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Cerco judicial al PSOE

La trama acorrala a Sánchez por su suegro y el dinero de las primarias

Luz roja en Moncloa. La financiación y, en concreto, las donaciones a la campaña interna por el liderazgo del PSOE se alzan como el punto más débil del presidente por la información que guardan Koldo y Ábalos.

Pedro Sánchez y Pepe Álvarez en un acto por el centenario del fallecimiento de Pablo Iglesias Eduardo ParraEUROPAPRESS

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no dijo ayer una sola palabra en la reunión de la ejecutiva socialista sobre la estancia en prisión de los dos hombres que pueden tumbarle por la información que manejan: José Luis Ábalos y Koldo García. El ex ministro de Transportes y su exasesor ya apuntan al líder socialista, pero él sigue sin darse por aludido. No hay nada como destruir la reputación de quien puede hacer lo mismo con la tuya para que la realidad coincida con tus intereses.

De primero de manual de resistencia. Pero por mucho que Sánchez ignore las advertencias de Ábalos y Koldo, la oposición cree que el presidente terminará cayendo como fruta madura, porque dan verosimilitud al relato de quienes penan en la cárcel madrileña de Soto del Real. Koldo García es quien va más allá. El navarro, que llegó a Madrid de la mano de Santos Cerdán –el otro ex secretario de organización implicado supuestas corruptelas–, afirma que escuchó personalmente a Pedro Sánchez decir que su suegro, Sabiniano Gómez –ya fallecido–, iba a aportar 100.000 euros para financiar las primarias de 2017 del PSOE. Según su versión, también escuchó que la entrega de ese dinero «ya estaba hecha», y estaba «todo bien».

En cualquier caso, Koldo no afirma que haya visto la entrega en efectivo –o al menos lo dice con cautela («yo no sé si hizo esa entrega o no la hizo… eso fue lo que yo oí»)–, lo cual abre un margen de incertidumbre que el núcleo duro del Ejecutivo utiliza para despachar el asunto como una «locura». El problema es que hay piezas de todo este rompecabezas que empiezan a encajar.

El PSOE de Sánchez ha entrado en una fase complicada, porque cada vez tiene más «personajes», como les definen en Ferraz, que dan pistas sobre algo que aparentemente el partido y su líder no quieren que se sepa. Solo así se entiende que la exmilitante Leire Díez implicara al secretario de Estado Antonio Hernando, conocido «fontanero» socialista en una reunión para interesarse sobre la información que el comisario José Manuel Villarejo pudiera tener sobre los negocios del suegro de Sánchez.

Antes que Hernando, habría sido el ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, quien, en plena guerra interna del PSOE –en septiembre de 2016–, pidió esa información al propio Villarejo en una comida en un restaurante próximo al Senado. Sánchez, López y Hernando se conocen desde hace tres décadas: los tres comenzaron juntos como asistentes en política europea en los años noventa. Se hicieron íntimos; forjaron el trío que durante años se bautizó como el de los «chicos de Pepe Blanco». Y ahora, casi diez años después, todo apunta a la financiación de aquellas primarias que llevaron al PSOE a una cruenta guerra civil entre el «sanchismo» que levantó Ábalos y el viejo aparato del partido. Las sospechas recaen sobre la plataforma Bancal de Rosas. El PP cree que ahí hay miga. Y cree que será el muro con el que se chocará el Peugeot 407 gris que Sánchez condujo hasta el Palacio de la Moncloa.

Francisco Martín, actual delegado del Gobierno en Madrid, fue el responsable de Bancal de Rosas y, como hiciera el propio Sánchez, compareció en el Senado para intentar frenar la hemorragia política que rodea al «caso Koldo». Negó que el padre de Begoña Gómez aportara un solo euro a la campaña con la que Pedro Sánchez recuperó el timón del PSOE. «Me encantaría poderles confirmar que todo lo que están buscando no ha existido», dijo.

Martín pilotó la estructura que canalizó las microdonaciones de aquellas primarias y se escudó en la confidencialidad legal para no dar nombres ni cifras concretas. Pero sí marcó un perímetro claro: no hubo aportaciones de entidades jurídicas, no hubo rastro del suegro del presidente entre los contribuyentes y tampoco –subrayó con énfasis– intervino Sánchez en la gestación de Bancal de Rosas» pese a estar el dominio a su nombre. Mucho menos, añadió, Santos Cerdán.

El delegado del Gobierno defendió la limpieza del sistema de recaudación. Y detalló que hubo 2.749 donaciones mediante «crowdfunding», de las que alrededor del 60% se situaban en la franja de 10 a 20 euros. Solo una superó los 3.000, según su relato. El resultado, sostuvo, fue una campaña sufragada esencialmente por pequeños apoyos y sin margen para interferencias. Sánchez, en esa misma silla del Senado, también dijo no conocer quiénes aportaron dinero a su campaña. Hace nueve años que el PSOE se dividió en dos. Fue un 1 de octubre de 2016, durante el Comité Federal más convulso que se recuerda en la calle de Ferraz. Pedro Sánchez intentó retener el mando del partido, pero fue defenestrado. Aunque volvió al despacho noble de Ferraz en las primarias de 2017. El problema para buena parte de los socialistas críticos es que lamentan que todo empieza a desmoronarse.

El otro hombre que apunta a Sánchez es José Luis Ábalos, con quien Koldo García compartió la primera noche celda en Soto del Real. El exministro de Transportes ya respaldó el testimonio de Koldo cuando este confirmó un supuesto encuentro entre Sánchez y Arnaldo Otegi en 2018 para atar el apoyo «abertzale» a la moción de censura que aupó al líder del PSOE al Gobierno. Ábalos, que se considera una víctima del sistema, no piensa caer solo. «Sigo fuerte y firme, y metiéndome en prisión no me van a doblegar ni a callar», advirtió en un mensaje en X desde su cuenta, reconvertida en un altavoz que habla en su nombre desde la trena.

El arquitecto que apuntaló la llegada de Sánchez a la Moncloa asume que puede desmoronarse entre rejas. En el Gobierno también lo dan por hecho: llevan días moviendo fichas para contener el impacto. Y entre antiguos colegas de Ábalos, tanto en el Consejo de Ministros como en el grupo parlamentario, se repite la misma idea en voz baja: la cárcel desquicia a cualquiera, acaba trastocando incluso a los más templados.

De momento, ha sido su hijo Víctor quien ha empezado a arrojar pistas sobre la sorpresiva salida de su padre de Moncloa en 2021. Según su relato, su padre fue víctima de una cacería política diseñada desde el aparato socialista y el propio Gobierno. Ni el presidente Sánchez ni el PSOE explicaron nunca los motivos por los que Ábalos fue desalojado del Gobierno con una patada. Ahora, su hijo explica su parte e implica a la ministra de Defensa, Margarita Robles y a la ex «número dos» del partido Adriana Lastra. Ábalos, según el relato de varios socialistas, fue objetivo de caza de Santos Cerdán y de Lastra. Los dos querían controlar el partido y veían a Ábalos como un incompetente del que había que deshacerse. Su caída fue celebrada por los dos. Pero, al mismo tiempo, fue el pistoletazo de salida de su propia guerra interna.