Tomás Gómez

Tremendo Sánchez

El balance que dejará Sánchez es menoscabar el sistema político del 78 y enfrentar a los españoles

El Congreso ha aprobado este jueves, con 177 votos a favor y 172 en contra, la proposición de ley de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña, una iniciativa pactada por el PSOE con Junts y ERC y que permitió hace seis meses la investidura de Pedro Sánchez. Asisten Pedro Sanchez, Alberto Nuñez Feijoo, Míriam Nogueras, Gabriel Rufian, Jordi Turull, Oriol Junqueras y protestas de los diputados de Vox. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 30 05 2024
Pedro Sánchez, ayer, votando la amnistía en el CongresoAlberto R. RoldánFotógrafos

El jueves fue un gran día para Puigdemont. Ya es oficial que los independentistas no cometieron ningún delito y que el represor fue el Estado español, que actuó fuera de lo exigible en un Estado de Derecho. Ese es el significado político de la ley de amnistía que, vergonzosamente, ha aprobado el Congreso de los Diputados.

Ya no hay nada que impida a los separatistas dejar de apoyar a Pedro Sánchez. Si los plazos van según lo previsto, Puigdemont podrá presentarse a la investidura el próximo 27.

Es más, entre el 10 de junio y la votación, tiene tiempo suficiente para intentar forzar la abstención de Illa. El fugado de la Justicia no solo vuelve con todos los honores, sino que está dispuesto a luchar por su restitución.

Volverá a declarar la independencia, si la coyuntura le parece adecuada pero, entonces, estará protegido frente al Código Penal, que fue modificado según el dictado secesionista, por Sánchez y sus socios.

No es de extrañar la oposición pública a la ley de amnistía de importantes figuras del socialismo español, empezando por Felipe González y Alfonso Guerra.

No se trata solo del simbolismo que encierra la enmienda a la Constitución de 1978, realizada por la puerta de atrás, sino que las consecuencias para el futuro de España como un Estado-nación son impredecibles. Todo por los siete votos que necesitaba Sánchez para seguir anclado a la Moncloa.

Ahora, el empeño irá dirigido a dar carpetazo al asunto para que caiga en el olvido de la sociedad española. Subido a horcajadas del resultado en Cataluña, las elecciones europeas son la prueba que debe superar el líder socialista para desautorizar cualquier voz disonante con la medida.

El otro tema que preocupa en Moncloa es la investigación judicial sobre las actividades de Begoña Gómez. Al margen de que tenga o no consecuencias judiciales, desnudaría su actividad empresarial y eso es desgaste asegurado. Para neutralizar la virulencia del asunto, Sánchez actuó al ataque simulando que estaba valorando la dimisión.

El objetivo era desacreditar la información que pudiese hacerse pública, practicando una enmienda a la totalidad de la causa, tachándola de operación de desgaste promovida por la extrema derecha. Nuevamente, se espera que las elecciones europeas den carpetazo final.

El balance que dejará Sánchez es menoscabar el sistema político del 78, enfrentar a los españoles, haber sentado en la mesa del Consejo de Ministros a Iglesias, Montero y Yolanda Díaz, blanquear a Bildu y someterse al independentismo catalán. Tremendo.