No será una presidencia interina. Será larga, porque Puigdemont no tiene intención de ceder el poder». La cuestión ahora es si las diferencias durante la crisis de los lazos son puntuales o se agudizan.
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